Una vez, le preguntó un rabino a un discípulo qué era lo que le molestaba.
"Mi pobreza", le respondió. "Vivo tan miserablemente que apenas puedo estudiar ni rezar".
"En los tiempos que corren", le dijo el rabino, "la mejor oración y el mejor estudio consiste en aceptar la vida tal como viene".
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Hacía un frío que cortaba, y el rabino y sus discípulos se hallaban acurrucados junto al fuego.
Uno de los discípulos, haciéndose eco de las enseñanzas de su maestro, dijo: "En un día tan gélido como éste, yo sé exactamente lo que hay que hacer".
¿Qué hay que hacer?, le preguntaron los demás.
"Conservar el calor. Y si eso no es posible, también sé lo que hay que hacer".
¿Qué hay que hacer?
"Congelarse".
La realidad existente no puede realmente ser rechazada ni aceptada.
Huir de ella es como
tratar de huir de tus propios pies.
Aceptarla es como
tratar de besar tus propios labios.
Todo lo que hay que hacer es mirar,
comprender y estar en paz.
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Muy buenos días, gracias por estar de nuevo aquí cogemos de nuevo el farolillo y seguimos por el sendero por el que caminamos. Os deseo un muy buen día y qué disfrutéis de los momentos que el universo nos regala. Un abrazo.
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