Quiero volver a retomar el blog pero después de una pausa de casi tres semanas no creáis que es muy fácil, por eso quiero contaros un cuento.
Vengo de pasar unas semanas en un pueblecíto, que si no fuera porque tiene ayuntamiento sería una aldea, eso sí una aldea rural muy bonita, pero es un pueblo y hay que dejarlo claro, se llama Fe.
Muy cerquita de Le Mans, en Francia. Esta rodeado de bosques y campos de mazorcas y alfalfa, como también llovió, "algo muy normal por esas tierras, aunque el sol hizo de las suyas" recogimos muchas hermosas y deliciosas moras e hicimos una deliciosa mermelada.
Por las mañanas, cuando todavía reinaba el silencio en la casa, con los zapatos en la mano salía a recibir la mañana y echaba a andar por los caminos que lindaban los campos,entonces los pulmones se sentían agradecidos y me introducía en un pequeño bosquecillo donde a mitad del camino saludaba a un viejo y flaco manzano que daba unas manzanas muy pequeñas y caían de sus ramas de maduras que estaban. Todas las mañanas que salía a caminar me acercaba a él y le daba los buenos días.
Entonces me acorde de un cuento que trata de un manzano parecido al de mi amigo.
¿ Queréis que os lo cuente? Yo también os lo quiero contar.
En Somerset "Inglaterra" al manzano más antiguo del jardín se lo llama el "Hombre Manzano" y, según parece, el espíritu del huerto moraba en su interior. Transcurre en nochebuena cuando,según creen los ancianos, los animales pueden hablar, y los bueyes y los burros seguro que lo hacen.
Erase una vez un hombre muy trabajador, el mayor de una familia numerosa, que había estado ganándose la vida por el mundo desde que era un niño de doce años. Su padre ya casi se había olvidado de él. El menor de los hermanos,, mientras todos los demás iban dejando la granja paterna, se había quedado allí, mimado y protegido, y todo su universo se limitaba a su padre.
Cuando éste murió, dejó todo en sus manos, como era costumbre en aquella región. El joven repartió equitativamente los bienes entre toda la familia, pero cuando le llegó el turno al mayor, únicamente le dio un viejo buey gastado hasta los huesos y el viejo burro de su "papa" que ¡ sólo Dios sabe la edad que tenía! También le alquiló la vieja cabaña en ruinas de su "papa" rodeada por algunos viejos manzanos, donde el padre había vivido con el abuelo,y, lo que más le interesó, fue cobrar puntualmente el alquiler.
El hermano mayor nunca se quejaba, así que se puso a trabajar para mejorar todo aquello. Corto la mejor y más exuberante hierba para alimentar al burro, y éste empezó a engordar. Frotó al buey con hierbas aromáticas y pronunció las palabras apropiadas, y el viejo animal empezó a alargar el paso con bastante brío y a tener un aspecto diferente. Entonces regresó con ambos animales al huerto para que pastaran y trabajaran la tierra, y aquellos manzanos revivieron hasta tal punto que verlos era una maravilla. Todo esto lo mantuvo tan ocupado que no había podido juntar dinero para el alquiler, ni sabía de dónde podría sacarlo.
Así pues, el hermano menor llegó un día al huerto y le dijo: Mañana es nochebuena y, según se cuenta, a medianoche los animales hablan. Se dice también que hay un tesoro escondido en alguna parte de este huerto, pero nadie sabe dónde, así que se lo voy a preguntar al viejo burro y, si lo hago con tacto, seguro que me lo dirá. Despiértame un rato antes de las doce. Te diré, además, lo que voy a hacer: te perdonaré seis peniques de alquiler.
Y se marchó muy satisfecho de sí mismo. La mañana siguiente era víspera de Navidad. El hombre se levantó temprano y limpió a fondo todo el lugar. Puso ramitos de acebo en el establo del burro y del buey. Dejó la casa reluciente y transporto un buen haz de leña para el fuego de Navidad.Alimento a los animales con doble ración de heno y los guardó temprano para que pudieran descansar bien.
Luego encendió el fuego de Navidad, entibió la última gota de sidra que le quedaba y la vertió sobre las raíces del manzano más viejo. Entonces el Hombre Manzano lo llamó desde su interior:
Coge tu espada y clávala aquí, bajo mis raíces podridas, y lo que encuentres será tuyo y de nadie más.Así pues, el hijo mayor buscó su espada, la clavó y encontró, escondido bajo las raíces, un pequeño cofre lleno de oro.
Cógelo "dijo el Hombre Manzano" cógelo y no se lo digas a nadie. El hombre hizo lo que el árbol le pedía, y ahora "volvió a decir el Hombre Manzano" ve a buscar a tu querido hermano porque se acerca la medianoche. El hermano menor llegó corriendo apresuradamente y, al acercarse al establo, vio una luz que salía de su interior y al burro y al buey que hablaban:
¿ Has visto a aquel codicioso tonto? "preguntó el burro". El maleducado está allí escuchándonos. Quiere que le digamos dónde está el tesoro.
Y el tesoro está en un lugar donde nunca podrá encontrarlo "dijo el buey" porque alguien lo ha encontrado primero.
Y esto fue lo único que el hermano menor logró saber acerca del tesoro.
OS HA GUSTADO? Me alegro muchísimo, ¡ HASTA LA PROXIMA SEMANA!.
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