DICEN, QUE AQUEL QUE HA SENTIDO UNA VEZ EN SUS MANOS TEMBLAR LA ALEGRÍA NO PODRÁ MORIR NUNCA.
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Era la primera noche de Jonás en casa de Jacob. El muchacho se sentó en el borde de la silla, apoyado entre el agotamiento y el sueño. Jacob no estaba seguro de qué hacer.
¿Es quizás momento de irse a la cama?
Usted no es mi padre -dijo Jonás.
Jacob no respondió. Simplemente, dejó a un lado la sugerencia de dormir y se preparó su cama.
Cuando se estaba acostando, se dio cuenta de que la determinación de Jonás flaqueaba ligeramente. Jacob cerró los ojos y se puso a rezar en busca de dirección.
Se despertó varias horas más tarde con los sollozos del muchacho. Jonás se había dormido en la silla y ahora estaba llorando en su sueño.
Jacob se levantó y cubrió a Jonás con una manta.
El muchacho se despertó y se enjugó los ojos avergonzado.
Lo siento. Estaba llorando.
Dios nos da las lágrimas para que podamos regar nuestros sentimientos y así crecer como personas -dijo Jacob.
Tenía un mal sueño -dijo el chico, y después confesó- Echo de menos a mis padres.
Todos tenemos malos sueños -dijo Jacob-. A veces soñamos con lo que hemos perdido, y a veces con lo que aún no hemos encontrado.
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Muy buenos días, desearos un bonito día de sábado, siempre gracias por estar ahí y un abrazo.
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