miércoles, 28 de junio de 2017

EL MONO Y LA TORTUGA. por " Nazanin Amirian"

      A veces la verdad se destapa muy rápido, además uno difícilmente llega a conocer la naturaleza de la gente que le rodea.
      -Cierto, Majestad, dijo el anciano. Normalmente uno no sabe quiénes son sus amigos hasta el día que su fidelidad y honestidad se ponen a prueba. Es lo que nos enseña la fábula del mono y la tortuga.
      -¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
      El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

       El jefe de los monos se había hecho viejo y su sobrino, al que había criado, quería aprovecharse de la situación, apartándole del poder. Por eso el veterano jefe, que temía por su vida, decidió huir. Empezó a construir un nuevo refugio sobre una higuera, que había crecido a poca distancia de la isla. Pasaba sus ratos pensando con tristeza en los desagradecidos miembros de su clan.
      Un día, el viejo rey de los monos estaba sentado encima de una de las ramas de la higuera disfrutando de sus deliciosos higos, cuando de repente, uno de los higos se cayó al agua, produciendo un ruido que encantó al simio. Cada vez lanzaba un higo para volver a oír el sonido que producía al caer al agua. Una tortuga grande, que estaba dentro del agua, cogía los higos que el viejo rey de los monos tiraba, saboreando el gustoso alimento. Después de saciar su hambre, la tortuga levantó la cabeza y dijo:
      -Gracias, Señor, por este manjar- pensando que el rey de los monos tiraba los higos para él.
      El rey mono sonrió al oírle; acepto los agradecimientos y empezó su amistad con la tortuga. El rey sufría de tanta soledad que se alegraba de gozar de cualquier compañía, incluso de la de una presumida tortuga.
      Al día siguiente, la tortuga visitó al mono y éste volvió a ofrecerle higos. Y de esta manera, se convirtieron en inseparables amigos. ¡Como si se tratase de una sola alma ubicada en dos cuerpos! El mono olvidó la tristeza de la traición de su familia, y la tortuga disfrutó de su compañía y de su generosidad. Esta peculiar amistad hizo que el simio ya no echara de menos su isla y la tortuga abandonase por completo a su mujer y a los suyos.
      La compañera de la tortuga se encontraba muy sola y sufría, hacía meses que no tenía noticias de su pareja. La actitud negligente de éste con su familia le molestaba mucho. Así que comentó el problema con su hermana, y ésta, que conocía la historia de la amistad de su cuñado con un mono, le reveló la verdad. Después de llorar e intercambiar ideas, decidieron que la única solución era quitar del medio al mono.
      Ella fingió estar enferma, se metió en cama y pidió a su hermana que mandara un mensaje a su despreocupado marido: ¡Vuelve en seguida. Estoy muy enferma!.
      La tortuga, al recibir el mensaje, decidió regresar a su hogar. Su casa estaba al otro lado de la isla, y antes de ponerse en marcha fue a ver a su amigo mono para despedirse. El viejo mono entristeció al pensar que iba a quedarse otra vez solo. Pero disimuló su pena, le dio un abrazo y le deseó un buen viaje y un pronto regreso.
      Cuando la tortuga volvió a casa, encontró a su mujer en la cama. Al verla se conmovió y con mucho mimo le preguntó:
      -Cariño, ¿qué te pasa?
      pero su mujer no contestó. Ella sólo suspiraba y gemía. Llegó la hermana y lo alarmó.
      -Al parecer, padece una enfermedad muy grave y la única medicina que la puede curar es el corazón de un mono.
      -De acuerdo, pero ¿dónde encuentro yo un corazón de mono?, dijo el esposo.
      -Te hemos llamado para que estés presente en sus últimos momentos, replicó la hermana.
     La pobre tortuga salió de la habitación para pensar y buscar una solución, y de repente ¡zas!, se acordó de su amigo, el rey de los monos. "Si traiciono a mi mejor amigo me convertiré en un canalla, pero si no hago todo lo que pueda para salvar a mi mujer, la perderé para siempre". Tras meditar un buen rato, el amor a su pareja venció a la amistad que le unía con el mono, así que emprendió el viaje hacia la residencia de su amigo.
      El rey mono demostró su entusiasmo al verle:
     -Qué alegría volver a verte! ¿cómo está tu esposa, amigo mío?
     -Ella sigue igual, pero yo te echaba tanto de menos que no podía soportar estar lejos de ti- le respondió la tortuga, muy relajada-. Te pido que vengas a mi casa, porque toda mi familia quiere conocerte y darte las gracias por tu amabilidad. Hay tres cosas que fortalecen una amistad: la primera es fiarse uno del otro, la segunda es comer juntos, y la tercera conocer sus parientes y su lugar. ¿Qué me dices?
      -A mí también me cuesta mucho estar lejos de ti, contestó el simio. Tu amistad me es tan valiosa que estoy dispuesto a ir contigo donde tú me digas. Pero temo que no puedo aceptar tu invitación. ¿Cómo puedo ir a tu casa si no sé nadar?
      -Si no te importa, yo te llevaré sobre mi espalda.
      El anciano mono se dejó seducir. Subió a la espalda de la tortuga y entraron en el mar. Cuando habían cruzado la mitad del camino, la tortuga se detuvo para pensar, " Es muy feo lo que estoy haciendo. Nada en el mundo se merece que por ello se traicione una amistad". El mono se dio cuenta de su indecisión, y la sospecha dominó su corazón. Sin demostrar su perturbación dijo:
      -¿Qué te pasa, amigo? ¿Qué te preocupa?
     -No debo ocultarte la verdad. Mi mujer ésta muy enferma y los médicos han dicho que la única medicina que la puede curar es el corazón de mono, respondió la tortuga.
      El viejo rey enseguida se dio cuenta del peligro que le amenazaba.
    ¡Cómo he podido ser tan ingenuo y meterme en este lío, siendo tan viejo!, pensó, pero guardó la calma.
      -¿Por qué no me lo dijiste antes? -preguntó-, Así habría traído mi corazón conmigo.
      -¿Quieres decir que no lo llevas dentro de tu cuerpo?, preguntó sorprendida la tortuga.
      -¡Claro que no! ¿No sabías que nosotros los monos dejamos nuestros corazones en casa cuando viajamos? -dijo el viejo riendo-. Pero si realmente lo necesitas, volvamos, y con mucho gusto te lo daré. Al fin y al cabo somos amigos, ¿no?
      La tortuga se alegró muchísimo. Inmediatamente dieron marcha atrás en dirección al árbol donde el mono habitaba. En el momento que llegaron, el rey de los monos saltó a tierra y se agarró a la primera rama que pudo alcanzar. Luego, se puso cómodo y empezó a arrancar higos como si nada hubiera ocurrido.
      La tortuga, impaciente, empezó a perder los nervios:
      -De prisa, amigo. Coge tu corazón y vámonos.
     Pero el viejo rey le contestó:
      -¿Me has tomado por un imbécil como tú mismo o qué? ¿Por qué debo recoger mi corazón, si lo llevo dentro de mi cuerpo como todo el mundo?
      Puedes estar seguro de que yo nunca más volveré a cruzar el mar con un amigo como tú.
      Así, la tortuga regresó con su familia, perdiendo el corazón del mono y su amistad.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Es una historia que merece ser recordada siempre. La verdad es que la traición de la tortuga carece de importancia; lo único que veo es que ha demostrado su ingenuidad por dejar al mono escapar de tal modo.
      -No, Majestad. La traición es un acto vil; pero, por su parte, la ingenuidad puede no tener límite. ¿Os acordáis de la fábula del burro sin seso?, contestó el anciano.
      ¿De qué burro habláis?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                                    ******

      Os deseo un feliz día, gracias por estar ahí y nos vemos pronto, disfrutad de los buenos momentos el universo nos regala. Un abrazo.

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