viernes, 4 de marzo de 2016

Dos Cuentos Sufíes para Pensar. " No puedo ser Reconstruido". "Un Pan para la Cabeza".

Dicen los sufíes que el proceso de aprendizaje se asemeja a la costura con hilo y aguja.
El cuento es una aguja. El hilo eres tú.
De qué servirían todas las agujas del mundo si no existieran los hilos que cosen el conocimiento, el desarrollo y la sabiduría? De qué servirían cientos de miles de maestros y de libros y de imágenes si no existieran aquellos dispuestos a transformar un dato, una palabra o una idea en acciones, pensamientos y emociones capaces de cambiar el mundo interior y el entorno?
  Una aguja sin hilo sólo puede hacer agujeros. Porque el ganchillo empuja pero no hilvana. La punta marca el camino pero no lo sujeta, señala pero no lo alcanza.
     El cuento es una fuente de inspiración y de enseñanza tan viejo como la historia de la humanidad.

Jorge Bucay.

   NO PUEDO SER RECONSTRUIDO:


Nasrudín cabalgaba a través de la comarca cuando se declaró un incendio en el bosque. Mientras las aldeas estaban siendo consumidas por el fuego a diestro y siniestro del camino, Nasrudín seguía cabalgando tranquilamente, repitiendo:
   -Gracias a Alá! Gracias a Alá!
   -Como puedes dar gracias a Alá cuando todo a tu alrededor, todas nuestras posesiones, casas y campos se están reduciendo a cenizas? -se lamentaba una anciana que huía de las llamas.
   -Las posesiones pueden ser sustituidas. Las casas se pueden reconstruir y los campos se pueden volver a plantar. Doy gracias a Alá por mantener tranquilo a mi asno. Si se asustara, podría tirarme al suelo y pisotearme bajo sus patas, y, a diferencia de una casa, yo no puedo ser reconstruido.
     FIN.


      UN PAN PARA LA CABEZA:

Una noche Nasrudín llegó a casa de su hermano ya muy tarde, e inmediatamente le hicieron pasar a la mejor habitación. Aunque se le había dado la cama más cómoda de la casa, con las sábanas y las mantas más suaves, nadie pensó en preguntarle si había cenado.
   Dando vueltas a un lado y a otro, Nasrudín luchaba en vano por suprimir los ruidos que el hambre le hacía en las tripas. Finalmente, saltó de la cama y llamó a su anfitrión.
    -Qué pasa? -preguntó el hermano del mulá, asustado al ver que le despertaban a mitad de la noche.
     -Las almohadas son demasiados suaves -replicó Nasrudín-.
 Podría coger un pan de la cocina y descansar la cabeza en él?.
      FIN.
Del autor, Idries Shah.

   Os deseo un bonito fin de semana y como siempre daros las gracias por estar ahí. Nos vemos la semana que viene.

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