Quien posee la sabiduría no debe apresurarse en impartir justicia, pues puede arrepentirse. Majestad, buscar algo que no se puede hallar, puede incluso hacernos perder lo que poseemos. Como pasó al mono de la fábula.
-¿Cómo es esa fábula?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Un campesino, agotado tras una jornada de trabajo, se acostó a la sombra de un árbol para descansar, colocando una cesta llena de lentejas a su lado. Un mono, por cierto muy hambriento, que estaba sentado encima del mismo árbol, al sentir el aroma de las lentejas bajó sin hacer ruido, cogió un puñado de lentejas y volvió a subir al árbol. Justo cuando se preparaba para comérselas, una lenteja se le resbaló y cayó al suelo.
Reacio a abandonarla, el mono bajó del árbol y se puso a buscarla entre la hierba. El ruido de las hojas despertó al hombre. El mono, muy asustado, tiró todas las lentejas y volvió a subir al árbol con las manos vacías.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Una bonita fábula. Difícilmente se puede encontrar otro ejemplo de necedad.
-Aún existen actitudes necias más graves, Majestad, contestó el anciano, como la codicia. Muchos avaros no sólo pierden un puñado de lentejas, sino también su cabeza. ¿Conocéis la fábula del lobo codicioso?
-No, no la conozco, contestó el rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Os lo cuento la semana que viene, mañana continuaremos con el curso que Anthony de Mello nos esta ofreciendo de autoliberación interior. Os espero¡ Qué paséis un muy buen día y un abrazo para tod@s vosotr@s.
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