miércoles, 13 de septiembre de 2017

LA GACELA, LA TORTUGA, EL CUERVO Y EL RATÓN. por "Nazanin Amirian"

      No hay nada en el mundo más dulce que disfrutar de la compañía de buena gente. ¿Conocéis la historia de la gacela atrapada?
      -¿Qué gacela?, preguntó el joven rey.
     El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

       Tres viejos amigos, una tortuga, un ratón y un cuervo, estaban conversando cerca de un estanque del bosque. De repente oyeron un susurro. La gacela tembló de miedo y mientras se preparaba para huir, gritó:
      ¡Hermanos, socorro! El cazador viene por mí.
      -Salta al estanque y esconde tu cabeza entre las hojas.
     La gacela hizo lo que le dijo su amiga. La tortuga, por su parte, se escondió bajo un arbusto, el ratón corrió hacia su agujero, y el cuervo voló hacia la cima del árbol más cercano. Después de un rato, el cuervo le dijo a la gacela:
      -Ya puedes salir. El cazador se ha marchado. Y sus amigos también salieron de sus escondites. La gacela salió del agua y agradeció a sus amigos por haberla ayudado a escapar. A partir de aquel día, decidieron vivir todos cerca.
      Un día, la tortuga, el ratón y el cuervo esperaron un buen rato a la gacela en el estanque donde siempre se reunían, pero ella no dio señales de vida.
      El ratón, muy angustiado, preguntó:
       ¿Qué le habrá pasado?
     -Ve tú a buscarla en el bosque, le pidió la tortuga al cuervo.
    El cuervo voló y miró todos los rincones del bosque. De repente, en medio del pantano encontró a la gacela que se lamentaba:
      -Estoy atrapada hermano, he caído en una trampa.
      -No te desesperes. Nosotros te ayudaremos, le dijo el cuervo, consolándola. Y voló hacia donde estaban sus amigos, y les comunicó:
      -La gacela ha caído en una trampa. El ratón subió a la espalda del cuervo y dijo:
      Llévame hacia ella. Yo la podré sacar de allí.
    El cuervo lo llevó al pantano. La trampa era muy dura, y antes de que el ratón pudiese morderla, la tortuga, que había venido también, dijo:
      -No podía permanecer allí sentada mientras uno de mis amigos tiene problemas.
     - Tú deberías haberte quedado allí. Si llega el cazador, la gacela podrá huir, el ratón podrá esconderse, y yo podré volar, pero tú, ¿qué?, se enojo el cuervo.
     Pero ella estaba allí y los reproches no resolvían el problema. El ratón mordió la trampa hasta desatar el último hilo. El tiempo se les echaba encima, cuando se oyó el ruido de las hojas secas, era el cazador.
      La gacela, con un ligero salto, se puso a correr. El ratón se escondió entre las hierbas. El cuervo subió volando a un árbol. La tortuga dio unos cortos pasos, pero el cazador la cogió, la metió en su mochila y contento emprendió el camino de regreso a su casa.
      El cuervo, la gacela y el ratón, tristes, se reunieron en el estanque para encontrar una solución. El cuervo fue el primero en hablar:
      ¿Qué debemos hacer ahora?
      -Ya sé lo que podemos hacer. Tú, gacela, te pondrás en medio del camino haciéndote la muerta. Tú, cuervo, te colocarás a su lado. Cuando el cazador vea la gacela, dejará su mochila con la tortuga dentro, y nosotros iremos a rescatarla. Tú, gacela, debes correr a toda velocidad para alejarte del cazador en cuanto puedas. El resto me lo dejan a mí, dijo el ratón.
      Se hizo lo planeado. El cazador fue detrás de la gacela, y el ratón, con rapidez, ayudó a que la tortuga saliese de la mochila. Cuando estaban a salvo, el cuervo le hizo una señal a la gacela, y ésta desapareció entre los tupidos árboles del bosque. El frustrado cazador cuando regresó para llevarse la mochila, la encontró vacía.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
        -Me encanta esta fábula. ¡Es fantástico tener amigos!
       -Tenéis razón, ¡Majestad!, respondió el viejo. Pero los amigos deben actuar con sabiduría, sino el resultado de su actitud bondadosa agradará a los enemigos, antes que a nadie. ¿Sabéis qué hizo el conejo de la fábula?
      -¿Qué conejo?, preguntó el joven rey.
    El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

                                                             ******

      Os deseo un bonito día, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala, siempre gracias por estar ahí y nos vemos pronto, ¿Os parece? Un abrazo.

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