Jacob se revolvió y se quedó mirando las ásperas Ivigas que formaban el costillar de su techo. Los instantes anteriores al amanecer daban un tenue baño de luz a las paredes. Jacob se detuvo por un momento y se preguntó si no habría despertado en el vientre de una gran ballena. Cerró los ojos de nuevo y dio gracias a Dios por el nuevo dí.
El frío en la pequeña habitación, como si de gélidos dedos se tratara, le daba la sensación de punzadas en los pies. Levantándose poco a poco, Jacob se maravilló de hasta qué punto un hombre puede ser pesado para sí mismo.
En el centro de una mesita estrecha reposaba un pan oscuro junto a un platito con sal. Con ambas manos, Jacob elevó el pan en una bendición. Luego, bajando de nuevo la ofrenda, asperjó con suavidad la sal sobre la corteza, frotándola entre el pulgar y el índice. Después, pellizcó la punta de la hogaza, desgajó un pedazo de pan y rompió su ayuno.
La simplicidad en las necesidades de Jacob enriquecía su vida. Queriendo menos cosas se permitía más lujos.
Jacob se arropó con el pesado abrigo que se solía poner para ir a la panadería. Abrió la puerta y se sumergió en la mañana. La nieve caída la noche anterior cubría la tierra.
Como un pequeño punto de pintura atravesaba el blanco lienzo, mientras el viento soplaba detrás de él borrando sus huellas a medida que avanzaba.
Una delgada línea de hielo se había formado alrededor del marco de las puertas traseras de la panadería, por lo que tuvo que cargar con el hombro para abrirlas. El hielo, al romperse, sonó como una ramita seca cuando se quiebra bajo el pie. Las palomas, a los pies de la plataforma de carga y descarga, se esforzaban en su labor de descubrir semillas y migajas. Jacob se complacía con su compañía, así como con sus rituales.
El suelo crujió bajo su peso cuando entró en la panadería; aquél era un gemido que le resultaba familiar. Le envolvió la oscuridad, y Jacob aceptó su abrazo. También aquello le resultaba familiar.
Observando las sombras se detuvo. Es curioso, pensó, en dónde sujetamos las raíces. Somos como semillas al viento que despiertan en la oscuridad.
Jacob sacó una cerilla del banco de trabajo que había junto a los hornos y se agachó para encender la llama del piloto. Una lágrima azul saltó y danzó a lo largo de la hilera de quemadores. Sé de ayuda, pensó Jacob. Una sola puede alumbrar a muchas.
Se incorporó con lentitud, enderezó la espalda y sacó un lápiz de su bolsillo trasero. Localizó los trozos de papel que guardaba en montoncitos cerca de la báscula de la masa y se puso a escribir.
Como un pastor de antaño, Jacob escuchaba los salmos en el viento.
Cuando los demás le decían a Jacob que lo que escribía reflejaba una gran sabiduría, él respondía,
"Lo que escribo es más sabio de lo que soy yo".
Cuando le decían, "Eres demasiado humilde", Jacob respondía, "Dios está siempre en concierto, pero la audiencia no siempre escucha".
Jacob se puso a desarrollar la masa que había estado en reposo durante la noche. El calor de los hornos colgaba sobre él como una manta suspendida del techo. Jacob se solazaba en aquel cálido confort, y se preguntaba si no estaría soñando todavía, metido aún en la cama.
Después, mientras trabajaba la masa con sus manos, pensó en los hogares de su pueblo. Veía a esposos y esposas despertándose en aquel momento. Veía a hijos e hijas con ojos como almendras gigantes observando los prometedores años que se abrían ante ellos. También veía su propia casa: con la cama vacía y la tenue huella de su cuerpo aún en las sábanas.
Se cernió sobre sí mismo, súbitamente solo. Era una sensación poco habitual para él. Se preguntó cuánta soledad podría encaramársele a las espaldas a un hombre que, durante tantos años, se había sentido en paz con su vida solitaria.
-Hola! -atronó una voz por detrás de él, asustando a Jacob y rompiendo aquellos instantes de tranquilidad.
Max, un joven panadero, que llevaba un saco de harina hacia la amasadera, de disculpó:
-Lo siento, Jacob, no pretendía asustarte-. ¿Estás solo?
Jacob se volvió hacia Max.
-Estamos solos juntos- dijo Jacob.
Poco después estaban los dos hombres, hombro con hombro, utilizando los bordes de sus manos para dar forma a las líneas de las hogazas.
Jacob, ¿te importaría si te hiciera una pregunta?
inquirió Max.
Jacob no respondió, sino que levantó una bandeja llena de panes sin cocer y la puso en uno de los carros.
-Jacob -le preguntó sorprendido Max- ¿me estás ignorando?
Simplemente me pregunto si me he estado ignorando a mí mismo- dijo Jacob.
Dijo aquello casi como ausente, dejándolo caer como el que esparce harina sobre los tableros de pan. Max estaba desconcertado. Nunca antes había visto a Jacob confuso con sus propios sentimientos.
Percibiendo la incomodidad de Max, Jacob le puso una mano sobre el hombro y le dijo:
En la vida solemos descubrir lo que no sabíamos que estábamos buscando.
-Te diré lo que estoy buscando yo -intervino Samuel, el dueño de la panadería, que había llegado también inadvertidamente-. Samuel desplazó su amplia figura alrededor de la amasadera, charlando como si estuviera ya en mitad de la conversación. Estoy buscando al resto de mis panaderos además de a mis clientes.
Después, moviendo la cabeza y observando los progresos del trabajo en la mañana, dijo:
-Bendito seas, Jacob. Sólo puedo contar contigo.
Como un director de orquesta perdido en su propio ritmo, Samuel agitaba su dedo índice mientras hablaba.
¿Y qué hay de Max? preguntó Jacob reconviniendo a Samuel por sus modales.
Cuando Max lleve aquí tantos años como tú, lo bendeciré también.
Bendice el instante, Samuel- dijo Jacob - y los años traerán su propia bendición. Muchos de nosotros vivimos una vida ajetreada porque se nos permite creer que estamos yendo a alguna parte.
¿Oyes eso, Max? dijo Samuel mientras Max salía para traer otro saco de harina. Aún cuando yo no diga nada, este hombre es capaz de convertirlo en algo.
-Sólo soy un panadero -dijo Jacob esquivando el cumplido -.De la harina hago el pan, pero el grano que hace la harina es un regalo de Dios.
Samuel se rió, y se palmeó el perfil de la panza bajo la blusa.
¿Y cuál es ese regalo, eh?
Tu amistad ha sido un enorme regalo para mí -dijo Jacob -.
Y yo valoro tu sabiduría -dijo Samuel meneando de nuevo el dedo -.aún cuando no siempre sepa lo que estás sintiendo.
En ocasiones, nuestro corazón guarda sus secretos hasta de nosotros mismos -dijo Jacob en voz baja.
Se oyeron nuevas voces que entraban en la panadería, fracturando el caparazón que envolvía a los tres hombres. El contrapunto de los panaderos llegó como nudos enlazados unos con otros a través de sus saludos y lo que pronto se convirtió en el engranaje de sus esfuerzos.
Las bandejas y los carros rodaban hasta los hornos como una promesa, y salían de allí con el tesoro apilado de las doradas hogazas. Las galletas, como montañas de monedas, caían de las bandejas en las fuentes y se llevaban apresuradamente, tiernas y calientes, hasta el mostrador. Y allí, las gentes del pueblo soltaban sus monedas y volvían presto a casa caldeadas por los panes que llevaban bajo los abrigos.
Con el palpitar de la actividad, los instantes pasaban para Jacob como un río; otro día en la panadería; otro día a la deriva, inconsciente,verdadero sólo en sí mismo.
El día había pasado. El alba se había convertido en crepúsculo.
******
Muy buenos días tengáis tod@s vosotr@s. Desearos una feliz navidad y pensad en vuestros sueños, seguro que un día se harán realidad. muchas gracias siempre por estar ahí y un fuerte abrazo.
miércoles, 20 de diciembre de 2017
domingo, 17 de diciembre de 2017
LA VOZ DEL ANGEL. por "Deepak Chopra"
Hablemos del enemigo.
A los seres humanos les resulta difícil pensar en el mal en abstracto; por lo tanto le adjudican rasgos humanos. Satanás en la cara humana que adjudicáis al mal cósmico. Nadie lo ha conocido; sin embargo eso es necesario para vuestra manera de pensar. En la mayoría de los casos el mal es algo muy lejano al mal cósmico. Se arraiga, en cambio, en el egoísmo, la desobediencia y la rebeldía, impulsos aprendidos en la infancia. Podréis disimular estos impulsos con disfraces adultos y volverlos más peligrosos mediante la violencia de las armas de fuego y otras, pero para nosotros no son complejos. Un niño que se siente amado y querido no abrazará tales valores cuando sea mayor. Cuando el mundo ya no transmita miedo y odio de una generación a la siguiente, este tipo de mal será desterrado en forma tan completa como la viruela.
Mucho más arraigada está vuestra noción de que sois malos por naturaleza. Este tipo de mal se denomina demoníaco o pecaminoso. A menudo lo remontáis a algún tipo de pérdida de la inocencia; en muchos de vuestros mitos hay un legendario paraíso en la tierra que se perdió porque no fuisteis capaces de controlar vuestro yo más básico. Sin embargo, el Edén es aquí y ahora. Si insistís en que sois pecaminosos porque sois imperfectos, entonces por qué no descubrir el significado del ser perfecto, ya que Dios sólo ve la perfección.
La perfección se refiere simplemente a la totalidad. Cuando vosotros tenéis un "mal" pensamiento y generáis violencia a partir de él, o cometéis actos que os llevan a la culpa y la vergüenza, vuestro impulso natural es sacar ese acto de vuestra memoria. Lo convertís en un fragmento de vosotros mismos que no queréis que los demás vean, que ni vosotros mismos sois capaces de mirar. Sin embargo, tales fragmentos nunca desaparecen. El pensamiento es energía, y la energía no se puede crear o destruir. Vuestras partes "malas" quedan ocultas, pero continúan acosando vuestro inconsciente a voluntad. Cuando surge la oportunidad, si la presión de la vieja energía es lo bastante fuerte, el mal surgirá a la luz del día. Súbitos estallidos de violencia aparecen en los ambientes más pacíficos; impulsos oscuros que parecen totalmente ajenos a vuestra voluntad vendrán a reclamar su derecho de nacimiento. Nacieron en vuestra mente, y su derecho de nacimiento es llamar vuestra atención.
Si le prestáis atención de la manera correcta, entonces el mal se disuelve. La manera correcta significa aceptar la responsabilidad y lograr que cada uno de vuestros impulsos, por muy oscuros que sean, puedan formar parte de vosotros.
Dios no quiere que sufráis por vuestra vergüenza y vuestra culpa oculta. Si las lleváis plenamente a la luz, él os aliviará la carga. Ésta u otra tarea de los ángeles pues si nos lo piden, podemos transformar cualquier energía, quitar su aguijón de vergüenza y culpa y reemplazar con luz.
El único tipo de mal de que no hemos hablado, entonces, es comparativamente pequeño, y es el mal cósmico. El mal cósmico no tiene nada que ver con la violencia o el crimen. Es meramente la fuerza de destrucción. La vida debe renovarse a sí misma, y en ese proceso lo viejo se descompone para ceder el paso a lo nuevo. No podéis tener un sólo pensamiento nuevo sin dejar morir uno viejo. Pero si agregáis el miedo a esta fuerza natural de destrucción, la volveréis sobre vosotros mismos. Toda energía funciona a partir del sencillo principio de que las cosas semejantes se atraen; en el pleno sutil las energías destructivas de la mente humana se han reunido en formas más grandes.
Esto es como polvo cósmico que se reúne para formar estrellas y galaxias. La intensidad ardiente de una estrella nació de un polvo frío que estuvo flotando inofensivamente durante miles de millones de años. El mal cósmico, es decir, la fuerza condensada de la destrucción también se generó a partir de pequeñas semillas. Vosotros agregáis nuevas semillas a este mal "satánico" con cada pensamiento negativo; pero ninguna persona tiene el poder de aniquilar esta enorme oscuridad. Aun así, la solución del mal cósmico es relativamente sencilla, sólo tenéis que dejar de atraerlo hacía vosotros. Si vivís en la luz, el mal no tiene interés en vosotros. De nuevo los ángeles estamos aquí para ayudar, pues nuestra luz es mucho más fuerte que la vuestra, y si nos atraen hacia vosotros, entonces agregamos mucha más intensidad de luz para protegeros.
Si tomáis todos estos niveles de mal, diferentes como son, encontráis algo que es común a todos: Todos existen en vuestra conciencia. El único enemigo que tenéis es un enemigo interior. Por lo tanto, cuando buscáis a Dios dentro de vosotros, ganáis conocimiento para derrotar cualquier mal.
Ésta es la manera probada de derrotar a la oscuridad.
******
Quien con una sonrisa se levanta le espera un bonito día, muy buenos días, desearos un feliz Domingo y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias por estar y un abrazo para tod@s. Hasta pronto!
A los seres humanos les resulta difícil pensar en el mal en abstracto; por lo tanto le adjudican rasgos humanos. Satanás en la cara humana que adjudicáis al mal cósmico. Nadie lo ha conocido; sin embargo eso es necesario para vuestra manera de pensar. En la mayoría de los casos el mal es algo muy lejano al mal cósmico. Se arraiga, en cambio, en el egoísmo, la desobediencia y la rebeldía, impulsos aprendidos en la infancia. Podréis disimular estos impulsos con disfraces adultos y volverlos más peligrosos mediante la violencia de las armas de fuego y otras, pero para nosotros no son complejos. Un niño que se siente amado y querido no abrazará tales valores cuando sea mayor. Cuando el mundo ya no transmita miedo y odio de una generación a la siguiente, este tipo de mal será desterrado en forma tan completa como la viruela.
Mucho más arraigada está vuestra noción de que sois malos por naturaleza. Este tipo de mal se denomina demoníaco o pecaminoso. A menudo lo remontáis a algún tipo de pérdida de la inocencia; en muchos de vuestros mitos hay un legendario paraíso en la tierra que se perdió porque no fuisteis capaces de controlar vuestro yo más básico. Sin embargo, el Edén es aquí y ahora. Si insistís en que sois pecaminosos porque sois imperfectos, entonces por qué no descubrir el significado del ser perfecto, ya que Dios sólo ve la perfección.
La perfección se refiere simplemente a la totalidad. Cuando vosotros tenéis un "mal" pensamiento y generáis violencia a partir de él, o cometéis actos que os llevan a la culpa y la vergüenza, vuestro impulso natural es sacar ese acto de vuestra memoria. Lo convertís en un fragmento de vosotros mismos que no queréis que los demás vean, que ni vosotros mismos sois capaces de mirar. Sin embargo, tales fragmentos nunca desaparecen. El pensamiento es energía, y la energía no se puede crear o destruir. Vuestras partes "malas" quedan ocultas, pero continúan acosando vuestro inconsciente a voluntad. Cuando surge la oportunidad, si la presión de la vieja energía es lo bastante fuerte, el mal surgirá a la luz del día. Súbitos estallidos de violencia aparecen en los ambientes más pacíficos; impulsos oscuros que parecen totalmente ajenos a vuestra voluntad vendrán a reclamar su derecho de nacimiento. Nacieron en vuestra mente, y su derecho de nacimiento es llamar vuestra atención.
Si le prestáis atención de la manera correcta, entonces el mal se disuelve. La manera correcta significa aceptar la responsabilidad y lograr que cada uno de vuestros impulsos, por muy oscuros que sean, puedan formar parte de vosotros.
Dios no quiere que sufráis por vuestra vergüenza y vuestra culpa oculta. Si las lleváis plenamente a la luz, él os aliviará la carga. Ésta u otra tarea de los ángeles pues si nos lo piden, podemos transformar cualquier energía, quitar su aguijón de vergüenza y culpa y reemplazar con luz.
El único tipo de mal de que no hemos hablado, entonces, es comparativamente pequeño, y es el mal cósmico. El mal cósmico no tiene nada que ver con la violencia o el crimen. Es meramente la fuerza de destrucción. La vida debe renovarse a sí misma, y en ese proceso lo viejo se descompone para ceder el paso a lo nuevo. No podéis tener un sólo pensamiento nuevo sin dejar morir uno viejo. Pero si agregáis el miedo a esta fuerza natural de destrucción, la volveréis sobre vosotros mismos. Toda energía funciona a partir del sencillo principio de que las cosas semejantes se atraen; en el pleno sutil las energías destructivas de la mente humana se han reunido en formas más grandes.
Esto es como polvo cósmico que se reúne para formar estrellas y galaxias. La intensidad ardiente de una estrella nació de un polvo frío que estuvo flotando inofensivamente durante miles de millones de años. El mal cósmico, es decir, la fuerza condensada de la destrucción también se generó a partir de pequeñas semillas. Vosotros agregáis nuevas semillas a este mal "satánico" con cada pensamiento negativo; pero ninguna persona tiene el poder de aniquilar esta enorme oscuridad. Aun así, la solución del mal cósmico es relativamente sencilla, sólo tenéis que dejar de atraerlo hacía vosotros. Si vivís en la luz, el mal no tiene interés en vosotros. De nuevo los ángeles estamos aquí para ayudar, pues nuestra luz es mucho más fuerte que la vuestra, y si nos atraen hacia vosotros, entonces agregamos mucha más intensidad de luz para protegeros.
Si tomáis todos estos niveles de mal, diferentes como son, encontráis algo que es común a todos: Todos existen en vuestra conciencia. El único enemigo que tenéis es un enemigo interior. Por lo tanto, cuando buscáis a Dios dentro de vosotros, ganáis conocimiento para derrotar cualquier mal.
Ésta es la manera probada de derrotar a la oscuridad.
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Quien con una sonrisa se levanta le espera un bonito día, muy buenos días, desearos un feliz Domingo y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, gracias por estar y un abrazo para tod@s. Hasta pronto!
sábado, 16 de diciembre de 2017
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
"Dicen que cuando el corazón se abre, la luz puede entrar en todas partes":
El Buda Kamakura estuvo alojado en un templo hasta que, un día, una gran tormenta echó abajo dicho templo. Desde entonces, la enorme estatua estuvo durante años expuesta al sol, a la lluvia, a los vientos y a las inclemencias del tiempo.
Cuando un sacerdote comenzó a recaudar fondos para reconstruir el templo, la estatua se le apareció en sueños y le dijo: "Aquel templo era una cárcel, no un hogar.
Déjame seguir expuesto a las inclemencias de la vida, que ése es mi lugar".
******
Muy buenos días, gracias siempre por estar ahí y qué disfrutéis del bonito sábado. Un abrazo
El Buda Kamakura estuvo alojado en un templo hasta que, un día, una gran tormenta echó abajo dicho templo. Desde entonces, la enorme estatua estuvo durante años expuesta al sol, a la lluvia, a los vientos y a las inclemencias del tiempo.
Cuando un sacerdote comenzó a recaudar fondos para reconstruir el templo, la estatua se le apareció en sueños y le dijo: "Aquel templo era una cárcel, no un hogar.
Déjame seguir expuesto a las inclemencias de la vida, que ése es mi lugar".
******
Muy buenos días, gracias siempre por estar ahí y qué disfrutéis del bonito sábado. Un abrazo
jueves, 14 de diciembre de 2017
EL HOMBRE Y EL HURÓN. por " Nazanin Amirian"
¿Cuántos falsos jueces nos esperan en la selva de nuestras vidas?
-Muchos, Majestad, contestó el anciano. Pero juzgar de forma apresurada es el peor de todos los males, tanto para un monarca como para sus súbditos, como muestra la fábula del hombre y el hurón.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Una joven pareja vivía en un precioso y tranquilo pueblecito. Un día, cuando iban a trabajar en la granja, encontraron junto al camino a un bebé envuelto en una sábana. Lo consideraron un regalo de los dioses, y decidieron cuidar de él y darle lo mejor que podían.
Más tarde, cuando el niño creció, para entretenerlo y protegerlo trajeron a casa un bello e inteligente hurón.
Una mañana la mujer salió de casa para bañarse en el río dejando el niño al cuidado de su marido. Nada más salir, un mensajero llamó a la puerta; venía de parte del monarca y se le ordenaba presentarse inmediatamente al castillo real, pues iba a encargarle un trabajo. El hombre no tenía elección, debía acudir a la corte. Dejo al niño con el hurón y corrió hacia el castillo.
Mientras tanto, una venenosa serpiente salió de su nido y se acercó lentamente a la cuna del niño, quien dormía plácidamente.
El fiel hurón no podía abandonar al pequeño, así que se echó encima de la serpiente y le clavó sus dientes, tras una larga lucha a muerte, pudo reducirla.
Al oír la puerta, el pequeño héroe, manchado de sangre y todo desmelenado, corrió hacia su amo para demostrar su júbilo. Cuando el hombre lo vio en la puerta con aquel aspecto, exclamó llorando:
¿Qué has hecho maldita bestia?
Y sin esperar a averiguar lo ocurrido, dio un golpe de bastón al pobre hurón, acabando con quien salvó la vida de su hijo.
Luego corrió hacia el cuarto donde estaba el niño. Se encontraba tranquilamente durmiendo en la cuna. En el suelo, en un charco de sangre, yacía la serpiente. El hombre se dio cuenta del crimen que había cometido. Su corazón se encogió de dolor, pero la pena y el arrepentimiento no podían devolver la vida al fiel hurón.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
Cualquier persona que tenga un bastón en la mano debe aprender de esta fábula. La agresividad es un mal aliado del hombre.
-Es cierto, Majestad, contestó el viejo hombre. No tener agallas para aceptar la verdad sobre sí mismo es tan malo como la agresividad. Uno puede poseer grandes ojos pero no ver la realidad, como nos enseña la fábula del cuervo y la lechuza. La mentira suena bien y por tanto recibe recompensa. Mientras que la verdad normalmente por ser dura, desacredita a quien la dice.
-Y, ¿qué dice esa fábula?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
******
Muy buenos días, siempre daros las gracias por estar ahí y mis deseos para que siempre tengáis una luz para no perderos en el camino. Disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y nos vemos muy pronto.
-Muchos, Majestad, contestó el anciano. Pero juzgar de forma apresurada es el peor de todos los males, tanto para un monarca como para sus súbditos, como muestra la fábula del hombre y el hurón.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Una joven pareja vivía en un precioso y tranquilo pueblecito. Un día, cuando iban a trabajar en la granja, encontraron junto al camino a un bebé envuelto en una sábana. Lo consideraron un regalo de los dioses, y decidieron cuidar de él y darle lo mejor que podían.
Más tarde, cuando el niño creció, para entretenerlo y protegerlo trajeron a casa un bello e inteligente hurón.
Una mañana la mujer salió de casa para bañarse en el río dejando el niño al cuidado de su marido. Nada más salir, un mensajero llamó a la puerta; venía de parte del monarca y se le ordenaba presentarse inmediatamente al castillo real, pues iba a encargarle un trabajo. El hombre no tenía elección, debía acudir a la corte. Dejo al niño con el hurón y corrió hacia el castillo.
Mientras tanto, una venenosa serpiente salió de su nido y se acercó lentamente a la cuna del niño, quien dormía plácidamente.
El fiel hurón no podía abandonar al pequeño, así que se echó encima de la serpiente y le clavó sus dientes, tras una larga lucha a muerte, pudo reducirla.
Al oír la puerta, el pequeño héroe, manchado de sangre y todo desmelenado, corrió hacia su amo para demostrar su júbilo. Cuando el hombre lo vio en la puerta con aquel aspecto, exclamó llorando:
¿Qué has hecho maldita bestia?
Y sin esperar a averiguar lo ocurrido, dio un golpe de bastón al pobre hurón, acabando con quien salvó la vida de su hijo.
Luego corrió hacia el cuarto donde estaba el niño. Se encontraba tranquilamente durmiendo en la cuna. En el suelo, en un charco de sangre, yacía la serpiente. El hombre se dio cuenta del crimen que había cometido. Su corazón se encogió de dolor, pero la pena y el arrepentimiento no podían devolver la vida al fiel hurón.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
Cualquier persona que tenga un bastón en la mano debe aprender de esta fábula. La agresividad es un mal aliado del hombre.
-Es cierto, Majestad, contestó el viejo hombre. No tener agallas para aceptar la verdad sobre sí mismo es tan malo como la agresividad. Uno puede poseer grandes ojos pero no ver la realidad, como nos enseña la fábula del cuervo y la lechuza. La mentira suena bien y por tanto recibe recompensa. Mientras que la verdad normalmente por ser dura, desacredita a quien la dice.
-Y, ¿qué dice esa fábula?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Muy buenos días, siempre daros las gracias por estar ahí y mis deseos para que siempre tengáis una luz para no perderos en el camino. Disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y nos vemos muy pronto.
sábado, 9 de diciembre de 2017
AUTOLIBERACIÓN INTERIOR. por "Anthony de Mello"
EL SER ES LO QUE VALE
El hombre se afana en descubrir a Dios pero no se afana en descubrirse a sí mismo. ¿Cómo es ese hombre que busca a Dios? Si no te conoces a ti mismo no podrás conocer a nadie. Tú te moverás como un autómata. Si provienes de una familia que se deprimía, tu seguirás deprimiéndote. Si tu familia ha sido agresiva, tú tomarás la agresividad como la más corriente.
En otras culturas, cuando un hombre decide morir, elije al hijo mayor para que sea el que tenga el privilegio de tirar de la cuerda para ahorcarse, y los amigos y los parientes celebran ese ahorcamiento con un banquete. Pues esta es una clase de programación como otra cualquiera. No son mejores a las que nosotros tenemos. Si las cosas que consideras "malas" no las haces porque te programaron para no hacerlo, ¿qué mérito tienes?
El sentido de culpabilidad y el miedo que te han metido en el cuerpo, son la causa de que evites hacer las cosas que consideras "malas". Actúas como un robot programado. Si no te paras, bien despierto, cada vez que vayas a decidir una cosa, a sopesar la realidad y las consecuencias que puedan sobrevenir de lo que vas hacer, ¿cómo vas a ser responsable de lo que decidas?
De la otra manera, aun cuando no seas culpable de una programación que te han impuesto sin tu consentimiento, si eres ahora culpable de decidir por hábito sin preocuparte de las consecuencias. Tienes la obligación de despertar, y una vez despierto y consciente, ya eres libre para decidir lo que quieras.
Conócete bien a ti mismo y de dónde proceden tus motivaciones antes de juzgar "malo" o "bueno" a nada ni a nadie, ¡Dios nos libre de los que se creen santos! Decía Santa Teresa: "Ese señor, si no fuese tan "santo", seria más fácil convencerle de que anda equivocado".
Los que mataron a Jesús, si nos creemos que eran malos, es que no hemos entendido para nada el Evangelio. Los fariseos eran los "buenos" oficiales, y los publicanos eran considerados bandidos, porque cobraban los impuestos a los pobres y se sometían a los ricos. Se les consideraba -con razón- los exprimidores de los pobres, pues los ricos nunca pagaban. El recaudador era un hombre protegido por el gobierno, y por eso se le llamaba "publicano". Pues bien, Jesús trataba con ellos, y de entre estos publicanos, Jesús sacó un amigo, uno de sus apóstoles.
Dicen que Gandhi hablaba primero y después practicaba, y que Jesús practicaba antes de hablar, y por eso nadie podía prever lo que iba a hacer. Si hoy viviese con nosotros sería -a lo mejor- hasta capaz de ir a comer con Reagan (¡que ya es!), escandalizándonos a todos los que creemos tenerlo todo claro.
Jesús desmontó y rompió todos los esquemas y cuestionó las palabras sagradas de la Biblia. Cuestionó su interpretación y la manipulación que se hizo de ellas. A Jesús no le interesaba que le reconociesen como Mesías -el Mesías que ellos esperaban_, sino que lo que quería era ser El mismo fiel a la verdad.
En la presencia de Jesús todo ser queda desvelado, no hay medias tintas, porque Jesús es plena autenticidad. "Si no odias a tu padre y a tu madre..." no eres tú mismo y no podrás seguirle. Odiar a la figura del "padre" y de la "madre", no a la persona, es lo que está diciendo Jesús. Si aún vives de lo que tus padres grabaron en tu mente, y no eres capaz de emanciaparte, es como si tus padres y su cultura respondieran por ti. Más vale la conciencia que la adoración, porque la conciencia es, en sí, adoración, despertar a la verdad de Dios.
"Más vale el hombre que el sábado", dijo Jesús, cargándose la programación más perseguida por la religión judía. Y por eso mataron a Jesús, por "blasfemo". ¡Cuántas veces habremos crucificado a Jesús con nuestras, "buenas intenciones" Krisnamurti dice: "Todo conocimiento corrompe. Todo pensamiento y concepto corrompe. Somos esclavos de ellos". "Perdónales, Padre, que no saben lo que hacen". No crucificaban a Jesús, sino sus conceptos. Al decir "hombre", ¿a quién me refiero? Si nos referimos a la palabra hombre, sin concepto, es un nombre genérico, un hombre libre de toda añadidura, como cuando digo árbol. Estoy nombrando a un hombre sin historia, sin cultura, sin sexo, que se puede aplicar tanto desde al hombre cavernario como al de ahora; al niño, al viejo, a la mujer y al varón; al chino como al africano. Cuando hablamos del hombre general, pues hemos de desnudarlo de todo concepto. Ningún concepto puede definir a Dios. Santo Tomás dice que hay tres maneras de conocer a Dios: en la Creación, en la actividad (la vida) y en la oración, pero que la forma más real de conocerlo es como El Gran Desconocido.
******
Una luz más para no perdernos en nuestro caminar del día a día. Os deseo un feliz fin de semana y qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala el universo, gracias siempre por estar ahí. un ABRAZO.
El hombre se afana en descubrir a Dios pero no se afana en descubrirse a sí mismo. ¿Cómo es ese hombre que busca a Dios? Si no te conoces a ti mismo no podrás conocer a nadie. Tú te moverás como un autómata. Si provienes de una familia que se deprimía, tu seguirás deprimiéndote. Si tu familia ha sido agresiva, tú tomarás la agresividad como la más corriente.
En otras culturas, cuando un hombre decide morir, elije al hijo mayor para que sea el que tenga el privilegio de tirar de la cuerda para ahorcarse, y los amigos y los parientes celebran ese ahorcamiento con un banquete. Pues esta es una clase de programación como otra cualquiera. No son mejores a las que nosotros tenemos. Si las cosas que consideras "malas" no las haces porque te programaron para no hacerlo, ¿qué mérito tienes?
El sentido de culpabilidad y el miedo que te han metido en el cuerpo, son la causa de que evites hacer las cosas que consideras "malas". Actúas como un robot programado. Si no te paras, bien despierto, cada vez que vayas a decidir una cosa, a sopesar la realidad y las consecuencias que puedan sobrevenir de lo que vas hacer, ¿cómo vas a ser responsable de lo que decidas?
De la otra manera, aun cuando no seas culpable de una programación que te han impuesto sin tu consentimiento, si eres ahora culpable de decidir por hábito sin preocuparte de las consecuencias. Tienes la obligación de despertar, y una vez despierto y consciente, ya eres libre para decidir lo que quieras.
Conócete bien a ti mismo y de dónde proceden tus motivaciones antes de juzgar "malo" o "bueno" a nada ni a nadie, ¡Dios nos libre de los que se creen santos! Decía Santa Teresa: "Ese señor, si no fuese tan "santo", seria más fácil convencerle de que anda equivocado".
Los que mataron a Jesús, si nos creemos que eran malos, es que no hemos entendido para nada el Evangelio. Los fariseos eran los "buenos" oficiales, y los publicanos eran considerados bandidos, porque cobraban los impuestos a los pobres y se sometían a los ricos. Se les consideraba -con razón- los exprimidores de los pobres, pues los ricos nunca pagaban. El recaudador era un hombre protegido por el gobierno, y por eso se le llamaba "publicano". Pues bien, Jesús trataba con ellos, y de entre estos publicanos, Jesús sacó un amigo, uno de sus apóstoles.
Dicen que Gandhi hablaba primero y después practicaba, y que Jesús practicaba antes de hablar, y por eso nadie podía prever lo que iba a hacer. Si hoy viviese con nosotros sería -a lo mejor- hasta capaz de ir a comer con Reagan (¡que ya es!), escandalizándonos a todos los que creemos tenerlo todo claro.
Jesús desmontó y rompió todos los esquemas y cuestionó las palabras sagradas de la Biblia. Cuestionó su interpretación y la manipulación que se hizo de ellas. A Jesús no le interesaba que le reconociesen como Mesías -el Mesías que ellos esperaban_, sino que lo que quería era ser El mismo fiel a la verdad.
En la presencia de Jesús todo ser queda desvelado, no hay medias tintas, porque Jesús es plena autenticidad. "Si no odias a tu padre y a tu madre..." no eres tú mismo y no podrás seguirle. Odiar a la figura del "padre" y de la "madre", no a la persona, es lo que está diciendo Jesús. Si aún vives de lo que tus padres grabaron en tu mente, y no eres capaz de emanciaparte, es como si tus padres y su cultura respondieran por ti. Más vale la conciencia que la adoración, porque la conciencia es, en sí, adoración, despertar a la verdad de Dios.
"Más vale el hombre que el sábado", dijo Jesús, cargándose la programación más perseguida por la religión judía. Y por eso mataron a Jesús, por "blasfemo". ¡Cuántas veces habremos crucificado a Jesús con nuestras, "buenas intenciones" Krisnamurti dice: "Todo conocimiento corrompe. Todo pensamiento y concepto corrompe. Somos esclavos de ellos". "Perdónales, Padre, que no saben lo que hacen". No crucificaban a Jesús, sino sus conceptos. Al decir "hombre", ¿a quién me refiero? Si nos referimos a la palabra hombre, sin concepto, es un nombre genérico, un hombre libre de toda añadidura, como cuando digo árbol. Estoy nombrando a un hombre sin historia, sin cultura, sin sexo, que se puede aplicar tanto desde al hombre cavernario como al de ahora; al niño, al viejo, a la mujer y al varón; al chino como al africano. Cuando hablamos del hombre general, pues hemos de desnudarlo de todo concepto. Ningún concepto puede definir a Dios. Santo Tomás dice que hay tres maneras de conocer a Dios: en la Creación, en la actividad (la vida) y en la oración, pero que la forma más real de conocerlo es como El Gran Desconocido.
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Una luz más para no perdernos en nuestro caminar del día a día. Os deseo un feliz fin de semana y qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala el universo, gracias siempre por estar ahí. un ABRAZO.
viernes, 8 de diciembre de 2017
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
El anciano rabino se había quedado ciego y no podía leer ni ver los rostros de quienes acudían a visitarlo.
Un día le dijo un taumaturgo: Confíate a mí, y yo te curaré de tu ceguera.
"No me hace ninguna falta", le respondió el rabino.
"puedo ver todo lo que necesito".
No todos los que tienen los ojos cerrados están dormidos.
Ni todos los que tienen los ojos abiertos pueden ver.
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Muy buenos días, daros las gracias siempre por estar ahí y desearos un bonito día.
Un día le dijo un taumaturgo: Confíate a mí, y yo te curaré de tu ceguera.
"No me hace ninguna falta", le respondió el rabino.
"puedo ver todo lo que necesito".
No todos los que tienen los ojos cerrados están dormidos.
Ni todos los que tienen los ojos abiertos pueden ver.
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Muy buenos días, daros las gracias siempre por estar ahí y desearos un bonito día.
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