miércoles, 13 de junio de 2018

LA ESCALERA DE JACOB, por "Noah Ben Shea"

         CADA FLOR ES UN SÍMBOLO DEL INFINITO QUE TRATA DE EXPRESARSE.
                                                              Paramahansa Yogananda


                                                   NUESTRO SENDERO TIENE UN PROPÓSITO
                                                    QUE ESTÁ MÁS ALLÁ DE DONDE NOS LLEVA



En mitad del día, Jacob se tomó un rato para descansar. Se sentó sobre una caja volcada que se apoyaba contra la puerta trasera de la panadería. A los pies de la plataforma de descarga vio unas huellas en el barro. La lluvia las había llenado de agua, y las palomas metían sus picos en aquellos pequeños estanques. Nuestro rastro es un pozo, pensó Jacob. Hay otros que extraen agua de donde nosotros hemos estado. Nuestro sendero tiene un propósito que está más allá de donde nos lleva.
      -Jacob -preguntó una mujer que cargaba con su tristeza mientras se acercaba-, ¿puedo robarte un poco de tu tiempo?
      -Mi tiempo no es mío -dijo Jacob, y se echó a reír-.
Sólo Dios es el propietario. Los demás lo alquilamos. Y después, animando a la mujer, continuó:
      -Siéntate aquí a mi lado. Pon la cara al sol, y el mundo te parecerá más luminoso.
      -Mi madre se está muriendo -dijo la mujer mientras se sentaba al lado de Jacob.
      Jacob no dijo nada.
      -Está sufriendo tanto que no sé si rezar por ella, retenerla o dejarla ir.
      Jacob siguió en silencio, dejando que la mujer aclarara sus sentimientos.
      -Quizás no se puede ir porque yo no la dejo marchar. ¿Puede ser eso? ¿Es mi amor el que la retiene aquí, en el dolor?
      Los padres aprenden a poseer, y luego luchan por agarrarse a algo -dijo Jacob -. Los hijos piden que se les deje ir, y luego luchan para que no se vayan.
      -Oh, Jacob -gimió la mujer -, ¿por qué hay tanto dolor en la vida?
      -¿Acaso la respuesta a esa pregunta la va hacer menos dolorosa?-fue la respuesta de Jacob.
      -Nada más hago que hacerte preguntas -dijo la mujer apretando una mano contra la otra -, y todo lo que dices es "quizás" y "puede ser". No quiero saber lo que estoy sintiendo. ¡Quiero saber qué puedo hacer!
      La mujer se puso a sollozar.
      -Cuídate del saber más y sentir menos -dijo Jacob -.
Para encontrar el sendero que se abre delante de ti, toma el sendero interior.
      -¿Y cómo lo hago? -preguntó la mujer.
      -En silencio -respondió Jacob.
La mujer se calmó.
      Mi madre no se va a recuperar. Las cosas ya no volverán a ser como antes. ¿No?
      Miró a Jacob como alguien que se queda de pie en el muelle del puerto, observando cómo se aleja el barco en donde está todo lo que posee.
      -Tienes razón -contestó Jacob -.Nada volverá a ser igual. El tiempo no es una habitación cerrada, sino un corredor interminable. A cada momento aparece una puerta.
      -Y cuando mi madre muera, ¿qué? -preguntó la mujer.
Jacob contempló a la mujer mientras se iba y, cruzando el río, se dirigía a su casa.
      -Aunque a menudo pensemos que estamos solos, nunca estamos tan solos como creemos.

                                                                  ******

Os deseo un buen fin de semana, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias por estar ahí y nos vemos muy pronto. Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario