Difícilmente se puede encontrar otro ejemplo de necedad.
-Aún existen actitudes necias más graves, Majestad, contestó el anciano, como la codicia. Muchos avaros no sólo pierden un puñado de lentejas, sino también su cabeza. ¿Conocéis la fábula del lobo codicioso?
-No, no la conozco, contestó el rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Un hombre, que ocupaba su tiempo libre persiguiendo y matando animales, preparaba su arco y su flecha y, tras un buen rato, pudo alcanzar a un despistado conejo. Contento del trofeo, recogió sus cosas, colocó al conejo muerto sobre sus hombros y emprendió el camino de regreso.
De repente, mientras cruzaba el bosque fue atacado por un salvaje jabalí. Pese a la sorpresa del ataque y de estar mal herido, el cazador logró clavar su cuchillo en el cuello del jabalí.
Pero aquel hombre, a consecuencia de la cantidad de sangre que perdió en el combate, murió sobre el jabalí que yacía malherido sobre un montículo de ramas.
Mientras tanto, un extraviado lobo que paseaba por el bosque se encontró con los cadáveres del conejo, del cazador cazado y del jabalí. Estaban todos allí tirados en el suelo como sacos de arena. No podía creer tal espectáculo, empezó a dar saltos de alegría, tenía el banquete garantizado:
¡Qué bien!, pero hay demasiada comida, no debo cometer el error de comérmelo todo de una vez. Por tanto, disfrutaré primero de la carne más blanda, por ejemplo, la cuerda del arco.
El lobo empezó a palpar el arco, la cuerda estaba muy tensa y se cortó. El arco se disparó con tanta fuerza que su flecha quedó clavada en el cráneo del codicioso lobo, antes de que hubiera podido saborear aquellos deliciosos manjares.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula que apoya el castigo a los avaros.
-Así es, Majestad, contestó el anciano. Además de la codicia, actuar sin meditar y no calcular las consecuencias que puede acarrear esta actitud que también merece de una buena lección. Es lo que le ocurrió al derviche de la fábula.
¿Qué fábula es esa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia....
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Os deseo una muy buena semana, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala y nos vemos prontito para seguir con el curso de autoliberación interior que nos regala Anthony de Mello. Muchas gracias por estar ahí y un abrazo. FELIZ DÍA.
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