domingo, 18 de diciembre de 2016

EL CUENTACUENTOS PERSA, "Los relatos que hicieron soñar al Emperador" por (Nazanin Amirian).

      Cuando el anciano monarca falleció, su hijo, como heredero del trono, tomó las riendas del país. Un día, para conocer a los servidores del palacio convocó a todos los cortesanos, preguntándoles, uno a uno, sobre sus cometidos:
      -Yo soy vuestro consejero, dijo el primero.
      -Yo soy vuestro general, se presentó el segundo.
      -Yo soy vuestro guardaespaldas, respondió el tercero.
      - Yo soy vuestro cocinero, manifestó el cuarto.
      -Yo soy vuestro coracero, contestó el quinto.
      -Yo soy vuestro cantante, respondió el sexto.
      - Y, ¿cúal es tu cometido?, preguntó el monarca a un anciano que estaba algo apartado de los demás y no se había presentado.
      - Yo soy vuestro cuentacuentos,, contestó el viejecito.
      -¿Me tomas por un niño? No necesito ningún cuentacuentos, dijo el joven rey frunciendo las cejas, como si le hubieran ofendido.
      -Es exactamente lo mismo que opinaba el rey Bahram, contestó el hombre viejo, que además era un sabio. Con la diferencia, continuó el sabio, de que el rey Bahram, muy pronto volvió a reclamar al cuentacuentos para que regresara, pues se dio cuenta de que había actuado como aquel hombre ciego de la fábula.
      -¿De qué fábula me hablas?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                  EL HOMBRE CIEGO Y LA SERPIENTE

      Dos amigos, uno de ellos ciego, emprendieron un viaje atravesando desiertos, praderas y sierras. Una mañana el hombre ciego, que se había levantado antes que su amigo, empezó a buscar su bastón. Pero en lugar del bastón, cogió a una serpiente que estaba durmiendo, con el cuerpo casi congelado a causa del frío nocturno. "He perdido mi bastón pero el Cielo me ha regalado otro mejor", dijo el ciego con regocijo.
      Y con la serpiente en la mano despertó a su compañero. Su amigo, refregándose los ojos, al ver al reptil, gritó:
      -Qué llevas en la mano, hermano?
      -Un nuevo bastón, contestó el ciego.
      -Pero eso no es un bastón, ¡es una serpiente y muy venenosa! ¡Tírala de prisa o te picará!
        Pero el hombre ciego no le creyó. "Es la envidia que te incita a decirme eso. Tú lo que quieres es apoderarte de mi bastón. No creo lo de la serpiente".
      Y con su nuevo bastón, es decir, con la serpiente en la mano, se puso en marcha, reanudando su viaje. Mientras tanto, el sol salía del horizonte y con sus cálidos rayos apartaba lentamente el frío nocturno. Y con el agradable calor del rey del cielo, la serpiente se fue despertando poco a poco, enrollándose sobre el brazo del hombre ciego y antes de que él pudiese reaccionar y desprenderse de ella, le clavó sus afilados colmillos.
      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Eso no ha sido necesariamente un cuento instructivo. Un monarca no es ciego y ve el mundo con sus propios ojos.
      -Es cierto, Majestad, contestó el anciano. Pero él ve el mundo como el águila de aquella fábula...
         -¿De qué fábula me hablas?, preguntó el joven rey.
      El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                 ******

      Os deseo un feliz día y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y hasta pronto, gracias por estar ahí.

                                             
 

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