lunes, 13 de julio de 2015

PHOUKA, EL DUENDE IRLANDES

Observar de nuevo el mundo con los ojos de un niño:

Phouka,es un personaje increíble cuando se trata de gastar bromas a la gente; Muchas personas se dieron un chapuzón cuando paseaban distraídamente en un bonito poney y de pronto se encontrarón en una profunda laguna, mientras el duende se partía de risa. Pero si los hombres tienen una actitud amistosa con él, Phouka les hará más de un favor.

Erase una vez un niño llamado Phadrig, cuyo padre era campesino y molinero a la vez. Un día estaba vigilando el ganado cuando algo pasó a su lado,veloz como una tromba. No se asustó en lo más mínimo, porque sabia que se trataba de Phouka, que se dirigía al molino donde los duendes acostumbraban a reunirse después del atardecer, y lo llamó:
¡Phouka! ¡Phouka! ¡Muéstrame cómo eres y te daré mi abrigo para que no tengas frío!
La tromba giro a su alrededor y se dirigió hacia él bajo la forma de un toro, agitando su rabo como un loco. Pero Phadrig se mantuvo firme y, sin perder la calma, le arrojó su abrigo, Phouka se detuvo y, manso como un cordero, le dijo con voz humana:
Phadrig, cuando salga esta noche la luna, ven al molino y tendrás buena suerte.
Esa noche Phadrig fue al molino, que estaba lleno de sacos de grano por moler y no encontró a nadie trabajando porque los hombres a esas horas, como siempre, estaban profundamente dormidos. Se sentó y esperó, pero no ocurrió nada. Una pesada somnoliencia se apoderó de él y también se quedó dormido. Cuando despertó ya era de día y todo el grano estaba molido, pero no habían sido los hombres quienes lo habían hecho, porque todavía dormían. Y pasó lo mismo durante tres noches, hasta que Phadrig decidió quedarse despierto y vigilar.
En el molino había un viejo arcón. Aquella noche Phadrig se metió dentro y, cerrando la tapa suavemente, se puso a vigilar por el gran agujero de la cerradura para poder ver lo que ocurría. Justo a medianoche entraron seis hombrecillos, cada uno con un saco sobre la espalda que descargaron al lado de los otros sacos; Los trabajadores del molino, como era usual,estaban todos durmiendo.
Después, entró un pequeño anciano arrugado y les dijo que empezaran a moler el grano. El viejo Phouka estaba allí en medio dirigièndolos y, antes que empezara el día, todo el grano estuvo molido.
A la mañana, el niño fue corriendo a decírselo a su padre, que le respondió que aquella noche vigilarían juntos. Así que fueron, se metieron en el arcón y volvió a pasar lo mismo que la noche anterior.¡ Está claro que todo el trabajo lo hace Phouka! dijo el molinero por la mañana, y estos hombres no son más que holgazanes perezosos, así que voy a despedirlos y el buen Phouka se ocupará de moler todo el grano.
Así se hizo, y el molinero se volvió tan rico como si en lugar de moler cereal moliera oro, porque no tenía jornales que pagar y toda la molienda era ganancia pura, pero nunca dijo cómo había hecho su dinero, porque los regalos de los duendes deben mantenerse en secreto.
Le había tomado mucho cariño al viejo Phouka y con frecuencia solía meterse en el arcón para observarlo. Le dio mucha pena verlo tan andrajoso y con tanto trabajo yendo siempre detrás de los jóvenes y holgazanes duendes, que eludían la faena siempre que podían. Phadrig pensó para sus adentros que como mínimo tenía la obligación de darle buenas ropas que lo mantuvieran abrigado en el frío del molino. Estaba ganando mucho dinero, así que compro un fino traje de buen paño y un chaleco de seda para el viejo Phouka y lo dejó preparado sobre el suelo, en el lugar donde el anciano acostumbraba colocarse. A medianoche llegó esté y lo vio:
¿ Qué es esto? preguntó. Seguro que lo han dejado para mí. Se lo puso y anduvo pavonéandose de un lado a otro contento como una mona. De pronto recordó el grano que tenía que moler y se volvió hacia la muela: ¡No! ¡ No puede ser! dijo. Ahora soy un caballero muy fino, y los caballeros no se dedican a moler grano. Saldré al mundo para exhibirme.
Arrinconó de una patada sus viejos harapos y salió dándose aires.
Aquella noche no se trabajó en el molino, ni tampoco las siguientes.
Cuando el anciano Phouka se hubo ido, los jóvenes duendes también partieron, pero el molinero era ya tan rico que pudo vender la granja y el molino, construir una casa elegante y enviar a su hijo al colegio. Así que Phadrig se convirtió en un buen estudiante y en un caballero bien parecido, aunque añoraba mucho a su viejo amigo. Muchas noches vagaba por los campos diciendo:
¡Phouka! ¡Phouka! ¡Deja que te vea,te hecho de menos!. Pero fue inútil. Nunca más volvió a ver a su amigo.
Sin embargo, Phouka no se había olvidado de él. Cuando Phadrig terminó el colegio y era ya un distinguido y joven caballero con casa propia, se casó con una joven dama, tan dulce y hermosa que todo el mundo decía que era como la hija de un hada reina. Entre las bebidas que estaban sobre la mesa del banquete de bodas había una copa de oro llena del más perfumado de los vinos. Nadie sabía de donde provenía, excepto Phadrig, que supo que se trataba del regalo de bodas de su amigo Phouka.
No tenía miedo de beber de ella, así que alzando la copa, brindó por la novia e hizo que ella brindara por él y toda la vida tuvieron buena suerte, salud y felicidad, porque el amor de Phouka los protegía.
Phadrig consevó la copa de oro, y después de él  su hijo y luego, el hijo de su hijo, y así hasta nuestros días en que se guarda como un tesoro de la familia.

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