domingo, 26 de noviembre de 2017

LA CODORNIZ Y LA LIEBRE. por "Nazanin Amirian"

      ¿Cuántos falsos amigos nos esperan en la selva de nuestras vidas?
    -Muchos, Majestad, contestó el viejo. La extravagancia, la aversión, la discordia y la desconfianza son nuestros enemigos, como lo demuestra la fábula de la codorniz y la liebre.
      -¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

      Una codorniz había fijado su nido en un matorral. Solía vivir allí una temporada, para abandonarlo más tarde sin decir a nadie cuánto tiempo iba a estar fuera, ni tampoco a dónde iba.
      Un día, se ausentó durante bastante tiempo, más de lo habitual. Sus vecinos al ver que no regresaba pensaron que había muerto. Con esta idea, la liebre, que andaba buscando un sitio para vivir, se mudó al nido vació sin que los vecinos de la codorniz se opusieran.
      Pero una buena mañana la codorniz regresó. Al encontrar un intruso en su nido, se puso furiosa y con el fin de desalojarlo le dijo:
      -Coge tus cosas y márchate. Éste es mi nido.
      -¿Cómo que es tuyo? Yo vivo en él, por tanto, es mío, contestó la liebre.
      -Pero, he sido yo quien lo ha construido, el enfado de la codorniz iba aumentando a cada minuto.
      -Sí, pero he sido yo quien lo ha reparado, contestó también alterada la liebre. La codorniz empezó a subir el volumen de su voz.
      Yo puedo traer testigos para probar lo que digo.
       Yo también, gritó la liebre más alto que la codorniz.
      Vamos a ver, creo que lo mejor es calmarnos y ver a un juez para escuchar una tercera opinión, propuso la codorniz.
      Pero, ¿dónde vamos a encontrar a un juez?, preguntó la liebre. Los vecinos las ayudaron:
     Cerca del río vive un monje que tiene fama de ser muy bondadoso y justo. ¿Cómo es que no conocéis al gato montés? Es un gato de un gran corazón, por no matar a un ser vivo, se alimenta sólo de vegetales.
      Tanto la liebre como la codorniz, seguras de que él podía establecer la justicia entre ellas, se alegraron y juntas fueron a ver al gato montés. En el momento que el gato las vio, se frotó las manos como hacen los curas, y movió su cabeza como si estuviera rezando, mientras en su mente pensaba en el banquete que iba a tener.
      La codorniz le llamó desde lejos:
       ¡Hermano!, hemos venido a comentarte nuestra disputa, por si tú nos puedes ayudarnos.
      Queridas hermanas, no os puedo oír bien. Ya sabéis, la vida envejece a los jóvenes y hace que la salud abandone a los viejos. Si queréis algo de mí, debéis acercaros un poco más para que os oiga y podamos hablar con tranquilidad, dijo el gato, con voz suave.
      La codorniz y la liebre dieron unos pasos, acercándose al felino y le expusieron al gato montés su caso para que él hiciera de juez. La codorniz fue la primera en empezar a contar su versión.
      El gato la escuchaba atentamente. Mientras ella estaba absorta en contar su historia, el felino saltó sobre la desgraciada ave, cogiéndole con sus zarpas y, a continuación, sin permitir que la liebre reaccionase, la cogió también con sus dientes, acabando con la vida de las litigantes en un momento.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Es una interesante fábula. Pero dime, ¿Cuántos falsos jueces nos esperan en la selva de nuestras vidas?
      -Muchos, Majestad, contestó el anciano. Pero juzgar de forma apresurada es el peor de todos los males, tanto para un monarca como para sus súbditos, como muestra la fábula del hombre y el hurón.
      ¿Qué fabula es ésa?. preguntó el joven rey.
    El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia....

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      Os deseo un feliz Domingo, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias siempre por estar ahí y un abrazo. ¡Nos vemos prontito!




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