viernes, 23 de marzo de 2018

EL GANSO Y LA LUNA, por " Nazanin Amirian"

      La trampa a veces también es tendida por nuestra propia ignorancia. Es cuando nos traicionamos a nosotros mismos, al igual que hizo el ganso de la fábula.
      ¿Qué ganso?, preguntó el joven monarca.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

      Un ganso vio cómo la luz de la luna se reflejaba en el agua del estanque y contento pensó: ¡Un pez!. E introdujo su pico en el agua. Pero no pudo apresar nada. Y la luna se dispersó de la superficie del agua.
      Después de un rato, el agua recuperó su calma otra vez, y la luna volvió a reflejar su luz sobre el estanque. El ganso, contento, pensó: ¡Un pez!. Y metió su pico en el agua otra vez, pero no consiguió nada.
      De nuevo, con la superficie en calma, la luna volvió a reflejarse en el agua. El ganso, enfadado pensó: Qué pasa?. Entonces, levantó su cabeza y vio la luna en el cielo. Irritado pensó: ¡Qué estúpido he sido! Veía el reflejo de la luna en el agua y pensaba que era un pez. ¡Así nunca podré coger pez alguno!. Y se marchó volando.
      A la tarde siguiente volvió al estanque. Un pez, esta vez de verdad, estaba nadando en la superficie cerca de la roca. Pero el ganso pensó: ¡Oh, no! ¡Ya sé lo que eres!. Y se puso a buscar gusanos en el fango.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Es una fábula instructiva. Eso pasa a los que se quedan simplemente en las apariencias.
       -También a los que no suelen profundizar en las cosas, no gastan su energía para su propio bien, ni para el bien de los demás, contestó el anciano. La inteligencia es una actitud y el inteligente es aquel que aprende de la experiencia, como el monarca cruel.
      ¿Qué monarca?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                   EL REY CRUEL

      Había una vez un rey que trataba a su gente con mucha crueldad y despotismo. Sus brazos eran largos y pesados, pegaban golpes muy fuertes y sus enormes pies pisoteaban todo lo que encontraba en su camino. Cazar, es decir, atrapar y asesinar a los pobres animalitos, era su afición favorita.
      Un día, el monarca decidió llevar a dos de sus pequeños hijos a la caza, divertido entretenimiento para tal rey. A primera hora de la mañana, se separaron del resto del séquito. Con la caída de la noche, los cortesanos, algo preocupados, vieron al rey abatido, que regresaba solo, sin los príncipes.
      Sus súbditos no se atrevieron a preguntarle qué había ocurrido. Se encerró en su habitación y no salió.
      La desaparición de los niños y el estado del monarca iban a poner en peligro el futuro del reino. Así que el consejero del palacio, un anciano hombre, decidió poner fin a la intriga y entrar en la morada del rey para saber lo ocurrido. Entró sin llamar, y vio al monarca llorando.
      ¿Qué os ocurre ,Majestad? ¿Dónde están vuestros pequeños?
       Ha pasado algo terrible -contestó el afligido soberano llorando-. Mis hijos han muerto, han muerto por mi culpa.
      ¡Majestad! Contadme lo que ha pasado y así os tranquilizareis, le aconsejó el anciano, intentando calmarle.
      -Todavía no lo puedo creer- contestó finalmente el rey a su fiel consejero, después de gemir y lamentarse-. El día de la cacería, cuando nos separamos de los demás, en el bosque vi a un zorro en un matorral qué tenia entre sus garras a una liebre. Antes de que él pudiera comérsela, un lobo se echó encima del zorro y lo mató. Cuando se preparó para despedazarlo, sucumbió víctima de la flecha de un cazador. Éste bajó de su caballo para recoger al animal y de repente, su caballo se asustó y con sus patas dio un mortal golpe al jinete. Éste se cayó y el caballo se marchó galopando. ¡Fue increíble! El caballo no se había alejado mucho, cuando resbaló sobre una piedra y cayó en un precipicio. Yo continué el camino, junto con mis hijos. Quería enseñarles los secretos de la caza. De repente nos encontramos ante la cueva de unos leones. Bajamos del caballo y al ver que dentro del refugio había dos leoncitos solos, acerqué a mis pequeños hijos para que los vieran y les dije ¡Fijaos bien, así se mata a los leones! y me preparé para acabar con sus vidas, cuando por detrás, los niños fueron atacados por los padres de los leoncitos. Qué desgracia. No pude ayudarles. Soy un mal padre. No los pude rescatar, ni siquiera pude recoger lo que había quedado de sus pequeños cuerpos.
      El rey hizo una pausa y luego prosiguió:
      -Buen amigo, no hace falta que me digas nada. Nunca me había detenido a pensar que los animales también tienen familia, tienen a alguien que les espera mientras ellos van a buscar alimentos. No había pensado con cuantos peligros se enfrentan para llenar la boca de sus hijos; nunca había identificado a mis hijos con los jovencitos animales que con tanto orgullo cazaba.
      ¡Señor, eso ha sido una lección de los cielos al guía de nuestro pueblo para que nunca nadie más base su diversión y su placer en la tristeza y dolor de ningún ser vivo!
      Y a partir de entonces, el rey prohibió la caza y el sacrificio de los animales, divulgando el amor y el respeto hacia esos hermanos con los que compartimos el planeta Tierra.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
      -Ésa es una fábula real. Y yo me doy cuenta de lo que me intentas decir con tus relatos. Has querido que me reflejara en cada uno de los personajes y pudiera, de ese modo, ver y afrontar la realidad. Haré lo que me has enseñado, pero te pido que escribas tus fábulas, para que los demás también puedan verse reflejados en ellas.
      Ya era de noche. El rey estaba solo con el viejo sabio.
     -Te consultaré todas mis decisiones, para no salirme nunca del camino de la justicia y la honradez.                                           FIN.

                                                              ******

      Qué sea en verdad una luz en vuestro andar del día a día. Qué en verdad disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Gracias siempre por estar ahí y un abrazo para tod@s. Feliz fin de semana.

                                                                     



                                               

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