martes, 17 de enero de 2017

LOS TRES PECES, por (Nazanin Amirian)

      Tres coloridos peces vivían en las tranquilas y profundas aguas de un río, donde su paz no era perturbada por ningún desalmado depredador. Pero un caluroso día, dos hombres, que no sabían cómo pasar sus ratos libres, decidieron ir a acabar con la vida de los pacíficos peces que jugueteaban en aquel río.
      Fue cuando uno de los peces oyó el ruido de los pasos de los pescadores, que colocaban la red en el agua. Los humanos, tras esperar un buen rato, inspeccionaron la red, ¡no había un sólo pez! Parecía que ningún habitante del río quería despedirse de la dulce vida. Fue cuando, frustrado y cansado de esperar, el más joven de los hombres amenazó:
      -Mañana volveremos y ya veremos como ni un solo pez se escapará.
     El primer pez, que era el más veterano, oyó estas desafiantes palabras y pensó: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Y al momento nadó hacia las profundidades del agua, escondiéndose en un agujero del remanso.
      El segundo pez, el sabio, también había oído al joven pescador. Al principio no tomó en serio el peligro, pero luego pensó: "Date prisa, pero despacio.Mañana será otro día". Y muy relajado, dejo para el día siguiente la búsqueda de una solución. Pero los pescadores se presentaron muy temprano, colocándose donde el pececito tenía su nido.
      Éste, algo asustado pensó:"¡Vaya! Parece que estoy atrapado. Con calma, debo buscar la manera de salir de aquí, y eso es imposible sin un buen y efectivo truco".
      Después de pensar, meditar y analizar varias ideas, por fin encontró la solución: subir a la superficie y hacerse el muerto. El pescador lo cogió y, maldiciendo su suerte, lo tiró al suelo. Luego volvió a la faena, para ver si por fin podía capturar algún pez vivo.
      El pececito, entretanto, no esperó a que llegasen las gaviotas y, sin hacer ruido, con cortos saltos se acercó a la orilla y alcanzó el vital agua del río, escondiéndose bajo los fangos, para más tarde salir a toda prisa de aquella zona peligrosa.
      El tercer pez, algo ingenuo, también se enteró de la presencia de los pescadores. Pero pensó:" No entiendo a los peces que huyen del peligro, ni a los que traman trucos para salvarse. Yo en situaciones similares siempre me he salvado sin tomar medida alguna, y hoy no va a ser una excepción".
      Por la mañana, cuando los dos hombres fueron a recoger la red, vieron al tercer pececito, que desesperado intentaba salir de aquella trampa. Saltaba de un lado para otro hasta que se le ocurrió mordisquear los hilos, pero sus dientes carecían de suficiente fuerza. Resignado y con lágrimas en sus pequeños ojos, se entregó a la muerte.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Ésta es una fábula que se puede aplicar a muchas cosas. Cualquiera de nosotros puede verse en estas tres situaciones.
      -Así es, Majestad, contestó el anciano. Hay que ser precavido y estar en guardia ante los peligros; en tales situaciones es muy importante tener unos consejeros sensatos, de lo contrario puede pasar lo que le sucedió al camello de la fábula.
      -¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
      El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia...

                                                       ******

      Os deseo que paséis un buen día, gracias por estar ahí y os mando un abrazo. "Hasta muy pronto"

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