Hablemos del enemigo.
A los seres humanos les resulta difícil pensar en el mal en abstracto; por lo tanto le adjudican rasgos humanos. Satanás en la cara humana que adjudicáis al mal cósmico. Nadie lo ha conocido; sin embargo eso es necesario para vuestra manera de pensar. En la mayoría de los casos el mal es algo muy lejano al mal cósmico. Se arraiga, en cambio, en el egoísmo, la desobediencia y la rebeldía, impulsos aprendidos en la infancia. Podréis disimular estos impulsos con disfraces adultos y volverlos más peligrosos mediante la violencia de las armas de fuego y otras, pero para nosotros no son complejos. Un niño que se siente amado y querido no abrazará tales valores cuando sea mayor. Cuando el mundo ya no transmita miedo y odio de una generación a la siguiente, este tipo de mal será desterrado en forma tan completa como la viruela.
Mucho más arraigada está vuestra noción de que sois malos por naturaleza. Este tipo de mal se denomina demoníaco o pecaminoso. A menudo lo remontáis a algún tipo de pérdida de la inocencia; en muchos de vuestros mitos hay un legendario paraíso en la tierra que se perdió porque no fuisteis capaces de controlar vuestro yo más básico. Sin embargo, el Edén es aquí y ahora. Si insistís en que sois pecaminosos porque sois imperfectos, entonces por qué no descubrir el significado del ser perfecto, ya que Dios sólo ve la perfección.
La perfección se refiere simplemente a la totalidad. Cuando vosotros tenéis un "mal" pensamiento y generáis violencia a partir de él, o cometéis actos que os llevan a la culpa y la vergüenza, vuestro impulso natural es sacar ese acto de vuestra memoria. Lo convertís en un fragmento de vosotros mismos que no queréis que los demás vean, que ni vosotros mismos sois capaces de mirar. Sin embargo, tales fragmentos nunca desaparecen. El pensamiento es energía, y la energía no se puede crear o destruir. Vuestras partes "malas" quedan ocultas, pero continúan acosando vuestro inconsciente a voluntad. Cuando surge la oportunidad, si la presión de la vieja energía es lo bastante fuerte, el mal surgirá a la luz del día. Súbitos estallidos de violencia aparecen en los ambientes más pacíficos; impulsos oscuros que parecen totalmente ajenos a vuestra voluntad vendrán a reclamar su derecho de nacimiento. Nacieron en vuestra mente, y su derecho de nacimiento es llamar vuestra atención.
Si le prestáis atención de la manera correcta, entonces el mal se disuelve. La manera correcta significa aceptar la responsabilidad y lograr que cada uno de vuestros impulsos, por muy oscuros que sean, puedan formar parte de vosotros.
Dios no quiere que sufráis por vuestra vergüenza y vuestra culpa oculta. Si las lleváis plenamente a la luz, él os aliviará la carga. Ésta u otra tarea de los ángeles pues si nos lo piden, podemos transformar cualquier energía, quitar su aguijón de vergüenza y culpa y reemplazar con luz.
El único tipo de mal de que no hemos hablado, entonces, es comparativamente pequeño, y es el mal cósmico. El mal cósmico no tiene nada que ver con la violencia o el crimen. Es meramente la fuerza de destrucción. La vida debe renovarse a sí misma, y en ese proceso lo viejo se descompone para ceder el paso a lo nuevo. No podéis tener un sólo pensamiento nuevo sin dejar morir uno viejo. Pero si agregáis el miedo a esta fuerza natural de destrucción, la volveréis sobre vosotros mismos. Toda energía funciona a partir del sencillo principio de que las cosas semejantes se atraen; en el pleno sutil las energías destructivas de la mente humana se han reunido en formas más grandes.
Esto es como polvo cósmico que se reúne para formar estrellas y galaxias. La intensidad ardiente de una estrella nació de un polvo frío que estuvo flotando inofensivamente durante miles de millones de años. El mal cósmico, es decir, la fuerza condensada de la destrucción también se generó a partir de pequeñas semillas. Vosotros agregáis nuevas semillas a este mal "satánico" con cada pensamiento negativo; pero ninguna persona tiene el poder de aniquilar esta enorme oscuridad. Aun así, la solución del mal cósmico es relativamente sencilla, sólo tenéis que dejar de atraerlo hacía vosotros. Si vivís en la luz, el mal no tiene interés en vosotros. De nuevo los ángeles estamos aquí para ayudar, pues nuestra luz es mucho más fuerte que la vuestra, y si nos atraen hacia vosotros, entonces agregamos mucha más intensidad de luz para protegeros.
Si tomáis todos estos niveles de mal, diferentes como son, encontráis algo que es común a todos: Todos existen en vuestra conciencia. El único enemigo que tenéis es un enemigo interior. Por lo tanto, cuando buscáis a Dios dentro de vosotros, ganáis conocimiento para derrotar cualquier mal.
Ésta es la manera probada de derrotar a la oscuridad.
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Quien con una sonrisa se levanta le espera un bonito día, muy buenos días, desearos un feliz Domingo y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias por estar y un abrazo para tod@s. Hasta pronto!
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