miércoles, 29 de marzo de 2017

EL CHACAL Y LOS JABALÍES, por "Nazanin Amirian"

      Ya veo que la codicia puede echar a perder nuestras ilusiones.
      -Sin duda, contestó el viejo sabio. Por eso ha sido una sanción leve comparada con el escarmiento que sufrió aquel chacal que incitaba a dos jabalíes a pelear.
      -¿Qué castigo fue aquél?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                   ******

      Un hambriento chacal, mientras buscaba algo para comer, se encontró a dos jabalíes que luchaban con sus cuernos y colmillos. En esa violenta batalla, la sangre había cubierto sus cuerpos y sus gemidos eran escuchados desde muy lejos.
      El chacal, al ver esa escena, se puso muy contento y pensó: "Cuanto más feroz sea la pelea, mejor será para mí". Inmediatamente empezó a animarles para que lucharan uno contra el otro. "¡Eso es, dale bien, mátalo!", gritaba el chacal.
      Los dos jabalíes seguían luchando con más vehemencia, hasta que la sangre empezó a correr sobre la tierra que pisaban.
      El chacal se puso a gritar más fuerte que antes:" Vamos, acaba con él, ¡mátalo!", mientras lamía la sangre caliente que regaba el suelo.
      Los dos jabalíes, exhaustos, temblaban de furia y reunieron todas sus fuerzas para poner fin a la batalla.
      El chacal estaba tan ocupado en aprovechar de la situación que no se dio cuenta de estar atrapado en medio de un forcejeo entre los jabalíes sin poder reaccionar. Sus huesos sonaron como un violento ¡crac!, y quedaron a merced de los dos jabalíes como una nuez descascarada.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
       -Quien se alegra de la desgracia ajena debe afrontar las consecuencias. Pero, ¡qué pena que esa justicia rápida sólo se administra en las fábulas!
      -Es verdad, Majestad, contestó el anciano. Pero es mejor que la justicia se imparta con detenimiento y una vez que haya pruebas suficientes. Sino podemos cometer irreparables errores, como le ocurrió al león de la fábula.
      -¿Que león?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                                ******

      Siempre gracias por estar ahí, desearos una muy buena semana y deciros que mañana seguiremos con el curso de autoliberación interior que nos esta regalando, Anthony de Mello. Un abrazo.

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