¿Cuántos falsos amigos nos esperan en la selva de nuestras vidas?
-Muchos, Majestad, contestó el viejo. La extravagancia, la aversión, la discordia y la desconfianza son nuestros enemigos, como lo demuestra la fábula de la codorniz y la liebre.
-¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Una codorniz había fijado su nido en un matorral. Solía vivir allí una temporada, para abandonarlo más tarde sin decir a nadie cuánto tiempo iba a estar fuera, ni tampoco a dónde iba.
Un día, se ausentó durante bastante tiempo, más de lo habitual. Sus vecinos al ver que no regresaba pensaron que había muerto. Con esta idea, la liebre, que andaba buscando un sitio para vivir, se mudó al nido vació sin que los vecinos de la codorniz se opusieran.
Pero una buena mañana la codorniz regresó. Al encontrar un intruso en su nido, se puso furiosa y con el fin de desalojarlo le dijo:
-Coge tus cosas y márchate. Éste es mi nido.
-¿Cómo que es tuyo? Yo vivo en él, por tanto, es mío, contestó la liebre.
-Pero, he sido yo quien lo ha construido, el enfado de la codorniz iba aumentando a cada minuto.
-Sí, pero he sido yo quien lo ha reparado, contestó también alterada la liebre. La codorniz empezó a subir el volumen de su voz.
Yo puedo traer testigos para probar lo que digo.
Yo también, gritó la liebre más alto que la codorniz.
Vamos a ver, creo que lo mejor es calmarnos y ver a un juez para escuchar una tercera opinión, propuso la codorniz.
Pero, ¿dónde vamos a encontrar a un juez?, preguntó la liebre. Los vecinos las ayudaron:
Cerca del río vive un monje que tiene fama de ser muy bondadoso y justo. ¿Cómo es que no conocéis al gato montés? Es un gato de un gran corazón, por no matar a un ser vivo, se alimenta sólo de vegetales.
Tanto la liebre como la codorniz, seguras de que él podía establecer la justicia entre ellas, se alegraron y juntas fueron a ver al gato montés. En el momento que el gato las vio, se frotó las manos como hacen los curas, y movió su cabeza como si estuviera rezando, mientras en su mente pensaba en el banquete que iba a tener.
La codorniz le llamó desde lejos:
¡Hermano!, hemos venido a comentarte nuestra disputa, por si tú nos puedes ayudarnos.
Queridas hermanas, no os puedo oír bien. Ya sabéis, la vida envejece a los jóvenes y hace que la salud abandone a los viejos. Si queréis algo de mí, debéis acercaros un poco más para que os oiga y podamos hablar con tranquilidad, dijo el gato, con voz suave.
La codorniz y la liebre dieron unos pasos, acercándose al felino y le expusieron al gato montés su caso para que él hiciera de juez. La codorniz fue la primera en empezar a contar su versión.
El gato la escuchaba atentamente. Mientras ella estaba absorta en contar su historia, el felino saltó sobre la desgraciada ave, cogiéndole con sus zarpas y, a continuación, sin permitir que la liebre reaccionase, la cogió también con sus dientes, acabando con la vida de las litigantes en un momento.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una interesante fábula. Pero dime, ¿Cuántos falsos jueces nos esperan en la selva de nuestras vidas?
-Muchos, Majestad, contestó el anciano. Pero juzgar de forma apresurada es el peor de todos los males, tanto para un monarca como para sus súbditos, como muestra la fábula del hombre y el hurón.
¿Qué fabula es ésa?. preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia....
******
Os deseo un feliz Domingo, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias siempre por estar ahí y un abrazo. ¡Nos vemos prontito!
domingo, 26 de noviembre de 2017
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
SENSIBILIDAD
El guru, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio.
¿Qué deseas?, le preguntó el guru.
El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de sus monjes. Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la iglesia se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones. Lo que el abad quería saber era lo siguiente: ¿Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta situación?.
"Sí", respondió el guru, "un pecado de ignorancia".
¿ Y qué pecado puede ser ése?
Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis. Y, dicho esto, el guru cerró sus ojos y volvió a su meditación.
Durante el penoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías!, había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente a su monasterio. ¿ Cómo no había sido él capaz de reconocerle? ¿ Y quién podría ser? ¿ Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El hermano administrador? ¿ O sería él, el hermano prior? ¡No, él no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos...
******
Muy buenos días y feliz Domingo. Gracias por estar ahí, un abrazo.
El guru, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio.
¿Qué deseas?, le preguntó el guru.
El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de sus monjes. Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la iglesia se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones. Lo que el abad quería saber era lo siguiente: ¿Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta situación?.
"Sí", respondió el guru, "un pecado de ignorancia".
¿ Y qué pecado puede ser ése?
Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis. Y, dicho esto, el guru cerró sus ojos y volvió a su meditación.
Durante el penoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías!, había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente a su monasterio. ¿ Cómo no había sido él capaz de reconocerle? ¿ Y quién podría ser? ¿ Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El hermano administrador? ¿ O sería él, el hermano prior? ¡No, él no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos...
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Muy buenos días y feliz Domingo. Gracias por estar ahí, un abrazo.
sábado, 25 de noviembre de 2017
MIRAR ATRÁS PARA VER DELANTE. por "Noah Ben Shea"
Un día, de los muchos que me pierdo en las bibliotecas y me olvido del mundo exterior hasta que alguien me dice "vamos a cerrar". Ese día llegó a mis manos un tesoro que hoy quiero compartir con vosotros.
Poeta, Filósofo "Noah ben Shea" Dicen de él; que es un filósofo serio, que cree que el mundo está hambriento de la más sabia y sencilla amabilidad...
Dicen qué, El viaje de Jacob es nuestro viaje. Con él vencemos los temores del pasado y alcanzamos la sabiduría. Qué, hay grandeza en la simplicidad y que debe de haber simplicidad en la grandeza...
******
Érase una vez un panadero llamado Jacob. Era un hombre pobre pero piadoso, que vivía una vida anónima en un pueblo más allá del tiempo. En las madrugadas, mientras esperaba a que los hornos alcanzaran la temperatura adecuada, se escribía unas notitas para sí mismo con la intención de darle sentido a su vida.
Un día, sin percatarse Jacob de ello, una de sus notitas fue cocida accidentalmente en el interior de una barra de pan, y una mujer, que se encontró con la nota en la hogaza que había comprado, se sintió increíblemente conmovida por la sabiduría y la compasión de lo que leyó allí.
Interesándose por conocer mejor a Jacob, el sabio y dulce panadero, descubrió un tesoro largo tiempo ignorado y desconocido.
Muy pronto el secreto de Jacob el Panadero se difundió como un susurro que lleva el viento. Incluso las gentes de las poblaciones de los alrededores detenían a Jacob en su camino al trabajo, le esperaban en su hogar, se amontonaban en la panadería donde trabajaba. Le preguntaban a Jacob acerca de la oración, de la amistad, de la caridad y de cualquier cosa que turbara sus almas. Los niños acudían a él después de la escuela y se sentaban en los sacos de harina para escuchar sus historias.
Sin embargo, todas estas atenciones pronto le hicieron imposible permanecer en su propia población, de modo que empacó sus pocas pertenencias y se embarcó para un largo viaje - tan sólo para darse cuenta de que su reputación le precedía y de que el destino nunca se puede mantener a distancia.
Ahora, Jacob ha vuelto a casa.
Vive solo, otra vez un sencillo panadero. El pueblo ha recuperado el equilibrio. El tiempo y el respeto han calmado las aguas.
La gente, cómo no, aún busca la sabiduría de Jacob. Pero, cuando la noche del invierno se disuelve, aparece el lucero del alba...
******
Muy buenos días y feliz sábado, gracias siempre por estar ahí y no olvidéis de disfrutar los momentos que el universo nos regala. Un abrazo.
Poeta, Filósofo "Noah ben Shea" Dicen de él; que es un filósofo serio, que cree que el mundo está hambriento de la más sabia y sencilla amabilidad...
Dicen qué, El viaje de Jacob es nuestro viaje. Con él vencemos los temores del pasado y alcanzamos la sabiduría. Qué, hay grandeza en la simplicidad y que debe de haber simplicidad en la grandeza...
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Érase una vez un panadero llamado Jacob. Era un hombre pobre pero piadoso, que vivía una vida anónima en un pueblo más allá del tiempo. En las madrugadas, mientras esperaba a que los hornos alcanzaran la temperatura adecuada, se escribía unas notitas para sí mismo con la intención de darle sentido a su vida.
Un día, sin percatarse Jacob de ello, una de sus notitas fue cocida accidentalmente en el interior de una barra de pan, y una mujer, que se encontró con la nota en la hogaza que había comprado, se sintió increíblemente conmovida por la sabiduría y la compasión de lo que leyó allí.
Interesándose por conocer mejor a Jacob, el sabio y dulce panadero, descubrió un tesoro largo tiempo ignorado y desconocido.
Muy pronto el secreto de Jacob el Panadero se difundió como un susurro que lleva el viento. Incluso las gentes de las poblaciones de los alrededores detenían a Jacob en su camino al trabajo, le esperaban en su hogar, se amontonaban en la panadería donde trabajaba. Le preguntaban a Jacob acerca de la oración, de la amistad, de la caridad y de cualquier cosa que turbara sus almas. Los niños acudían a él después de la escuela y se sentaban en los sacos de harina para escuchar sus historias.
Sin embargo, todas estas atenciones pronto le hicieron imposible permanecer en su propia población, de modo que empacó sus pocas pertenencias y se embarcó para un largo viaje - tan sólo para darse cuenta de que su reputación le precedía y de que el destino nunca se puede mantener a distancia.
Ahora, Jacob ha vuelto a casa.
Vive solo, otra vez un sencillo panadero. El pueblo ha recuperado el equilibrio. El tiempo y el respeto han calmado las aguas.
La gente, cómo no, aún busca la sabiduría de Jacob. Pero, cuando la noche del invierno se disuelve, aparece el lucero del alba...
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Muy buenos días y feliz sábado, gracias siempre por estar ahí y no olvidéis de disfrutar los momentos que el universo nos regala. Un abrazo.
jueves, 16 de noviembre de 2017
LA VOZ DEL ANGEL. por "Deepak Chopra"
Comprenderéis a los ángeles cuando comprendáis vuestra propia versión de la realidad, y eso depende de las vibraciones. En la naturaleza todo tiene su propia impronta, y cada impronta está hecha de una vibración única. Una piedra no es un rayo de Luna. Un árbol no es un rayo. En nuestro mundo la separación entre materia y energía se observa estrictamente, pero en el orden natural de las vibraciones forman una corriente continua, un arco iris de creación que se mueve de las cosas más finas a las más bastas de la existencia.
Los ángeles hacemos que parezca absurda cualquier división estricta. Nosotros nos movemos fluidamente a través de todas las líneas, montando el arco iris. A veces aparecemos en sueños, a veces a plena luz del día. Podemos emitir un resplandor celestial o un aroma a santidad...o absolutamente nada. Ya seamos sólidos o meramente lo parezcamos es pura conjetura, puesto que pocos visionarios afirman a ver sido tan temerarios como para realmente haberse inclinado hacía delante para tocar a un ángel.
Si lo ángeles podemos aparecer como materia o energía a voluntad ¿que pasa con vosotros? Tal vez podáis entrar en nuestro mundo, también. Pero para que eso ocurra, tendríais que veros como seres de Luz. ¿Es esto posible? El misterio de la evolución humana apenas si se ha resuelto. De hecho, la evolución en sí apenas si ha comenzado. Nadie puede predecir a dónde irá el espíritu humano en el futuro. A vosotros podrían brotaros alas, pero igualmente sois capaces de coquetear con la extinción. La Luz os espera, pero no manda. Si la Luz es vuestro destino, debéis responder a su mismo indicio, aquí y ahora. Esto significa renunciar lentamente a vuestra lealtad, a las ilusiones que os mantienen alejados de la Luz.
Para ayudar a conoceros, Dios envía muchos mensajeros, sin embargo lo más importante, pero lejos, es esto; Liberaos del miedo. El miedo es poderoso, pero no pertenece a la Luz.
El miedo nació de la separación, y para sanar la separación debéis dejar de escuchar al miedo. Los ángeles consagramos la mayor parte del tiempo a tratar de disolver el miedo. El gran salto del ser humano hacía adelante depende de esta cuestión.
******
Una Luz para vuestro día a día. Muchas gracias por estar ahí, un bonito fin de semana para tod@s y un abrazo. Hasta muy pronto!
Los ángeles hacemos que parezca absurda cualquier división estricta. Nosotros nos movemos fluidamente a través de todas las líneas, montando el arco iris. A veces aparecemos en sueños, a veces a plena luz del día. Podemos emitir un resplandor celestial o un aroma a santidad...o absolutamente nada. Ya seamos sólidos o meramente lo parezcamos es pura conjetura, puesto que pocos visionarios afirman a ver sido tan temerarios como para realmente haberse inclinado hacía delante para tocar a un ángel.
Si lo ángeles podemos aparecer como materia o energía a voluntad ¿que pasa con vosotros? Tal vez podáis entrar en nuestro mundo, también. Pero para que eso ocurra, tendríais que veros como seres de Luz. ¿Es esto posible? El misterio de la evolución humana apenas si se ha resuelto. De hecho, la evolución en sí apenas si ha comenzado. Nadie puede predecir a dónde irá el espíritu humano en el futuro. A vosotros podrían brotaros alas, pero igualmente sois capaces de coquetear con la extinción. La Luz os espera, pero no manda. Si la Luz es vuestro destino, debéis responder a su mismo indicio, aquí y ahora. Esto significa renunciar lentamente a vuestra lealtad, a las ilusiones que os mantienen alejados de la Luz.
Para ayudar a conoceros, Dios envía muchos mensajeros, sin embargo lo más importante, pero lejos, es esto; Liberaos del miedo. El miedo es poderoso, pero no pertenece a la Luz.
El miedo nació de la separación, y para sanar la separación debéis dejar de escuchar al miedo. Los ángeles consagramos la mayor parte del tiempo a tratar de disolver el miedo. El gran salto del ser humano hacía adelante depende de esta cuestión.
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Una Luz para vuestro día a día. Muchas gracias por estar ahí, un bonito fin de semana para tod@s y un abrazo. Hasta muy pronto!
UNA ORACION PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
SENSIBILIDAD
El pastor de una elegante feligresía había delegado en sus subalternos la tarea de saludar a la gente tras el servicio dominical. Pero su mujer le persuadió de que se encargara él mismo de hacerlo.¿No sería espantoso, le dijo, que al cabo de los años no conocieras a tus propios feligreses?
De modo que, al domingo siguiente, concluido el servicio, el pastor ocupó su puesto a la puerta de la iglesia. La primera en salir fue una mujer perfectamente "endomingada". El pastor pensó que debía de tratarse de una nueva feligresa.
¿Cómo está usted? Me siento feliz de tenerla con nosotros, le dijo el pastor mientras le tendía la mano.
Muchas gracias, replicó la mujer, un tanto desconcertada.
Espero verla a menudo por aquí. Nos encanta ver caras nuevas...
Sí, señor...
¿Vive usted en esta parroquia?
La mujer no sabía qué decir.
Si me da usted su dirección, una tarde de éstas iremos a visitarla mi mujer y yo.
No tendrá usted que ir muy lejos, señor. Soy su cocinera.
******
Muy buenos días, una sonrisa por la mañana es un bonito comienzo, no os parece? muchas gracias por estar ahí y un abrazo para vosotr@s.
El pastor de una elegante feligresía había delegado en sus subalternos la tarea de saludar a la gente tras el servicio dominical. Pero su mujer le persuadió de que se encargara él mismo de hacerlo.¿No sería espantoso, le dijo, que al cabo de los años no conocieras a tus propios feligreses?
De modo que, al domingo siguiente, concluido el servicio, el pastor ocupó su puesto a la puerta de la iglesia. La primera en salir fue una mujer perfectamente "endomingada". El pastor pensó que debía de tratarse de una nueva feligresa.
¿Cómo está usted? Me siento feliz de tenerla con nosotros, le dijo el pastor mientras le tendía la mano.
Muchas gracias, replicó la mujer, un tanto desconcertada.
Espero verla a menudo por aquí. Nos encanta ver caras nuevas...
Sí, señor...
¿Vive usted en esta parroquia?
La mujer no sabía qué decir.
Si me da usted su dirección, una tarde de éstas iremos a visitarla mi mujer y yo.
No tendrá usted que ir muy lejos, señor. Soy su cocinera.
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Muy buenos días, una sonrisa por la mañana es un bonito comienzo, no os parece? muchas gracias por estar ahí y un abrazo para vosotr@s.
domingo, 5 de noviembre de 2017
EL GATO Y EL RATÓN. por " Nazanin Amirian".
Tener un tonto como amigo es como poner un cuchillo en las manos de un niño.
-Es cierto, Majestad, dijo el anciano. Sin duda es preferible un enemigo sabio a un amigo necio, como podéis ver en la fábula del gato y el ratón.
-¿Qué fábula es esa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
En el cepo de un enorme árbol, una lechuza construyó su nido. En un hueco de este mismo árbol anidaba una comadreja. Entre la raíces del árbol, un gato salvaje hacía guardia y debajo, cerca de la colina, vivía un ratón.
Los cazadores conocían aquel árbol y a menudo iban allí para tender sus trampas. Una noche, el gato, cuando se acercaba al árbol para ver si podía por fin, atrapar al ratón, cayó dentro de una trampa. Por la mañana, cuando el ratón salió como todos los días en busca de alimento y vio aquella escena, empezó a dar saltos de alegría, puesto que el gato era su peor enemigo. Pero, su alegría no duró mucho tiempo. De repente, se dio cuenta de que él también estaba atrapado. Desde el cepo, la lechuza miraba fijamente, mientras un búho, desde otro lado, se preparaba para saltar sobre él.
El ratón se acuclilló y pensó: "Si sigo adelante, el búho me va a coger; si regreso hacía atrás me raptará la lechuza. Sólo me queda una solución: hacer las paces con el gato y llegar a un pacto de mutua ayuda, así podré salvarme". Con esta idea y con paso firme, se acercó al gato atrapado:
¿Qué tal lo estás pasando, amigo?
-Como ves, bastante mal, para tu alegría, contestó el gato.
Pero el ratón lejos de sentir alegría en esos momentos, en tono conciliador le dijo:
-No, estas equivocado. La verdad es que en cualquier otro momento me hubiera alegrado de verte así, pero hoy yo también tengo problemas y quería ofrecerte mi ayuda. Verás, yo te salvaré rompiendo esta trampa pero a cambio, debes prometerme que me protegerás de la lechuza y del búho.
-Tienes razón, respondió el gato. Ahora necesito tanto tu ayuda como tú la mía. Por tanto no tengas miedo y acércate.
El ratón se alegró y corrió hacía el gato y éste, emocionado, lo cogió en sus brazos con mucho afecto. Cuando el búho y la lechuza vieron que el gato y el ratón se daban abrazos pensaron que era absurdo esperar y se marcharon.
El ratón, entretanto, mordía las cuerdas de la trampa. Cuando el peligro paso y el ratón todavía no había terminado de rescatar al gato, su corazón le impedía seguir. El gato lo notó y le dijo:
-¿Qué pasa, ratón? Cuando tú estabas en peligro eras más rápido y ahora, que mi pellejo está en juego, vas muy lento. ¿Quieres que me muera por tu negligencia?
No es la negligencia lo que me hace dudar. ¿Sabes, querido gato? Me temo que tú, una vez libre, me persigas. Pero no temas, yo he prometido ayudarte y no te abandonaré, contestó el ratón con franqueza.
El sol se marchaba y dejaba su lugar a la oscura noche. Pero aún así, se pudo oír la llegada de uno de los cazadores.
El ratón vio que era el momento de terminar su trabajo, con una rapidez impresionante mordió las últimas cuerdas que quedaban y, con la misma velocidad, corrió en dirección a su agujero antes de que el gato tuviera tiempo de darle las gracias.
El felino, por su parte, dio un gran salto y se escondió entre los árboles. El cazador encontró su trampa desarmada y vacía.
Al día siguiente, el ratón cuando salió de su agujero vio de lejos al gato. Se quedó inmóvil. El gato al ver esa actitud con un tono algo molesto le dijo:
¿Por qué tienes tanto miedo? Acércate para que te dé las gracias por haberme salvado la vida. Nunca olvidaré lo que hiciste por mí.
El ratón que era consciente de las limitaciones de su amistad con el gato, contestó:
-Si uno intuye la enemistad en alguien, aunque su apariencia demuestre la bondad, no debe fiarse. Una amistad verdadera se basa en la confianza, cariño y lealtad; mientras que nuestra amistad se ha basado en la necesidad de un cierto momento, lo que no quiere decir que en otras circunstancias podamos tener intereses comunes. Así que nos debemos despedir aquí, amistosamente, y yo procuraré no cruzar por tu camino.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una interesante fábula. Pero dime, ¿cuántos falsos amigos nos esperan en la selva de nuestras vidas?
Muchos, Majestad, contestó el viejo. La extravagancia, la aversión, la discordia y la desconfianza son nuestros enemigos, como lo demuestra la fábula de la codorniz y la liebre.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Siempre una luz en el camino, para no perdernos... Gracias siempre por estar ahí, qué paséis un feliz Domingo y disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y nos vemos pronto.
-Es cierto, Majestad, dijo el anciano. Sin duda es preferible un enemigo sabio a un amigo necio, como podéis ver en la fábula del gato y el ratón.
-¿Qué fábula es esa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
En el cepo de un enorme árbol, una lechuza construyó su nido. En un hueco de este mismo árbol anidaba una comadreja. Entre la raíces del árbol, un gato salvaje hacía guardia y debajo, cerca de la colina, vivía un ratón.
Los cazadores conocían aquel árbol y a menudo iban allí para tender sus trampas. Una noche, el gato, cuando se acercaba al árbol para ver si podía por fin, atrapar al ratón, cayó dentro de una trampa. Por la mañana, cuando el ratón salió como todos los días en busca de alimento y vio aquella escena, empezó a dar saltos de alegría, puesto que el gato era su peor enemigo. Pero, su alegría no duró mucho tiempo. De repente, se dio cuenta de que él también estaba atrapado. Desde el cepo, la lechuza miraba fijamente, mientras un búho, desde otro lado, se preparaba para saltar sobre él.
El ratón se acuclilló y pensó: "Si sigo adelante, el búho me va a coger; si regreso hacía atrás me raptará la lechuza. Sólo me queda una solución: hacer las paces con el gato y llegar a un pacto de mutua ayuda, así podré salvarme". Con esta idea y con paso firme, se acercó al gato atrapado:
¿Qué tal lo estás pasando, amigo?
-Como ves, bastante mal, para tu alegría, contestó el gato.
Pero el ratón lejos de sentir alegría en esos momentos, en tono conciliador le dijo:
-No, estas equivocado. La verdad es que en cualquier otro momento me hubiera alegrado de verte así, pero hoy yo también tengo problemas y quería ofrecerte mi ayuda. Verás, yo te salvaré rompiendo esta trampa pero a cambio, debes prometerme que me protegerás de la lechuza y del búho.
-Tienes razón, respondió el gato. Ahora necesito tanto tu ayuda como tú la mía. Por tanto no tengas miedo y acércate.
El ratón se alegró y corrió hacía el gato y éste, emocionado, lo cogió en sus brazos con mucho afecto. Cuando el búho y la lechuza vieron que el gato y el ratón se daban abrazos pensaron que era absurdo esperar y se marcharon.
El ratón, entretanto, mordía las cuerdas de la trampa. Cuando el peligro paso y el ratón todavía no había terminado de rescatar al gato, su corazón le impedía seguir. El gato lo notó y le dijo:
-¿Qué pasa, ratón? Cuando tú estabas en peligro eras más rápido y ahora, que mi pellejo está en juego, vas muy lento. ¿Quieres que me muera por tu negligencia?
No es la negligencia lo que me hace dudar. ¿Sabes, querido gato? Me temo que tú, una vez libre, me persigas. Pero no temas, yo he prometido ayudarte y no te abandonaré, contestó el ratón con franqueza.
El sol se marchaba y dejaba su lugar a la oscura noche. Pero aún así, se pudo oír la llegada de uno de los cazadores.
El ratón vio que era el momento de terminar su trabajo, con una rapidez impresionante mordió las últimas cuerdas que quedaban y, con la misma velocidad, corrió en dirección a su agujero antes de que el gato tuviera tiempo de darle las gracias.
El felino, por su parte, dio un gran salto y se escondió entre los árboles. El cazador encontró su trampa desarmada y vacía.
Al día siguiente, el ratón cuando salió de su agujero vio de lejos al gato. Se quedó inmóvil. El gato al ver esa actitud con un tono algo molesto le dijo:
¿Por qué tienes tanto miedo? Acércate para que te dé las gracias por haberme salvado la vida. Nunca olvidaré lo que hiciste por mí.
El ratón que era consciente de las limitaciones de su amistad con el gato, contestó:
-Si uno intuye la enemistad en alguien, aunque su apariencia demuestre la bondad, no debe fiarse. Una amistad verdadera se basa en la confianza, cariño y lealtad; mientras que nuestra amistad se ha basado en la necesidad de un cierto momento, lo que no quiere decir que en otras circunstancias podamos tener intereses comunes. Así que nos debemos despedir aquí, amistosamente, y yo procuraré no cruzar por tu camino.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una interesante fábula. Pero dime, ¿cuántos falsos amigos nos esperan en la selva de nuestras vidas?
Muchos, Majestad, contestó el viejo. La extravagancia, la aversión, la discordia y la desconfianza son nuestros enemigos, como lo demuestra la fábula de la codorniz y la liebre.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Siempre una luz en el camino, para no perdernos... Gracias siempre por estar ahí, qué paséis un feliz Domingo y disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y nos vemos pronto.
sábado, 4 de noviembre de 2017
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello.
SENSIBILIDAD.
Un célebre cirujano vienés decía a sus alumnos que, para ser cirujano, se requerían dos cualidades: no sentir náuseas y tener capacidad de observación.
Para hacer una demostración, introdujo uno de sus dedos en un líquido nauseabundo, se lo llevó a la boca y lo chupó. Luego pidió a sus alumnos que hicieran lo mismo. Y ellos, armándose de valor, le obedecieron sin vacilar.
Entonces, sonriendo astutamente, dijo el cirujano:
"Caballeros, no tengo más remedio que felicitarles a ustedes por haber superado la primera prueba. Pero, desgraciadamente, no han superado la segunda, porque ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que el dedo que yo he chupado no era el mismo que había introducido en ese líquido".
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Muy buenos días, gracias por estar ahí y desearos un feliz Domingo. Un abrazo.
Un célebre cirujano vienés decía a sus alumnos que, para ser cirujano, se requerían dos cualidades: no sentir náuseas y tener capacidad de observación.
Para hacer una demostración, introdujo uno de sus dedos en un líquido nauseabundo, se lo llevó a la boca y lo chupó. Luego pidió a sus alumnos que hicieran lo mismo. Y ellos, armándose de valor, le obedecieron sin vacilar.
Entonces, sonriendo astutamente, dijo el cirujano:
"Caballeros, no tengo más remedio que felicitarles a ustedes por haber superado la primera prueba. Pero, desgraciadamente, no han superado la segunda, porque ninguno de ustedes se ha dado cuenta de que el dedo que yo he chupado no era el mismo que había introducido en ese líquido".
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Muy buenos días, gracias por estar ahí y desearos un feliz Domingo. Un abrazo.
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