Desde hacia algún tiempo, la felicidad había abandonado a los animales que vivían en aquella hermosa pradera, dejando en su lugar un infierno creado por el rey león, quien con sus constantes y sangrientas visitas, les amargaba la vida.
Con el fin de liberarse del pánico y la ansiedad, un día los animales decidieron reunirse frente a la cabaña del león para proponerle una solución.
¡Señor!, vuestro paseo diario a nuestro territorio en busca de comida, nos ha quitado el sueño y la paz; ya que sólo el hecho de pensar que en cualquier momento vos podéis aparecer y convertirnos en vuestro bocado nos martiriza. Así que, si lo permitís, nosotros mismos, por sorteo, elegiremos al animal que se convertirá en vuestro alimento. Y para ahorraros el viaje, os lo traeremos diariamente.
Al león le pareció bien la oferta. De esta manera, tendría más tiempo para el ocio, aumentaría su prestigio y su autoridad. A partir de ese momento, los animales, por azar, elegían a la desafortunada víctima que acabaría en las fauces del león.
Un buen día le tocó el turno a una vieja liebre. Ella fingió aceptar su destino con calma y resignación. Mientras se dirigía a la cabaña del león, de repente dijo a los animales que le escoltaban.
-Compañeros, si me permitís, yo iré sola y así os libero de este desagradable papel de acompañar a la víctima.
Los compañeros de la liebre, aunque sorprendidos por tal sugerencia, se fiaron de ella y la dejaron ir. La liebre, despacito, despacito, caminó hacia la cabaña del león, y no llegó allí hasta pasado el mediodía.
El hambriento gobernador de la jungla le dio la bienvenida con un rugido muy furioso:
-Dónde has estado tanto tiempo? ¿estabas escondido,eh?
La liebre no se acobardó, y con un fingido tartamudeo contestó:
-¡Disculpad...,Majestad! No ha sido por mi culpa. Veréis: yo escoltaba a una gran liebre que le iba a servir de almuerzo, pero fuimos sorprendidas por un feroz león. Nos cerró el paso llevándose a la pobre liebre, y con un tono arrogante, dijo:"Yo soy el gobernador de esta jungla y todo lo que hay en este territorio me pertenece". Y encima,casi acaba con mi vida cuando le dije que estas praderas son el feudo exclusivo de vos, Señor. Pero el feroz león me contestó: "Dile a ese viejo rufián que si quiere recuperar a su presa, venga personalmente a llevársela, y si no se atreve, que coja sus bártulos y se marche de aquí; pues, si no lo hace se las verá conmigo".
El león gruñó de rabia:
-Cómo ha osado ese león desafiarme? Ven y enséñame dónde está ese usurpador. Le voy a dar una lección que no olvidará en su vida.¡Vamos!
-¡A vuestras órdenes, Señor! -dijo humildemente la liebre. Y condujo al engreído león, que le iba siguiendo con pasos firmes hacia un profundo pozo situado en medio de la selva. Cuando llegaron al pozo, rebosante de cristalina lluvia primaveral, la liebre le enseñó el lugar.
-Aquí está el terrible león, Señor. Mirad vos mismo. ¡Pobre de mi amiga la liebre, está allí con él! ¡Acercaos con cuidado!, le recomendó.
El león, a la vez que rugía, se aproximó para mirar dentro del foso, se puso al lado de la liebre cuando de repente, vio al "otro león" junto con una liebre, "su deliciosa ración de comida", dentro del pozo:
-¡Espérame, miserable animal-gritó el león-. Ahora mismo te haré pedazos para que nunca más te atrevas a arrebatarme mi comida y desafiar mi autoridad!
Y cuando desde las profundidades del pozo oyó el eco de sus palabras, dio un potente salto hacia el interior del pozo y se precipitó dentro.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Eso es una fábula fantástica, pero nada de eso puede ocurrirle a un rey inteligente.
-¡Majestad! En algunas situaciones, la prudencia aconseja no enfrentarse directamente al más fuerte. Es cuando habría que recurrir al ingenio y no a la fuerza.- Y prosiguió: Incluso los listos, sin una buena y correcta táctica, también caen en la trampa, como ocurrió al pececito de la fábula.
-Y, ¿qué le ocurrió?, preguntó el joven monarca.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Un feliz año nuevo tengáis y mis mejores deseos, gracias por estar de nuevo aquí y que está pequeña luz os ayude en el día a día. Mañana retomamos el curso que Anthony de Mello nos ofrece de autoliberacion interior. Un bonito día y un abrazo.
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