"Ver las cosas y las personas sin nombre, sin conceptos, tal como son en cada instante".
El día en que veas a un niño embobado, atento y admirado de ver volar un pájaro, si tú vas y le enseñas la palabra pájaro para definirlo, el niño se quedará con la palabra pero dejará de ver el pájaro. Krisnamurti dice: "Veis cómo los niños ven a los pájaros admirados? Si les dices un nombre creerán que todos los pájaros son iguales, puesto que tienen el mismo nombre". Son los nombres los que fijan las cosas. Si no sabemos el nombre de una cosa nos sentimos desasosegados, como si necesitásemos clasificarla.
Hay que entender que los nombres se les pone a las cosas porque es necesario en la práctica, pero que es muy peligroso quedarnos en el nombre, como en el concepto, porque es así como funciona la ciencia del "bien y del mal", que clasifica sin profundizar. Hay que vomitar la "existencia del bien y del mal" -como los místicos- para volver a entrar en el Paraíso.
EJERCICIO
Mirar todo lo que alcance vuestra vista sin poner ningún nombre. Pasar más allá del concepto y ver la realidad que hay detrás de cada cosa, sin fragmentación, englobado, tratando de descubrir la unidad. No podrás explicarlo con palabras. No existen etiquetas para la realidad. Por eso, al místico, no le dan ganas de hablar, ¿cómo explicaría el mundo que él descubre viviendo metido en la realidad que le descubre la sabiduría? Sólo te cuenta parábolas, para ver si sacas su esencia.
Eso mismo hacen los poetas. León Felipe dice: "La distancia entre un hombre y la realidad es un cuento". El poeta, por medio de un cuento, te hace captar una realidad sin etiquetas. No se puede narrar lo inefable sin disparates que parecen sin sentido, que van más allá de los conceptos, como ocurre en los Evangelios.
Lo que nos narran los Evangelios es un misterio, pero luego, la Iglesia, ha querido encerrar esos conceptos en una cárcel de conceptos y normas. Si no eres capaz de expresar la esencia del árbol con el nombre "árbol",¿ cómo vas a tratar de expresar a Dios? "El que sabe no dice. El que habla no sabe". Eso dicen en Oriente.
El mismo idioma constituye una forma de programar a las personas. En realidad, nadie tiene la capacidad de ofenderte. Es la forma en que yo interpreto el lenguaje lo que me ofende. Ocurre cuando yo relaciono esa palabra que has dicho con una imagen determinada o un concepto. Es la etiqueta que lleva colgada la palabra.
Si algo de la realidad queda desvelada por la palabra que empleamos continuamente, y con esa fracción nos movemos, sin indagar dónde queda lo demás. Hasta los científicos reconocen no conocer más que una parte pequeñísima de la realidad. Algo nos da a conocer el concepto y la palabra, pero el movimiento, la inmensidad, el no poder expresarla ni encajarla, ni definirla, eso, lo tenemos que extorsionar cuando queremos expresarlo con palabras.
El ciego, cuando le describen con palabras lo que es el color amarillo, no tiene ni la menor conciencia de cómo es ese color. Para comprender la realidad, el místico hace como el pájaro, no agarrarse de nada. La realidad no se deja encerrar en fórmulas.
Todas las religiones creen, o quieren, tener la verdad, poseer toda la verdad. La realidad, la verdad, por ser una no es de nadie en exclusiva, porque es de todos, pero menos lo es de los que quieren cristalizarla, porque eso que se deja atrapar, ya no es verdad.
"Cuando el sabio señala la Luna, el necio se queda mirando el dedo". Eso es lo que ocurre con las religiones cuando quieren atrapar la verdad. E igual ocurre con los idealista en política, y en cualquier campo en que se trata de poseer la verdad.
El terrorista es un hombre programado para morir por su tierra, por su política, por su religión o por algo que cree su verdad. Y lo hace creyendo liberar al mundo y encontrar en ello felicidad. Y lo único que ocurre es que son unos "indoctrinados"- no conocen la sabiduría-. Es posible que alguno no lo sea, pero la mayoría son producto de un fanatismo proporcionado por su programación cultural o religiosa. Y lo peor es que no tienen la menor conciencia del daño que, con su fanatismo, pueden hacer.
Los indoctrinados dieron pie a cosas tan crueles como el quemar en la hoguera a los considerados herejes, o brujas, en nombre de la religión fanática. La verdadera religión tendrá que liberarnos, quitarnos el miedo y no esclavizarnos.
¿No predicamos que la Eucaristía es banquete de amor? La religión ha querido sacar- traspasar- relatos del Evangelio al pie de la letra. Si hubiésemos nacido en Oriente, os daríais cuenta en seguida de que las parábolas del Evangelio, y muchos hechos narrados, son sólo un cuento para que tú extraigas de ello la realidad. Allí se habla de ti. Cuando habla de si eres cabrito u oveja no se refiere a los demás, sino a ti. Y cuando habla del terreno árido, pedregoso o con espinas, no se refiere a diferentes personas, sino que tú analices cuánto tienes de árido, de pedregoso, de espinoso y también de buena tierra que da el ciento por uno.
La Buena Nueva no está hablando de un mundo separado, sino de ti, y te anuncia que todo lo malo se destruirá y lo bueno aflorará. Pero si en vez de esto, predicamos miedo y reglas terroríficas, ¿qué Buena Nueva es esa? Jesús trataba de liberar a la gente de la opresión. La mayoría de las personas religiosas son idólatras. Todas las cosas que se dicen de Dios, si las tomáramos al pie de la letra, ¿a dónde nos conducirían? ¿Qué tipo de Dios predicamos? Hay que tener cuidado, pues si no cuestionamos todo, fácilmente caeremos en esa idolatría.
Dios es tan inefable que no se puede explicar. Dios es lo incomprensible. El Misterio Absoluto. Al olvidarnos nosotros de esto, formamos un ídolo de conceptos. Dios se manifiesta en la vida, y la vida, si la metemos en conceptos, tan misteriosa nos resulta como Dios. Sólo podemos conocer la vida viviendo y conociéndonos.
EJERCICIOS
¿Qué es lo que uno desea de verdad? Siempre estamos deseando cosas, pero como la sabiduría es descubrir lo que uno necesita, ¿qué es lo que, en realidad, no necesito de lo mucho que tengo a diario? Buscar, como sí estuvieses en un gran supermercado, las cosas que no necesitas e irlas apartando y anotando.
Tú no podrás llegar a la paz, si no descubres antes los obstáculos que te impiden llegar a ella. Tú llevas la paz dentro. ¡Descúbrela!
Haz también ejercicios de sensibilización, escuchando los ruidos que te rodean y el silencio que hay detrás de ellos para sensibilizarte con lo que está pasando dentro de ti y descubrir tu alrededor con ojos nuevos.
El maestro no es que guía, sino el que ayuda a que te descubras tú mismo y descubras, desde ti, la realidad. El no puede definirla ni explicarla, sino ayudarte a sensibilizarte para que puedas percibir por ti mismo.
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Desearos un buen fin de semana y que disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Gracias siempre por estar ahí y un abrazo. Nos vemos prontito.
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