Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula que apena el corazón. No sabría decirte si el chacal debería ser recompensado por su inteligencia o castigado por su maldad.
-Cierto, Majestad, contestó el anciano. Así es la vida. Pero, de sabios es evitar los enfrentamientos por cualquier medio. Las espadas se levantan cuando el razonamiento es corto. Es lo que pasó a la paloma de otra fábula.
-¿Qué paloma?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Una pareja de palomas solía recoger granos durante los calurosos meses de verano para no quedarse sin abastecimiento en la época fría, cuando es muy difícil encontrar comida. En la despensa tenían un recipiente, donde guardaban sus granos de reserva.
-Mientras haya suficiente comida en el campo, no debemos tocar estos granos, comentó el marido palomo.
Su compañera aceptó, pues le pareció una idea inteligente. Aquel verano, el tiempo era excepcionalmente más caluroso que otros años. El palomo se marchó durante unos días para visitar a unos amigos en una aldea cercana.
Mientras estuvo fuera, debido al calor, el agua de los cereales se fue evaporando gradualmente, y su volumen se fue reduciendo en el recipiente hasta quedar medio vacío.
Cuando el palomo volvió, vio que el recipiente no estaba lleno, se enfadó y gritó:
-No te había dicho que no comieras de estas semillas?
- Pero, si yo no las he tocado, contestó su pareja.
-¿Por qué me mientes?, dijo el palomo aún más enfadado.
-Te estoy diciendo la verdad, contestó la paloma llorando.
Cada palabra que salía del pico de la paloma encendía más la cólera de su compañero. Y cuando la inocente paloma negó su culpa por tercera vez, él con su pico la golpeó haciéndola caer al suelo, lo que le causó la muerte instantánea.
Los días calurosos pasaron y llegó el otoño, y con él, las lluvias. Un día el palomo fue a la despensa para ver el recipiente. Estaba tan lleno como el día que lo había dejado. Las semillas se habían hinchado por la humedad, recuperando el agua que habían perdido.
El palomo se dio cuenta de lo ocurrido y lloró amargamente: "He destruido una vida a causa de mi falta de entendimiento y por unos insignificantes granos".
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Es una fábula muy triste y demuestra una actitud totalmente insensata.
-Tenéis razón, Majestad, contestó el anciano. Quien posee la sabiduría no debe apresurarse en impartir justicia, pues puede arrepentirse. Majestad, buscar algo que no se puede hallar, puede incluso hacernos perder lo que poseemos. Cómo paso al mono de la fábula.
-¿Cómo es esa fábula?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Os deseo una muy buena semana y qué disfrutéis de los buenos momentos que el universo nos regala. Gracias por estar ahí y un abrazo.
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