martes, 6 de febrero de 2018

LA REVANCHA DEL CUERVO, por "Nazanin Amirian"

      Los sabios no se dejan seducir por bellos discursos ni por la adulación. Es un relato para los cobardes. ¿No tienes alguna fábula para los valientes?
     Desde luego que sí, Majestad, contestó el anciano. Es la fábula del cuervo y su revancha.
   Pues, cuentámela, dijo el joven rey.
      El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

      ¿Os acordáis del conflicto entre las lechuzas y los cuervos?, pues un día las lechuzas atacaron a los cuervos, matando a muchos miembros del clan y dejando mutilados a otros tantos. A la mañana siguiente, el rey de los cuervos llamó a sus consejeros para consultarles qué medida debían tomar.
      -Propongo construir otro palacio y mudarnos, dijo el primer consejero.
      -Propongo declarar la guerra a las lechuzas y romperles el pico, dijo el segundo.
      -Propongo pagar a las lechuzas un tributo para poder vivir en paz con ellas, dijo el tercero.
      -Propongo una estrategia para vengar la muerte de nuestros hermanos, replicó el cuarto.
       ¿A qué tipo de estrategia te refieres?, preguntó el rey.
      -Sacadme unas cuantas plumas, empapadlas con sangre y dejadme tirado cerca de nuestros nidos. Cuando las lechuzas vengan por la noche, me encontrarán y me llevarán consigo. Yo me haré el herido ante ellas y así podré espiar sus planes y entonces podremos tenderles una trampa para realizar nuestra venganza.
      -Inteligente propuesta, dijo el monarca.
     Los cuervos hicieron exactamente lo que su compañero dijo. Volaron de allí, dejándole empapado de sangre en el suelo cerca de sus nidos.
      Por la noche, las lechuzas encontraron los nidos de los cuervos vacíos, sólo un cuervo estaba tirado en el suelo lamentándose del dolor. Las lechuzas le llevaron ante su reina. La reina le preguntó con un tono muy seco.
      ¿Quién eres y qué te ha sucedido?
      -Soy el consejero del rey de los cuervos, contestó el cuervo. Mis hermanos me golpearon porque yo les recomendé hacer las paces con vosotros.
      ¡No hay que confiar en él. Es un espía!, dijeron algunos.
      -No, él es nuestro aliado, dijeron otros.
      La reina también compartía la segunda idea. El cuervo se quedó entre ellas, y como demostraba su sabiduría resolviendo los problemas de sus anfitriones, la reina, después de un tiempo, le nombró su consejero.
      El cuervo, en cada oportunidad que encontraba, seducía a la reina:
     ¡Majestad!, vos deberíais castigar a mis traidores hermanos.
     Sus palabras eran muy agradables a los oídos de la reina. Un día, dando vueltas a la propuesta de su consejero cuervo, le preguntó:
      -Bueno, pero ¿dónde están sus nidos? No están en sus viejas nidadas.
      -Yo mismo iré a buscarlos, si vos me permitís, propuso el cuervo.
     La reina de las lechuzas aceptó su idea, y el cuervo voló hacia donde estaban sus amigos.
      -Las lechuzas viven entre las rocas- les informó el cuervo a sus compañeros-. Venid al mediodía, cuando ellas estén dormidas, y traed muchas ramitas secas y las dejáis alrededor de sus nidos. Yo me ocuparé del resto.
      El rey de los cuervos hizo lo que su valiente consejero había pedido. Al mediodía los nidos de las lechuzas estaban rodeados de una montaña de ramas secas. El osado cuervo voló hacia las rocas prendiendo fuego a los nidos de las lechuzas con una antorcha que había traído de la hoguera de un campesino. Las ramas secas se encendieron y se quemaron rápidamente.
      Por la tarde el fuego se había apagado. El viento dispersó las cenizas de las lechuzas y con ellas también las del cuervo valiente que había vengado la muerte de sus hermanos.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
     Es una espléndida fábula. Pero aunque el cuervo tuvo una muerte dolorosa, es muy desagradable morir sin que alguien pueda vengarte.
      -La vida siempre envía a alguien para que se ocupe de establecer la justicia, contestó el anciano. Incluso estando solo en medio de un desierto,como ocurrió a aquel piadoso hombre de la fábula.
      -Y, ¿qué le pasó?
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                                 ******

      Muy buenos y feliz día, siempre gracias por estar ahí y qué estás fábulas sean una luz para vuestros caminar del día a día. Un abrazo. ¡Nos vemos muy pronto!

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