lunes, 10 de octubre de 2016

EL AMOR Y LA PASIÓN. ( El zapatero Astrólogo)

      Había una vez una princesa que estaba locamente enamorada de un capitán de la guardia real. Con sólo 17 años, su único deseo era casarse con él, aunque con ello perdiera todo lo que poseía. Su padre, que tenía fama de sabio, le dijo:
      -Hija mía, todavía eres muy joven y a veces caprichosa. Si sólo buscas en el amor la paz y el placer, no es éste el momento de casarte. No estás preparada para recorrer el camino del amor. El amor es renuncia y, así como regala, también crucifica.
      -Pero padre- respondió la princesa-,¡sería tan feliz junto a él! ¡No me separaría un solo instante de su lado! Compartiríamos hasta el más oculto de nuestros secretos.
      Reflexionando sobre este asunto, el rey se dijo: "Las prohibiciones hacen que crezca el deseo. Por lo tanto, si le prohíbo que se encuentre con su amado, su deseo por él crecerá desesperadamente. Además, los sabios de mi reino suelen decir: Cuando el amor os llegue, seguidlo, aunque sus senderos sean arduos y penosos", así que no me opondré.
      De modo que al fin fue a ver a su hija:
       -Hija mía, voy a someter a prueba tu amor por ese joven. Te voy a encerrar con él en una celda durante cuarenta días y cuarenta noches. Si al final del encierro aún quisieras casarte, será que estás preparada y tendrás mi consentimiento.
      La princesa, loca de alegría, dio un abrazo a su padre y aceptó encantada someterse a la prueba. Todo marchó perfectamente los primeros días.
      -Lucecita de mi corazón- decía el joven a la princesa.
      -A tu lado veo el mundo de otra forma- le contestaba ella.
      Pero, tras la excitación y la euforia del comienzo, no tardó en presentarse la rutina y el aburrimiento. Lo que al principio sonaba a música celestial para los oídos de la princesa, se fue convirtiendo en molesto ruido, y empezó a quejarse del comportamiento del joven:
      -¡Otra vez con lo mismo! Ya podías levantarte del sillón un rato y hacer algo.
      -¿Pero qué quieres que haga metido todo el día en este cuartucho?- protestaba el joven.
      Así comenzó un extraño vaivén entre el dolor y el placer, entre la alegría y la tristeza. Y así, antes de que pasaran dos semanas, la princesa ya estaba suspirando por otro tipo de compañía. Todo cuanto dijera o hiciera su amante le resultaba desagradable.
      A las tres semanas, estaba tan harta de aquel hombre que se puso a chillar y a aporrear la puerta de la celda. Cuando al fin logró salir, se echó en brazos de su padre, agradecida porque la hubiera librado de aquel ser al que había llegado a aborrecer.
      Al poco tiempo, cuando la princesa recobró la serenidad perdida, pidió a su padre que le hablara del matrimonio. Y su padre el rey le aconsejó:
      -Escucha lo que dicen los poetas de nuestro reino: "Dejad que en vuestra unión crezcan los espacios.
      Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión.
      Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis de la misma.
     Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
     Y permaneced juntos, pero no demasiado,
      pues ni el roble ni el ciprés, crecen uno a la sombra del otro".
          FIN.

                                                                 ******

      Pasad una muy buena semana, disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias muchas gracias siempre por estar ahí. Un abrazo.

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