El paisaje de las montañas pintado en el azul siempre cambiante del cielo, el misterioso mecanismo del cuerpo humano, la rosa, la verde alfombra de la hierba, la generosidad de las almas, la grandeza de las mentes, la profundidad del amor: todo esto evoca la presencia de un Dios que es noble y hermoso.
Paramahansa Yogananda.
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Mientras se preparaba para volver a casa, Jacob se puso una vez más su pesado abrigo, sin saber que estaba vistiéndose para una transformación.
El río que atravesaba la población unía a sus habitantes en un tejido de calles y casas, y Jacob lo siguió para volver a su hogar. Espesas sopas de hirviente caldo humeaban en las ventanas de algunas de las casas por las que pasaba Jacob. Recordó una ocasión en la qué, estando en la cocina con su madre, escribió su nombre en el cristal empañado de la ventana. Recordó a su padre. Recordó su pérdida. Y entonces se detuvo a recordar.
Cuando levantó la mirada del sendero vio una pequeña silueta sentada delante de la puerta de su casa, y sintió que su corazón se agitaba ante la simple idea de estar acompañado. "Gracias", musitó inaudiblemente Jacob, sabiendo a Quién le expresaba su gratitud.
Al acercarse, vio que era un hombrecito. El muchacho se puso en pie impacientemente, mientras se sacudía el polvo de los pantalones.
Jacob le hizo un gesto al muchacho con la mano abierta, indicándole que detuviera su acción:
-Si tú te quitas el polvo del viaje -Dijo Jacob sintiendo la inquietud del muchacho-, yo me veré obligado a sacudirme la harina de mi ropa.
Entonces, usted debe ser Jacob el Panadero -afirmó resueltamente el muchacho.
-Intento serlo -dijo Jacob.
Aquélla no era la respuesta que esperaba el chico pero, así y todo, continuó adelante:
-¿Cómo sabe que he hecho un viaje?
-¿Se te ha ocurrido pensar alguna vez que haya habido algún momento en que no hayas estado de viaje?
-respondió Jacob en un tono entre considerado e ingenioso.
El muchacho reflexionó sobre la respuesta de Jacob sin responder.
Jacob sonrió.
- Bueno. El silencio es la más sabia de las primeras respuestas que se pueden dar ante cualquier pregunta.
-Si la primera respuesta a una pregunta es el silencio, ¿cuál es la segunda?
-La compasión- dijo Jacob-. Entra. Aquí se está más caliente.
-Pero si usted no sabe quién soy. Ni siquiera sabe mi nombre -protestó el muchacho-. ¿Por qué me invita a entrar a su casa?
-De acuerdo- dijo Jacob-. Tengo frío. ¿Quién eres?
El chico se echó a reír.
-Yo también tengo frío.
-Exactamente lo que yo decía -concluyó Jacob, y con un gesto le invitó a entrar en la pequeña casa.
Pero el muchacho se quedó de pie en su sitio, negándose con la cabeza.
-No me está permitido entrar en su casa hasta que usted haya leído esto - le extendió una pulcra nota dirigida a Jacob.
Jacob cogió con lentitud la carta cerrada mientras echaba algún esporádico vistazo al joven por encima de la hoja. Allí estaban los dos de pie bajo la mortecina luz.
Querido Jacob,
Han pasado muchos años desde que las historias de Jacob el Panadero llegaron hasta el Consejo de Sabios. Al principio eran simplemente cuentos acerca de su sabiduría, y yo no era demasiado curioso. Pero después, los comentarios sobre su humildad y su compasión, y la realidad de mi mala salud, hicieron inevitable nuestro encuentro.
Cuando aparecí por la panadería disfrazado de indigente, usted me abrió su corazón y mi mente. Y después, cuando me mostré en mi verdadera naturaleza, usted siguió siendo el mismo.
Mi vida ha sido larga, pero los días de los hombres son breves. Yo le pedí a usted que tomara mi lugar como el Mayor del Consejo de Sabios, pero usted decidió seguir como panadero, y yo fui más prudente al aceptarlo.
Pronto me iré, y las comunidades no tendrán un Mayor para el Consejo. Pero tengo un nieto en el que, aún siendo joven, he depositado grandes esperanzas. Su nombre es Jonás. Le ruego que lo tome a su cargo. Le ruego que sea su maestro y le preste su hombro como un padre; la vida se llevó tanto a su padre como a su madre. Le pido esto como lo que es: el último deseo de un hombre moribundo.
Nuestras escrituras dicen que no es bueno que el hombre esté solo, y ahora Jonás está solo. Al igual que usted, que también está solo. Que él sea una fuente de fortaleza para usted, del mismo modo que usted lo ha sido para tantos.
Le tengo a usted en mis oraciones. Quedo a la espera del placer de su compañia.
Suyo en la paz.
Ezra
El cielo se hizo negro. La luz de las velas y las chimeneas de las casas del pueblo formaron un círculo pulsante alrededor del muchacho y de Jacob. Y allí se quedaron, de pie, bajo el cielo.
Jacob levantó la vista hacia las estrellas y dejó reposar su mano sobre el hombro de Jonás.
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Muy buenos días, deseo y espero que la reflexiones aquí escritas sean siempre una luz para vuestro día a día, muchas gracias siempre por estar ahí. Qué disfrutéis los buenos momentos que el universo nos regala y por mi parte para vosotr@s un Abrazo. ¡Nos vemos pronto!
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