Un piadoso anciano rezaba cinco veces al día, mientras que su socio en los negocios jamás ponía los pies en la iglesia. Pues bien, el día que cumplió ochenta años, el anciano oró de la siguiente manera:
"¡Oh Dios, nuestro Señor! Desde que era joven, no he dejado un sólo día de acudir a la iglesia desde por la mañana y rezarte mis oraciones cinco veces diarias, como está mandado. No he hecho un solo movimiento ni he tomado una sola decisión, importante o intranscendente, sin haber primero invocado tu Nombre. Y ahora, en mi ancianidad, he redoblado mis ejercicios piadosos y te rezo sin cesar día y noche. Sin embargo, aquí me tienes: tan pobre como un ratón de sacristía. En cambio, fíjate en mi socio: juega y bebe como un cosaco e incluso, a pesar de sus años, anda con mujeres de dudosa reputación...y a pesar de todo, nada en la abundancia. Y dudo que alguna vez haya salido de sus labios una sola oración. Pues bien, Señor: no te pido que le castigues, porque eso no sería cristiano; pero te ruego que respondas: ¿Por qué, por qué, por qué...le has permitido a él prosperar y me has tratado a mí de este modo?"
"¡Porque eres un verdadero pelmazo!", le respondió Dios.
Había un monasterio cuya Regla no era "No hables", sino "No hables si no es para decir algo que sea mejor que el silencio".
¿No podría decirse lo mismo de la oración?
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Muy buenos días, gracias por estar ahí, os deseo un muy buen día y qué lo disfrutéis. Un abrazo.
martes, 30 de mayo de 2017
jueves, 25 de mayo de 2017
LA GARZA Y EL CANGREJO. por "Nazanin Amirian"
Esos relatos demuestran que el engaño y la maldad pueden disfrazarse de mil maneras.
-Es cierto, Majestad, contestó el anciano. Si uno hace el mal, puede esperar sus consecuencias. Pero también es de necios emplear métodos para eliminar a los demás que puedan poner en peligro su propia vida, como ocurrió a aquella garza de la fábula.
-¿Qué garza?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
En medio del bosque el sol iluminaba el estanque. Su agua estaba llena de peces. Entre los matorrales cercanos vivía una garza, y en un agujero bajo una roca, se hospedaba un cangrejo.
La garza estaba cansada de no atrapar ni un solo pez desde hacía días. De poco le servía hacer guardia al borde del estanque, pues la mayoría de las tardes dormía con el estómago vacío y el hambre de almohada.
Una tarde, la garza pensó: ¡En el momento menos esperado, astutos peces, cogeré lo mejor de vosotros!.
Al día siguiente, volvió al estanque y se acercó a la residencia del cangrejo. Se puso sobre la roca y con un tono que desgarraba a cualquier corazón empezó a decir:
-¡Oh! ¡Qué desastre, qué desastre!
-¿Qué te pasa garza? ¿Por qué estás tan triste?, preguntó el cangrejo, saliendo de su guarida.
-A mí no me pasa nada. Estoy triste por los peces. Han sido condenados a muerte. Escuché decir a unos pescadores que iban a venir a barrer el estanque. ¡Oh!, ¡qué desastre, qué desastre! Y con esas palabras, con cara de pena, aleteó y voló hacia su nido. El cangrejo, sin perder tiempo, regresó al agua para contar lo ocurrido a los peces. Ellos aterrorizados dijeron:
-¿Qué será de nosotros? ¿Quién puede ayudarnos?
Se reunieron para encontrar una solución. Y después de que cada uno planteara sus ideas, decidieron acudir a la garza. Ella les esperaba:
-Me encantaría poder ayudaros o al menos aconsejaros. Si queréis, yo os puedo llevar al otro lado del bosque, donde estaréis a salvo.
Los peces se lo agradecieron gritando todos a la vez:
-¡Sí, garza, por favor llévame a mí, primero a mí!
La garza cogió con el pico a dos de ellos y voló hacia al otro lado de la selva. Allí se los comió, dejando sus finos esqueletos sobre el césped. En un par de semanas hubo un montón de huesos blancos en aquel lugar.
Un día, el cangrejo fue a ver a la garza y le dijo:
-Querida garza, llévame a mí también; tengo miedo de que si permanezco en este estanque los pescadores me atraparán a mí.
La garza se alegró mucho, pues hacía tiempo que soñaba con un manjar tan delicioso.
-Desde luego, amigo mío. Lo haré con mucho gusto.
Cogió a el cangrejo con su pico y lo llevó cruzando el bosque. Mientras volaban, el cangrejo pudo observar que no había ningún estanque y de repente, vio la montaña de huesos de los desafortunados peces.
-Pero, querida garza, ¡te has olvidado que el cangrejo no es un pez! Y con sus dos brazos y toda su fuerza apretó el cuello del ave asesina. Ésta, que no esperaba el ataque del cangrejo, se estrelló de cabeza contra el suelo. El cangrejo cayó sobre el césped, y despacio regresó a su estanque.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula con un digno final.
-Sí, Majestad, contestó el anciano. Es cierto que no debemos confiar a ciegas en alguien que nos puede traicionar. Debo deciros, además, que la educación es muy importante en el comportamiento de cualquier ser. ¿Vos conocéis la historia de los dos papagayos?
-No, no la conozco, respondió el monarca.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
******
Qué tengáis un feliz fin de semana y disfrutad los buenos momentos que el universo nos regala. Gracias siempre por estar ahí y un abrazo para tod@s. Nos vemos pronto!
-Es cierto, Majestad, contestó el anciano. Si uno hace el mal, puede esperar sus consecuencias. Pero también es de necios emplear métodos para eliminar a los demás que puedan poner en peligro su propia vida, como ocurrió a aquella garza de la fábula.
-¿Qué garza?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
En medio del bosque el sol iluminaba el estanque. Su agua estaba llena de peces. Entre los matorrales cercanos vivía una garza, y en un agujero bajo una roca, se hospedaba un cangrejo.
La garza estaba cansada de no atrapar ni un solo pez desde hacía días. De poco le servía hacer guardia al borde del estanque, pues la mayoría de las tardes dormía con el estómago vacío y el hambre de almohada.
Una tarde, la garza pensó: ¡En el momento menos esperado, astutos peces, cogeré lo mejor de vosotros!.
Al día siguiente, volvió al estanque y se acercó a la residencia del cangrejo. Se puso sobre la roca y con un tono que desgarraba a cualquier corazón empezó a decir:
-¡Oh! ¡Qué desastre, qué desastre!
-¿Qué te pasa garza? ¿Por qué estás tan triste?, preguntó el cangrejo, saliendo de su guarida.
-A mí no me pasa nada. Estoy triste por los peces. Han sido condenados a muerte. Escuché decir a unos pescadores que iban a venir a barrer el estanque. ¡Oh!, ¡qué desastre, qué desastre! Y con esas palabras, con cara de pena, aleteó y voló hacia su nido. El cangrejo, sin perder tiempo, regresó al agua para contar lo ocurrido a los peces. Ellos aterrorizados dijeron:
-¿Qué será de nosotros? ¿Quién puede ayudarnos?
Se reunieron para encontrar una solución. Y después de que cada uno planteara sus ideas, decidieron acudir a la garza. Ella les esperaba:
-Me encantaría poder ayudaros o al menos aconsejaros. Si queréis, yo os puedo llevar al otro lado del bosque, donde estaréis a salvo.
Los peces se lo agradecieron gritando todos a la vez:
-¡Sí, garza, por favor llévame a mí, primero a mí!
La garza cogió con el pico a dos de ellos y voló hacia al otro lado de la selva. Allí se los comió, dejando sus finos esqueletos sobre el césped. En un par de semanas hubo un montón de huesos blancos en aquel lugar.
Un día, el cangrejo fue a ver a la garza y le dijo:
-Querida garza, llévame a mí también; tengo miedo de que si permanezco en este estanque los pescadores me atraparán a mí.
La garza se alegró mucho, pues hacía tiempo que soñaba con un manjar tan delicioso.
-Desde luego, amigo mío. Lo haré con mucho gusto.
Cogió a el cangrejo con su pico y lo llevó cruzando el bosque. Mientras volaban, el cangrejo pudo observar que no había ningún estanque y de repente, vio la montaña de huesos de los desafortunados peces.
-Pero, querida garza, ¡te has olvidado que el cangrejo no es un pez! Y con sus dos brazos y toda su fuerza apretó el cuello del ave asesina. Ésta, que no esperaba el ataque del cangrejo, se estrelló de cabeza contra el suelo. El cangrejo cayó sobre el césped, y despacio regresó a su estanque.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula con un digno final.
-Sí, Majestad, contestó el anciano. Es cierto que no debemos confiar a ciegas en alguien que nos puede traicionar. Debo deciros, además, que la educación es muy importante en el comportamiento de cualquier ser. ¿Vos conocéis la historia de los dos papagayos?
-No, no la conozco, respondió el monarca.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Qué tengáis un feliz fin de semana y disfrutad los buenos momentos que el universo nos regala. Gracias siempre por estar ahí y un abrazo para tod@s. Nos vemos pronto!
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
Un día, el mullah Nasrudin observó cómo el maestro del pueblo conducía a un grupo de niños hacia la mezquita.
"¿ Para qué los llevas allí?", le preguntó.
"La sequía está azotando el país", le respondió el maestro, "y confiamos en que el clamor de los inocentes mueva el corazón del Todopoderoso".
"Lo importante no es el clamor, ya sea de inocentes o de criminales", dijo el mullah, "sino la sabiduría y el conocimiento".
"¿Cómo te atreves a blasfemar de ese modo delante de estos niños?", le recriminó el maestro. ¡Deberás probar lo que has dicho, o te acusaré de hereje!
"Nada más fácil", replicó Nasrudin. "Si las oraciones de los niños sirvieran de algo, no habría un maestro de escuela en todo el país, porque no hay nada que detesten tanto los niños como ir a la escuela. Si tú has sobrevivido a tales oraciones, es porque nosotros, que sabemos más que los niños, te hemos mantenido en tu puesto".
Muy buenos días, gracias por estar ahí os deseo un muy buen día. un abrazo.
"¿ Para qué los llevas allí?", le preguntó.
"La sequía está azotando el país", le respondió el maestro, "y confiamos en que el clamor de los inocentes mueva el corazón del Todopoderoso".
"Lo importante no es el clamor, ya sea de inocentes o de criminales", dijo el mullah, "sino la sabiduría y el conocimiento".
"¿Cómo te atreves a blasfemar de ese modo delante de estos niños?", le recriminó el maestro. ¡Deberás probar lo que has dicho, o te acusaré de hereje!
"Nada más fácil", replicó Nasrudin. "Si las oraciones de los niños sirvieran de algo, no habría un maestro de escuela en todo el país, porque no hay nada que detesten tanto los niños como ir a la escuela. Si tú has sobrevivido a tales oraciones, es porque nosotros, que sabemos más que los niños, te hemos mantenido en tu puesto".
Muy buenos días, gracias por estar ahí os deseo un muy buen día. un abrazo.
jueves, 11 de mayo de 2017
EL TESORO ESTÁ DENTRO DE TÍ.(Autoliberación Interior, por Anthony de Mello)
Nadie sabe quién es Dios, y lo dice Santo Tomás de Aquino: "Como es imposible saber la naturaleza de Dios, es imposible hablar de Dios" No es posible comprender a Dios porque escapa a todo razonamiento. Me preguntan si lo que explico es la teología de la liberación, y yo contesto que lo que yo explico es la liberación de toda teología. Yo estoy de acuerdo con la liberación, pero no con la palabra "teología" para hablar de la liberación. Para liberarte, lo que necesitas es darte cuenta de tu programación y de las premisas falsas en que apoyas tus acciones.
Me enfado. ¿Por qué me enfado? Porque soy exigente. ¿Eres capaz de soltar esas exigencias? Darte cuenta de todo esto. El conflicto viene de las insatisfacciones e intolerancias que tienes contigo mismo. Si tú no te aceptas a ti mismo, ¿cómo vas a tolerar a los demás? Andarás exigiéndote a ti y a los demás continuamente, y siempre insatisfecho. Si tú no cambias, ¡ay de ti y de los que te rodean!, pues te convertirás en un fariseo intolerante. El secreto de la liberación te llegará cuando te hartes de sufrir. Necesitas encontrar "el tesoro escondido" que sólo está dentro de ti.
Al hombre sabio es imposible hacerlo esclavo. La verdadera libertad está por encima de las leyes, de las razas, de políticas, de fronteras y de idiomas. Recordad aquellas palabras que dijo un sabio griego cuando iban a venderlo como esclavo: "Aquí está un maestro, ¿hay algún esclavo que desee comprarme?.
Gandhi decía que la libertad de la patria le importaba un bledo, porque lo importante es la libertad del hombre. Tenía una visión clarísima de las prioridades: primero Dios y descubrir ese tesoro que está dentro del Hombre. Decía: "Tengo para mí que el fin de la vida es la visión de Dios, y he de conseguirlo, si es preciso, sacrificándolo todo: familia, patria y hasta la vida".
Desgastamos la vida en tonterías que nada valen. Y la vida es el más preciado regalo que se puede desear. Intentar impresionar a la gente, buscar riquezas, honores, prestigio...¿ Para qué sirve eso? Pero os vuelvo a decir que esto lo habréis de descubrir vosotros para despertar. Tenéis que cuestionarlo todo. Cuidado con aceptar las cosas que digo sin analizarlas sinceramente, desde vuestro centro que no os puede engañar. No hay que tragar nada sólo conseguirás una nueva programación encima de la que tenéis, sino cuestionarlo, analizando esto y lo opuesto. Esto supone apertura. Hay que ser receptivo sin ser crédulo.
******
Muy buenos días, gracias por estar ahí y espero qué este curso de Anthony de Mello sea una luz importante para vuestro día a día. Os deseo un buen fin de semana y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y hasta pronto.
Me enfado. ¿Por qué me enfado? Porque soy exigente. ¿Eres capaz de soltar esas exigencias? Darte cuenta de todo esto. El conflicto viene de las insatisfacciones e intolerancias que tienes contigo mismo. Si tú no te aceptas a ti mismo, ¿cómo vas a tolerar a los demás? Andarás exigiéndote a ti y a los demás continuamente, y siempre insatisfecho. Si tú no cambias, ¡ay de ti y de los que te rodean!, pues te convertirás en un fariseo intolerante. El secreto de la liberación te llegará cuando te hartes de sufrir. Necesitas encontrar "el tesoro escondido" que sólo está dentro de ti.
Al hombre sabio es imposible hacerlo esclavo. La verdadera libertad está por encima de las leyes, de las razas, de políticas, de fronteras y de idiomas. Recordad aquellas palabras que dijo un sabio griego cuando iban a venderlo como esclavo: "Aquí está un maestro, ¿hay algún esclavo que desee comprarme?.
Gandhi decía que la libertad de la patria le importaba un bledo, porque lo importante es la libertad del hombre. Tenía una visión clarísima de las prioridades: primero Dios y descubrir ese tesoro que está dentro del Hombre. Decía: "Tengo para mí que el fin de la vida es la visión de Dios, y he de conseguirlo, si es preciso, sacrificándolo todo: familia, patria y hasta la vida".
Desgastamos la vida en tonterías que nada valen. Y la vida es el más preciado regalo que se puede desear. Intentar impresionar a la gente, buscar riquezas, honores, prestigio...¿ Para qué sirve eso? Pero os vuelvo a decir que esto lo habréis de descubrir vosotros para despertar. Tenéis que cuestionarlo todo. Cuidado con aceptar las cosas que digo sin analizarlas sinceramente, desde vuestro centro que no os puede engañar. No hay que tragar nada sólo conseguirás una nueva programación encima de la que tenéis, sino cuestionarlo, analizando esto y lo opuesto. Esto supone apertura. Hay que ser receptivo sin ser crédulo.
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Muy buenos días, gracias por estar ahí y espero qué este curso de Anthony de Mello sea una luz importante para vuestro día a día. Os deseo un buen fin de semana y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Un abrazo y hasta pronto.
martes, 9 de mayo de 2017
EL DERVICHE Y EL LADRÓN. por " Nazanin Amirian"
Además de la codicia, actuar sin meditar y no calcular las consecuencias que puede acarrear esta actitud que también merece de una buena lección. Es lo que le ocurrió al derviche de la fábula.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Había una vez un respetable derviche cuya fama de hombre piadoso había llegado hasta la mismísima corte real. El monarca impresionado por los comentarios que había oído de la generosidad y la bondad de este hombre, decidió regalarle una túnica de seda natural cuyo valor era difícil de calcular.
Pronto el derviche se acostumbró a ponerse la llamativa túnica y a lucirla en cualquier acto público, provocando así la tentación de uno que otro ladrón profesional.
Así que un día, uno de esos cacos decidió apropiarse de la hermosa túnica y tramó un minucioso plan para ponerlo en marcha. Un día apareció en la residencia del derviche y le dijo:
-¡Oh, sabio hombre!, tu reputación de hombre recatado ha recorrido el mundo entero. Yo vengo de muy lejos, soportando las calamidades de un largo viaje sólo para poder convertirme en uno de tus discípulos y encontrar el verdadero camino de la sabiduría.
Al derviche -quien progresivamente estaba perdiendo la humildad que le caracterizaba y situación de la que aquella magnífica túnica tenía algo de culpa- le agradó el discurso de su "discípulo" y le ofreció una habitación para alojarse. El fingido alumno espiritual se portó bien, hasta que una noche encontró la oportunidad deseada para robar al derviche su precioso manto.
A la mañana siguiente, el dolor que sintió el santo hombre al enterarse de lo sucedido era doble: por un lado había perdido su querida túnica y por otro, se sentía estafado. Tenía que encontrar al ladrón para mirarle a los ojos y preguntarle el por qué de aquel engaño. Así que se dirigió a las afueras de la aldea.
Era de noche cuando llegó a un pueblo. Buscando un albergue donde alojarse y pasar la noche, llamó a una puerta. Le abrió una amable señora y le invitó a pasar. El devoto hombre no se dio cuenta de que aquel albergue era una casa de placer, entró y se sentó en un rincón para descansar.
Entre las chicas del burdel había una cuya belleza envidiaban la luna y el sol. Ella sólo se ofrecía a su amante, rechazando a cualquier otro hombre que pedía sus servicios. La directora de la casa, molesta por la actitud de la chica, había decidido poner fin a su romance, y puso en marcha su plan la misma noche en que el derviche llegó al burdel.
Con una botella en la mano, se acercó a los amantes ofreciéndoles el mejor vino. Cuando los dos se durmieron de embriaguez, rellenó una pequeña caña de un polvo venenoso y la introdujo en la boca del joven. Justo en el momento de respirar, el joven estornudó e hizo que el polvo tóxico entrara directamente en la garganta de la señora directora, matándola en pocos instantes.
El derviche, aturdido ante una situación tan trágica, tuvo que esperar a que la luz del amanecer iluminara el camino para salir de allí.
Pasó el día buscando al ladrón sin resultado, Al caer la tarde, cansado, se encontró con un zapatero que le invitó a pasar la noche en su casa:"mi esposa cuidará de ti, porque yo tengo que ir a una cena con mis amigos", dijo el amable artesano excusándose.
El derviche agradeció la hospitalidad del matrimonio, y tras apurar una deliciosa cena se preparó para dormir. Pero la hermosa y joven esposa del zapatero no podía desaprovechar la ausencia de su marido; así que acudió a casa de su vecina, una anciana que actuaba como alcahueta, para que llevara un mensaje a su amante: "mi esposo ha ido a la ciudad, ven a verme".
La mala suerte de la joven esposa hizo que antes de que llegara su amante, regresara el marido engañado, pues había oído rumores sobre la infidelidad de su mujer. Furioso entró en casa y, sin mediar palabra, golpeó fuertemente a su esposa; luego la ató a una de las columnas de la vivienda, tras lo cual, humillado y dolido, se acostó.
Mientras el hombre estaba durmiendo, la anciana, sin saber lo sucedido, vino a visitar a la mujer. Ésta no pudo contener su alegría al ver su vieja amiga, le pidió que la desatara y ocupara su sitio para que ella pudiera acudir a la cita con su amante. La celestina anciana aceptó.
El derviche, testigo de esas conmovedoras escenas, seguía sin poder reaccionar ante los acontecimientos. El zapatero, al oír ruidos extraños se despertó y en la oscuridad de la noche, empezó a reprochar a su mujer y maldecir su suerte, mientras la pobre anciana atada a la columna no se atrevía abrir la boca por temor a ser descubierta por su voz. El esposo al no recibir respuesta alguna, se iba poniendo cada vez más rabioso, agarró un cuchillo y cortó la nariz a la que él consideraba su esposa. "Llévasela de regalo a tu amante", gritó, y volvió a la cama. La desgraciada vieja ni siquiera se atrevió a quejarse de dolor.
Cuando la joven regresó y vio a su fiel amiga con la cara desfigurada, se entristeció. Mientras la desataba, le pedía disculpas. La anciana volvió a atar en la columna a la joven esposa, luego, encogida de dolor, cogió su nariz y regresó a su casa. Entretanto la infiel esposa, después de dormir un rato, aun estando de pie, se percató que su esposo había despertado, empezó a llorar y a rogar en voz alta:
¡Oh Misericordia! Sabes que mi marido me ha maltratado injustamente. ¡Tú que eres consciente de mi honestidad y mi inocencia, repara esta brutalidad!.
-¿Qué estas diciendo, maldita bruja?, exclamó el hombre. ¡Una ramera no tiene derecho hablar con Dios!
¡Mira, cómo el Todopoderoso, consciente de mi pureza, me ha devuelto mi nariz! ¡Aleluya!
El artesano, para calmar su curiosidad se acercó a la mujer y...¡era cierto!, su mujer tenía la nariz en perfectas condiciones, sin ningún rastro de rotura, ni sangre. Contento y a la vez avergonzado de lo ocurrido, le pidió perdón, le prometió que nunca jamás haría caso a los rumores.
Por otro lado, la anciana, con su nariz en la mano, se dirigía a su casa sin saber cómo justificar su cara desnarigada ante su marido, el barbero.
Cuando llegó a casa, entró silenciosamente en la cocina. Su marido, que había madrugado para atender un cliente, le pidió que le preparara su estuche de afeitar. Ella no sólo tardó en preparar sus cosas, sino que únicamente le dio las cuchillas. El barbero, enfadado, tiró las cuchillas en la oscuridad: "¡Te he pedido el estuche entero, no sólo cuatro cuchillas!", gritó. La astuta anciana hizo un grito de dolor, exclamando: "¡Ay, mi nariz!, ¡has cortado mi nariz!". El esposo no daba crédito a lo que veía: el rostro de su mujer empapado de sangre y una nariz en el suelo.
Al día siguiente, los familiares de la mujer arrestaron al barbero y le llevaron ante el juez. Ante la pregunta del magistrado de "¿Por qué has hecho una cosa así?", no supo qué decir. De modo que el juez ordenó la práctica de la ley del talión. Pero allí estaba el derviche para narrar la verdadera historia desde el principio.
-¡Señoria! si yo no hubiera tenido la ambición de tener muchos discípulos y hubiera tenido la humildad para no dejarme llevar por las dulces palabras del ladrón, no habría perdido mi túnica. Si la mala mujer no hubiera atentado contra la felicidad de aquellos jóvenes, nunca habría perdido su vida. Si la mujer del zapatero no hubiera cometido adulterio, no habría sido castigada y si la anciana no hubiera actuado como alcahueta, no habría perdido su nariz.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
Esos relatos demuestran que el engaño y la maldad pueden disfrazarse de mil maneras.
-Es cierto, Majestad, contestó el anciano. si uno hace el mal, puede esperar sus consecuencias. Pero también es de necios emplear métodos para eliminar a los demás que puedan poner en peligro su propia vida, como ocurrió a aquella garza de la fábula.
-¿Qué garza?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
******
Es mi deseo, qué estas fábulas y cuentos sean una luz para vuestro día a día. Muchas gracias por estar ahí y una feliz tarde. Un abrazo.
¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Había una vez un respetable derviche cuya fama de hombre piadoso había llegado hasta la mismísima corte real. El monarca impresionado por los comentarios que había oído de la generosidad y la bondad de este hombre, decidió regalarle una túnica de seda natural cuyo valor era difícil de calcular.
Pronto el derviche se acostumbró a ponerse la llamativa túnica y a lucirla en cualquier acto público, provocando así la tentación de uno que otro ladrón profesional.
Así que un día, uno de esos cacos decidió apropiarse de la hermosa túnica y tramó un minucioso plan para ponerlo en marcha. Un día apareció en la residencia del derviche y le dijo:
-¡Oh, sabio hombre!, tu reputación de hombre recatado ha recorrido el mundo entero. Yo vengo de muy lejos, soportando las calamidades de un largo viaje sólo para poder convertirme en uno de tus discípulos y encontrar el verdadero camino de la sabiduría.
Al derviche -quien progresivamente estaba perdiendo la humildad que le caracterizaba y situación de la que aquella magnífica túnica tenía algo de culpa- le agradó el discurso de su "discípulo" y le ofreció una habitación para alojarse. El fingido alumno espiritual se portó bien, hasta que una noche encontró la oportunidad deseada para robar al derviche su precioso manto.
A la mañana siguiente, el dolor que sintió el santo hombre al enterarse de lo sucedido era doble: por un lado había perdido su querida túnica y por otro, se sentía estafado. Tenía que encontrar al ladrón para mirarle a los ojos y preguntarle el por qué de aquel engaño. Así que se dirigió a las afueras de la aldea.
Era de noche cuando llegó a un pueblo. Buscando un albergue donde alojarse y pasar la noche, llamó a una puerta. Le abrió una amable señora y le invitó a pasar. El devoto hombre no se dio cuenta de que aquel albergue era una casa de placer, entró y se sentó en un rincón para descansar.
Entre las chicas del burdel había una cuya belleza envidiaban la luna y el sol. Ella sólo se ofrecía a su amante, rechazando a cualquier otro hombre que pedía sus servicios. La directora de la casa, molesta por la actitud de la chica, había decidido poner fin a su romance, y puso en marcha su plan la misma noche en que el derviche llegó al burdel.
Con una botella en la mano, se acercó a los amantes ofreciéndoles el mejor vino. Cuando los dos se durmieron de embriaguez, rellenó una pequeña caña de un polvo venenoso y la introdujo en la boca del joven. Justo en el momento de respirar, el joven estornudó e hizo que el polvo tóxico entrara directamente en la garganta de la señora directora, matándola en pocos instantes.
El derviche, aturdido ante una situación tan trágica, tuvo que esperar a que la luz del amanecer iluminara el camino para salir de allí.
Pasó el día buscando al ladrón sin resultado, Al caer la tarde, cansado, se encontró con un zapatero que le invitó a pasar la noche en su casa:"mi esposa cuidará de ti, porque yo tengo que ir a una cena con mis amigos", dijo el amable artesano excusándose.
El derviche agradeció la hospitalidad del matrimonio, y tras apurar una deliciosa cena se preparó para dormir. Pero la hermosa y joven esposa del zapatero no podía desaprovechar la ausencia de su marido; así que acudió a casa de su vecina, una anciana que actuaba como alcahueta, para que llevara un mensaje a su amante: "mi esposo ha ido a la ciudad, ven a verme".
La mala suerte de la joven esposa hizo que antes de que llegara su amante, regresara el marido engañado, pues había oído rumores sobre la infidelidad de su mujer. Furioso entró en casa y, sin mediar palabra, golpeó fuertemente a su esposa; luego la ató a una de las columnas de la vivienda, tras lo cual, humillado y dolido, se acostó.
Mientras el hombre estaba durmiendo, la anciana, sin saber lo sucedido, vino a visitar a la mujer. Ésta no pudo contener su alegría al ver su vieja amiga, le pidió que la desatara y ocupara su sitio para que ella pudiera acudir a la cita con su amante. La celestina anciana aceptó.
El derviche, testigo de esas conmovedoras escenas, seguía sin poder reaccionar ante los acontecimientos. El zapatero, al oír ruidos extraños se despertó y en la oscuridad de la noche, empezó a reprochar a su mujer y maldecir su suerte, mientras la pobre anciana atada a la columna no se atrevía abrir la boca por temor a ser descubierta por su voz. El esposo al no recibir respuesta alguna, se iba poniendo cada vez más rabioso, agarró un cuchillo y cortó la nariz a la que él consideraba su esposa. "Llévasela de regalo a tu amante", gritó, y volvió a la cama. La desgraciada vieja ni siquiera se atrevió a quejarse de dolor.
Cuando la joven regresó y vio a su fiel amiga con la cara desfigurada, se entristeció. Mientras la desataba, le pedía disculpas. La anciana volvió a atar en la columna a la joven esposa, luego, encogida de dolor, cogió su nariz y regresó a su casa. Entretanto la infiel esposa, después de dormir un rato, aun estando de pie, se percató que su esposo había despertado, empezó a llorar y a rogar en voz alta:
¡Oh Misericordia! Sabes que mi marido me ha maltratado injustamente. ¡Tú que eres consciente de mi honestidad y mi inocencia, repara esta brutalidad!.
-¿Qué estas diciendo, maldita bruja?, exclamó el hombre. ¡Una ramera no tiene derecho hablar con Dios!
¡Mira, cómo el Todopoderoso, consciente de mi pureza, me ha devuelto mi nariz! ¡Aleluya!
El artesano, para calmar su curiosidad se acercó a la mujer y...¡era cierto!, su mujer tenía la nariz en perfectas condiciones, sin ningún rastro de rotura, ni sangre. Contento y a la vez avergonzado de lo ocurrido, le pidió perdón, le prometió que nunca jamás haría caso a los rumores.
Por otro lado, la anciana, con su nariz en la mano, se dirigía a su casa sin saber cómo justificar su cara desnarigada ante su marido, el barbero.
Cuando llegó a casa, entró silenciosamente en la cocina. Su marido, que había madrugado para atender un cliente, le pidió que le preparara su estuche de afeitar. Ella no sólo tardó en preparar sus cosas, sino que únicamente le dio las cuchillas. El barbero, enfadado, tiró las cuchillas en la oscuridad: "¡Te he pedido el estuche entero, no sólo cuatro cuchillas!", gritó. La astuta anciana hizo un grito de dolor, exclamando: "¡Ay, mi nariz!, ¡has cortado mi nariz!". El esposo no daba crédito a lo que veía: el rostro de su mujer empapado de sangre y una nariz en el suelo.
Al día siguiente, los familiares de la mujer arrestaron al barbero y le llevaron ante el juez. Ante la pregunta del magistrado de "¿Por qué has hecho una cosa así?", no supo qué decir. De modo que el juez ordenó la práctica de la ley del talión. Pero allí estaba el derviche para narrar la verdadera historia desde el principio.
-¡Señoria! si yo no hubiera tenido la ambición de tener muchos discípulos y hubiera tenido la humildad para no dejarme llevar por las dulces palabras del ladrón, no habría perdido mi túnica. Si la mala mujer no hubiera atentado contra la felicidad de aquellos jóvenes, nunca habría perdido su vida. Si la mujer del zapatero no hubiera cometido adulterio, no habría sido castigada y si la anciana no hubiera actuado como alcahueta, no habría perdido su nariz.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
Esos relatos demuestran que el engaño y la maldad pueden disfrazarse de mil maneras.
-Es cierto, Majestad, contestó el anciano. si uno hace el mal, puede esperar sus consecuencias. Pero también es de necios emplear métodos para eliminar a los demás que puedan poner en peligro su propia vida, como ocurrió a aquella garza de la fábula.
-¿Qué garza?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Es mi deseo, qué estas fábulas y cuentos sean una luz para vuestro día a día. Muchas gracias por estar ahí y una feliz tarde. Un abrazo.
lunes, 8 de mayo de 2017
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
No es bueno que nuestras oraciones sean escuchadas si no lo son en su debido momento:
En la antigua India se concedía mucha importancia a los ritos védicos, de los que se decía que funcionaban tan "científicamente" que, cuando los sabios pedían la lluvia, jamás se producía una sequía. Así es que, conforme a dichos ritos, un hombre se puso a rezarle a Lakshmi, la diosa de la abundancia, para que le hiciera rico.
Estuvo orando sin éxito durante diez largos años, al cabo de los cuales comprendió de pronto la naturaleza ilusoria de la riqueza y abrazó una vida de renuncia en el Himalaya.
Un buen día, mientras se hallaba sentado y entregado a la meditación, abrió sus ojos y vio ante sí a una mujer extraordinariamente hermosa, tan radiante y resplandeciente como si fuera de oro.
"¿Quién eres tú y qué haces aquí?", le preguntó.
"Soy la diosa Lakshmi, a la que has estado rezando himnos durante doce años", le respondió la mujer, "y he decidido aparecerme ante ti para concederte tu deseo".
"¡Ah, mi querida diosa!" exclamó el hombre, "ahora ya he adquirido la dicha de la meditación y he perdido el deseo de las riquezas. Llegas demasiado tarde...Pero dime, ¿por qué has tardado tanto en venir?"
"Para serte sincera", respondió la diosa, "dada la fidelidad con que realizabas aquellos ritos, habrías acabado consiguiendo la riqueza, sin duda alguna. Pero, como te amaba y sólo deseaba tu bienestar, me resistí a concedértelo".
Si pudieras elegir, ¿qué elegirías:
que se te concediera lo que pides
o la gracia de vivir en paz,
aunque no la hubieras pedido?
******
Muy buenos días, os deseo un bonito y feliz día, gracias por estar ahí. Un abrazo.
En la antigua India se concedía mucha importancia a los ritos védicos, de los que se decía que funcionaban tan "científicamente" que, cuando los sabios pedían la lluvia, jamás se producía una sequía. Así es que, conforme a dichos ritos, un hombre se puso a rezarle a Lakshmi, la diosa de la abundancia, para que le hiciera rico.
Estuvo orando sin éxito durante diez largos años, al cabo de los cuales comprendió de pronto la naturaleza ilusoria de la riqueza y abrazó una vida de renuncia en el Himalaya.
Un buen día, mientras se hallaba sentado y entregado a la meditación, abrió sus ojos y vio ante sí a una mujer extraordinariamente hermosa, tan radiante y resplandeciente como si fuera de oro.
"¿Quién eres tú y qué haces aquí?", le preguntó.
"Soy la diosa Lakshmi, a la que has estado rezando himnos durante doce años", le respondió la mujer, "y he decidido aparecerme ante ti para concederte tu deseo".
"¡Ah, mi querida diosa!" exclamó el hombre, "ahora ya he adquirido la dicha de la meditación y he perdido el deseo de las riquezas. Llegas demasiado tarde...Pero dime, ¿por qué has tardado tanto en venir?"
"Para serte sincera", respondió la diosa, "dada la fidelidad con que realizabas aquellos ritos, habrías acabado consiguiendo la riqueza, sin duda alguna. Pero, como te amaba y sólo deseaba tu bienestar, me resistí a concedértelo".
Si pudieras elegir, ¿qué elegirías:
que se te concediera lo que pides
o la gracia de vivir en paz,
aunque no la hubieras pedido?
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Muy buenos días, os deseo un bonito y feliz día, gracias por estar ahí. Un abrazo.
miércoles, 3 de mayo de 2017
EJERCICIO. (Autoliberación Interior) por "Anthony de Mello".
Piensa en alguna temporada en que te sentiste rechazado, desatendido o humillado. A ver si consigues comprender la situación con realismo, mirándolo con sinceridad, en profundidad, y puedes descubrir que, si tú no te dieras por ofendido, no existiría rechazo ni humillación alguna. Quizá encuentres que haya existido una actitud de rechazo o de desaprobación, pero ¿qué tiene que ver la actitud del otro con tu ser?
Tú eres lo que eres independientemente de lo que digan o piensen los demás. Las formas, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos cambian y tú sigues siendo tú, y de la misma forma cambian los pensamientos, actitudes y sentimientos de las otras personas mientras ellas siguen siendo lo que son.
Entonces, ¿qué es lo que te ofende, la persona o sus formas? Las formas no te pueden ofender, porque son cosas cambiables que no existen. Los juicios que las personas hacen de ti nos expresan mucho más de sus formas, de su programación, que de ti. No tiene sentido que te ofendas. Y si no acuérdate de lo de Buda, que una vez lo insultaron y el no se inmuto, y dijo que no podía afectarle, y explicó que si alguien le traía un regalo, y el no lo aceptaba, de quién era el regalo? De la persona que lo trajo ¿verdad? "pues si no quieres enfadarte, no aceptes el insulto ni el regalo".
El enfado, ¿qué es? Que tú no te conformas con las exigencias de mi programación. Que no te gusta mi forma de actuar. No tiene lógica. Puede que tengas buena intención pero no puedes hacer al otro según tu buena voluntad. Resulta que, mirado claramente, lo que está ocurriendo es que, porque uno se porta mal, al otro se le sube la presión. El entender esto bien, sin identificaciones, es una liberación.
En la violencia del místico no entra nada personal. No hay, en el místico, violencia que venga del miedo ni del desprecio, ni de exigencia alguna. Puede violentarse con el otro para defenderse del mal del otro, pero lo será sin emociones, aunque estará lleno de amor.
Solemos reaccionar ante las imágenes que nos reflejan los otros. Vemos en el otro lo que estamos deseando ver (lo idealizamos), o ponemos en él nuestros miedos (lo rechazamos), y así nos impedimos conocer al otro en su realidad.
¿Qué es el pecado? Cuanto más libre albedrío tengas tú, menos posibilidad de pecar. El pecado es una enfermedad de la esclavitud; pecas si eres esclavo de la ley, pero si eres consciente de que Cristo te liberó, eres libre, y la libertad de la que habla Jesucristo es la de estar despierto.
Antes de cambiar a los demás, cambia tú. Limpia tu ventana para ver mejor. Pon la atención en la causa negativa que te ha hecho sufrir, no en el que te ha ofendido. La causa es la programación. Esa programación te la metieron desde niño, tú no tienes la culpa de ello, como tampoco la tiene el otro.
Al llegar a este estado, verás que todo lo que te sucede es bueno. Como el agricultor que tiene pozos de agua y está tranquilo porque ya no depende de que llueva o no. Todo lo verás bien y con sosiego. Si tú no sabes el origen de tu enfermedad no la curas, sino que la reprimes y siempre estarás sufriendo por ella. Si sabes su origen ya tienes su curación a mano.
Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. La persona humana tiene unas energías fabulosas en reserva para cuando necesita ponerlas en marcha. Lo importante es descubrir lo que está ocurriendo en ti y a tu alrededor para saber lo que anda mal y sus causas. Importa el estar despierto.
El ir al templo no te va ha cambiar, ni el hacer novenas a los santos. Eres tú el que ha de cambiar. Recuerda que no sirve el decir ¡Señor, Señor!, sino hacer la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es que seamos fieles a la verdad, porque sólo la verdad nos hará libres.
******
Os deseo un muy buen día y bonito fin de semana, gracias siempre por estar ahí y estas lecciones sean una luz para vuestra evolución del Alma. Un abrazo y hasta la semana que viene.
Tú eres lo que eres independientemente de lo que digan o piensen los demás. Las formas, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos cambian y tú sigues siendo tú, y de la misma forma cambian los pensamientos, actitudes y sentimientos de las otras personas mientras ellas siguen siendo lo que son.
Entonces, ¿qué es lo que te ofende, la persona o sus formas? Las formas no te pueden ofender, porque son cosas cambiables que no existen. Los juicios que las personas hacen de ti nos expresan mucho más de sus formas, de su programación, que de ti. No tiene sentido que te ofendas. Y si no acuérdate de lo de Buda, que una vez lo insultaron y el no se inmuto, y dijo que no podía afectarle, y explicó que si alguien le traía un regalo, y el no lo aceptaba, de quién era el regalo? De la persona que lo trajo ¿verdad? "pues si no quieres enfadarte, no aceptes el insulto ni el regalo".
El enfado, ¿qué es? Que tú no te conformas con las exigencias de mi programación. Que no te gusta mi forma de actuar. No tiene lógica. Puede que tengas buena intención pero no puedes hacer al otro según tu buena voluntad. Resulta que, mirado claramente, lo que está ocurriendo es que, porque uno se porta mal, al otro se le sube la presión. El entender esto bien, sin identificaciones, es una liberación.
En la violencia del místico no entra nada personal. No hay, en el místico, violencia que venga del miedo ni del desprecio, ni de exigencia alguna. Puede violentarse con el otro para defenderse del mal del otro, pero lo será sin emociones, aunque estará lleno de amor.
Solemos reaccionar ante las imágenes que nos reflejan los otros. Vemos en el otro lo que estamos deseando ver (lo idealizamos), o ponemos en él nuestros miedos (lo rechazamos), y así nos impedimos conocer al otro en su realidad.
¿Qué es el pecado? Cuanto más libre albedrío tengas tú, menos posibilidad de pecar. El pecado es una enfermedad de la esclavitud; pecas si eres esclavo de la ley, pero si eres consciente de que Cristo te liberó, eres libre, y la libertad de la que habla Jesucristo es la de estar despierto.
Antes de cambiar a los demás, cambia tú. Limpia tu ventana para ver mejor. Pon la atención en la causa negativa que te ha hecho sufrir, no en el que te ha ofendido. La causa es la programación. Esa programación te la metieron desde niño, tú no tienes la culpa de ello, como tampoco la tiene el otro.
Al llegar a este estado, verás que todo lo que te sucede es bueno. Como el agricultor que tiene pozos de agua y está tranquilo porque ya no depende de que llueva o no. Todo lo verás bien y con sosiego. Si tú no sabes el origen de tu enfermedad no la curas, sino que la reprimes y siempre estarás sufriendo por ella. Si sabes su origen ya tienes su curación a mano.
Todo cambio auténtico se efectúa sin esfuerzo alguno. La persona humana tiene unas energías fabulosas en reserva para cuando necesita ponerlas en marcha. Lo importante es descubrir lo que está ocurriendo en ti y a tu alrededor para saber lo que anda mal y sus causas. Importa el estar despierto.
El ir al templo no te va ha cambiar, ni el hacer novenas a los santos. Eres tú el que ha de cambiar. Recuerda que no sirve el decir ¡Señor, Señor!, sino hacer la voluntad del Padre. Y la voluntad del Padre es que seamos fieles a la verdad, porque sólo la verdad nos hará libres.
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Os deseo un muy buen día y bonito fin de semana, gracias siempre por estar ahí y estas lecciones sean una luz para vuestra evolución del Alma. Un abrazo y hasta la semana que viene.
lunes, 1 de mayo de 2017
EL LOBO CODICIOSO. por " Nazanin Amirian"
Difícilmente se puede encontrar otro ejemplo de necedad.
-Aún existen actitudes necias más graves, Majestad, contestó el anciano, como la codicia. Muchos avaros no sólo pierden un puñado de lentejas, sino también su cabeza. ¿Conocéis la fábula del lobo codicioso?
-No, no la conozco, contestó el rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Un hombre, que ocupaba su tiempo libre persiguiendo y matando animales, preparaba su arco y su flecha y, tras un buen rato, pudo alcanzar a un despistado conejo. Contento del trofeo, recogió sus cosas, colocó al conejo muerto sobre sus hombros y emprendió el camino de regreso.
De repente, mientras cruzaba el bosque fue atacado por un salvaje jabalí. Pese a la sorpresa del ataque y de estar mal herido, el cazador logró clavar su cuchillo en el cuello del jabalí.
Pero aquel hombre, a consecuencia de la cantidad de sangre que perdió en el combate, murió sobre el jabalí que yacía malherido sobre un montículo de ramas.
Mientras tanto, un extraviado lobo que paseaba por el bosque se encontró con los cadáveres del conejo, del cazador cazado y del jabalí. Estaban todos allí tirados en el suelo como sacos de arena. No podía creer tal espectáculo, empezó a dar saltos de alegría, tenía el banquete garantizado:
¡Qué bien!, pero hay demasiada comida, no debo cometer el error de comérmelo todo de una vez. Por tanto, disfrutaré primero de la carne más blanda, por ejemplo, la cuerda del arco.
El lobo empezó a palpar el arco, la cuerda estaba muy tensa y se cortó. El arco se disparó con tanta fuerza que su flecha quedó clavada en el cráneo del codicioso lobo, antes de que hubiera podido saborear aquellos deliciosos manjares.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula que apoya el castigo a los avaros.
-Así es, Majestad, contestó el anciano. Además de la codicia, actuar sin meditar y no calcular las consecuencias que puede acarrear esta actitud que también merece de una buena lección. Es lo que le ocurrió al derviche de la fábula.
¿Qué fábula es esa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia....
******
Os deseo una muy buena semana, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala y nos vemos prontito para seguir con el curso de autoliberación interior que nos regala Anthony de Mello. Muchas gracias por estar ahí y un abrazo. FELIZ DÍA.
-Aún existen actitudes necias más graves, Majestad, contestó el anciano, como la codicia. Muchos avaros no sólo pierden un puñado de lentejas, sino también su cabeza. ¿Conocéis la fábula del lobo codicioso?
-No, no la conozco, contestó el rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Un hombre, que ocupaba su tiempo libre persiguiendo y matando animales, preparaba su arco y su flecha y, tras un buen rato, pudo alcanzar a un despistado conejo. Contento del trofeo, recogió sus cosas, colocó al conejo muerto sobre sus hombros y emprendió el camino de regreso.
De repente, mientras cruzaba el bosque fue atacado por un salvaje jabalí. Pese a la sorpresa del ataque y de estar mal herido, el cazador logró clavar su cuchillo en el cuello del jabalí.
Pero aquel hombre, a consecuencia de la cantidad de sangre que perdió en el combate, murió sobre el jabalí que yacía malherido sobre un montículo de ramas.
Mientras tanto, un extraviado lobo que paseaba por el bosque se encontró con los cadáveres del conejo, del cazador cazado y del jabalí. Estaban todos allí tirados en el suelo como sacos de arena. No podía creer tal espectáculo, empezó a dar saltos de alegría, tenía el banquete garantizado:
¡Qué bien!, pero hay demasiada comida, no debo cometer el error de comérmelo todo de una vez. Por tanto, disfrutaré primero de la carne más blanda, por ejemplo, la cuerda del arco.
El lobo empezó a palpar el arco, la cuerda estaba muy tensa y se cortó. El arco se disparó con tanta fuerza que su flecha quedó clavada en el cráneo del codicioso lobo, antes de que hubiera podido saborear aquellos deliciosos manjares.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula que apoya el castigo a los avaros.
-Así es, Majestad, contestó el anciano. Además de la codicia, actuar sin meditar y no calcular las consecuencias que puede acarrear esta actitud que también merece de una buena lección. Es lo que le ocurrió al derviche de la fábula.
¿Qué fábula es esa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia....
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Os deseo una muy buena semana, qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala y nos vemos prontito para seguir con el curso de autoliberación interior que nos regala Anthony de Mello. Muchas gracias por estar ahí y un abrazo. FELIZ DÍA.
UNA ORACIÓN PARA LA SEMANA. por "Anthony de Mello"
SENSIBILIDAD
Una encarnizada persecución religiosa estalló en el país, y los tres pilares de la religión -la Escritura, el Culto y la Caridad- comparecieron ante Dios para expresarle su temor de que, si desaparecía la religión, dejaran también ellos de existir.
"No os preocupéis" dijo el Señor. "Tengo el propósito de enviar a la Tierra a Alguien más grande que todos vosotros".
"¿Y cómo se llama ese Alguien?"
"Conocimiento- de sí", respondió Dios. "El hará cosas más grandes que las que haya podido hacer cualquiera de vosotros".
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Muy buenos días, gracias por estar ahí y seguimos con el cuentacuentos, ¿os parece? Un saludo.
Una encarnizada persecución religiosa estalló en el país, y los tres pilares de la religión -la Escritura, el Culto y la Caridad- comparecieron ante Dios para expresarle su temor de que, si desaparecía la religión, dejaran también ellos de existir.
"No os preocupéis" dijo el Señor. "Tengo el propósito de enviar a la Tierra a Alguien más grande que todos vosotros".
"¿Y cómo se llama ese Alguien?"
"Conocimiento- de sí", respondió Dios. "El hará cosas más grandes que las que haya podido hacer cualquiera de vosotros".
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Muy buenos días, gracias por estar ahí y seguimos con el cuentacuentos, ¿os parece? Un saludo.
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