El gallo francés cacarea en francés: "Cocorico!, el gallo alemán, en alemán: "Kire-kiki!, y el gallo inglés, como es debido, en inglés: "Cook-e-doodle-do!. Los gallos hablan la lengua de sus países respectivos, o quizá son los humanos quienes interpretan a su manera el grito inocente de las gallináceas? La cuestión hace sonreír, pero hay un canto que uno no puede, ciertamente, modular a su gusto: el del cuclillo! En efecto, cómo transformar esa música binaria, repetitiva, de una claridad tan evidente: "cucú...cucú..."? El que ha oído una vez la voz bien timbrada del volatinero de la primavera sabe muy bien que el cuclillo hace "cucú" y nada más. Sin embargo, en el país del Sol Naciente se afirma que el cuclillo no dice "cucú...,cucú...", sino "kakko...kakko...". Añaden, incluso, que para ello tiene una razón excelente.
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Hace muchísimo tiempo, papá cuclillo pidió un día a su hija que le rascara la espalda, cosa que él no podía hacer a pesar de sus intentos vanos y desesperados de retorcer el pico. La señorita atravesaba las tormentas de la adolescencia. Se negó a hacerlo, con el pretexto de que a papá no le gustaba cierto cuclillo juvenil que exhibía una vestimenta pardo-rojiza de muy mal efecto y que le hacía parecer un cernícalo hembra.
-Grotesco! -fulminaba papá- Un cuclillo gris se viste de gris!
-Tú no sabes nada, es la última moda! -replicaba su hija.
En una palabra, cualquiera que fuera el motivo, la señorita cuclillo se negó a hacer ese favor a su padre. Éste, al que la espalda le picaba furiosamente, fue a frotarse contra una piedra puntiaguda. Se hizo una herida. La herida se infectó. Y se murió. Una historia lamentable... La joven cuclillo sintió tal dolor que desde entonces repite " kakko...kakko...!, que en japonés significa: "Rascaré...,rascaré...!", Sí, rascaré la espalda de mi papá.
Por desgracia, es demasiado tarde.
FIN.
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El remordimiento es una herida abierta. Tiene efectos deletéreos sobre los demás y sobre uno mismo. Conviene -dice el sabio -asumir los propios errores, ofrecer reparación y olvidarse de ello.
Las flores en primavera, la luna en otoño,
la brisa fresca en verano, la nieve en invierno.
Libera a tu alma de todo pensamiento vano.
Cada estación será para ti un encanto.
Mumon (1183 - 1260),
Maestro Zen y Poeta Chino.
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Disfrutad de cada momento bueno que el universo nos regala. Un abrazo y hasta muy pronto.
martes, 30 de agosto de 2016
lunes, 29 de agosto de 2016
EL PESCADOR SATISFECHO " Tony de Mello".
Dice mi querido amigo Tony de Mello qué, cada palabra estalla como un capullo y nos deja la enseñanza de que nada en el mundo puede perturbarnos, de que nuestra felicidad no puede depender de ciertas cosas, de que para alcanzar la espiritualidad y la luz sólo tenemos que saber comprender y escuchar nuestra propia melodía.
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" Con las pequeñas cosas de la vida disfruta quien, sabiamente, vive despojado de la angustia de poseer".
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.
-Por qué no has salido a pescar? -preguntó el industrial.
-Porque ya he pescado bastante por hoy, -respondió el pescador.
-Y por qué no pescas más de lo que necesitas? -insistió el industrial.
-Y qué iba a hacer con ello? -preguntó a su vez el pescador.
-Ganarías más dinero -fue la respuesta-. De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Así podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes muy fuertes, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas..., y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.
-Y qué haría entonces? -preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida -respondió el industrial.
-Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? -respondió el pescador satisfecho.
FIN.
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Qué paséis un bonito día, Gracias por estar ahí, un Abrazo.
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" Con las pequeñas cosas de la vida disfruta quien, sabiamente, vive despojado de la angustia de poseer".
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.
-Por qué no has salido a pescar? -preguntó el industrial.
-Porque ya he pescado bastante por hoy, -respondió el pescador.
-Y por qué no pescas más de lo que necesitas? -insistió el industrial.
-Y qué iba a hacer con ello? -preguntó a su vez el pescador.
-Ganarías más dinero -fue la respuesta-. De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Así podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes muy fuertes, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas..., y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico, como yo.
-Y qué haría entonces? -preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida -respondió el industrial.
-Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? -respondió el pescador satisfecho.
FIN.
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Qué paséis un bonito día, Gracias por estar ahí, un Abrazo.
sábado, 27 de agosto de 2016
LA MUJER DE HIELO "Henri Brunel".
Érase una vez... un joven que estaba solo. Vivía en una pobre cabaña, sin amigos ni parentela. Una mañana de invierno observaba los carámbanos que se formaban en el borde del tejado, gotas de cristal que resplandecían en el sol. Y exclamó:
-¡ Me gustaría que el cielo me enviara una esposa que tuviera la blancura irisada y la maravillosa belleza del hielo!
Aquella noche, cuando se disponía a acostarse, llamaron a la puerta:
-Quién está ahí?
-Soy la joven que has reclamado esta mañana al cielo. Vengo a ofrecerme a ti como esposa.
El joven, intrigado, abrió inmediatamente. En el umbral había una muchacha muy bella. Sus manos eran opalinas y sus mejillas anacaradas brillaban bajo la luna.
-Entra! -dijo, seducido.
Cuando la muchacha se hubo instalado en la cocina, le preguntó:
-Estás completamente decidida a casarte conmigo? Soy pobre, alquilo mis servicios a quien quiera emplearme. Soy un mal partido, ¡y tú eres tan hermosa!
Ella respondió que sabía todo eso y que, si él quería aceptarla, se quedaría en su casa.
Se casaron y vivieron todo un año en perfecta armonía. Un día, uno de sus vecinos, que era un hombre servicial y cortés, les invitó a una fiesta de aniversario, les propuso que utilizaran con este motivo el baño caliente que acababa de hacer instalar en su casa y del que estaba muy orgulloso. La mujer se negó, pretextando que temía al agua caliente más que cualquier otra cosa. Pero el joven marido insistió:
-No podemos ofender a nuestro anfitrión, un vecino tan amable!
Ella cedió.
La noche del baño, el marido, al no verla regresar, se preocupó. Fue a buscarla. En su lugar sólo encontró dos cintas azules y un peine de concha que flotaban en el agua.
La mujer de hielo se había derretido.
Así lo cuentan.
FIN.
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El budismo zen nos propone a menudo cuentos enigmáticos. Pero en " la mujer de hielo" la "moraleja" parece evidente. Un joven marido, por ignorancia o necedad, envía a su esposa a una muerte segura. Se podría resumir así:" Hay que reflexionar antes de actuar". Esta lectura no es inexacta. Distinta y más profunda es la visión zen.
LO QUE ES, es. El marido, al rechazar la realidad, al negar los hechos (su esposa es una mujer de hielo), se impide a sí mismo simbólicamente el acceso a la vía de la liberación, la del" noble sendero óctuple": visión justa, pensamiento justo, palabra justa, acción justa, subsistencia justa, esfuerzo justo, atención justa y concentración justa.
Cada uno de nuestros instantes, si es justo, es una gota de eternidad.
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Desearos un bonito fin de semana, qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala el universo. Muchas gracias por estar ahí, un abrazo.
miércoles, 17 de agosto de 2016
LA MUCHACHA TOPO. "Henri Brunel".
Somos injustos con los topos. Es cierto que ven poco, pero su visión está muy bien adaptada a su medio subterráneo. Su pelo gris, lustroso, distinguido, es un modelo de elegancia. Y qué decir de sus patitas en forma de palas, que unen lo útil a lo agradable? En suma, en esta historia se hablará de una señorita topo: maravilla, delicia y milagro de la gente topina. Sus padres, justamente orgullosos de su progenitura, de situación acomodada -poseían en nuda propiedad varios dédalos de corredores muy buen situados-, soñaban con casar a su única hija con algún personaje de categoría.
******
A quién elegir? Por consejo de un anciano señor topo, que había viajado mucho en su juventud, pensaron primero en el sol. Éste, aunque poco conocido entre los topos, era apreciado por algunos primos de la superficie, que hablaban muy bien de él. Pero no podían comprometerse a la ligera, el futuro de su amada hija estaba en juego. Por eso los padres se dirigieron a un investigador competente a fin de obtener una información más amplia sobre el personaje. Tras varias semanas de investigaciones, el detective presentó su informe:
-Es sin duda alguien muy brillante.
-Ah! -dijeron los padres, impresionados
-Pero hay un detalle que me preocupa -añadió el detective-. Una nube basta para apagarlo, para ocultarlo, e incluso para hacerlo desaparecer.
-Si las nubes son más poderosas que el sol -exclamaron los padres-. queremos por yerno a una nube. Vaya y descubra una nube de alta categoría para nuestra querida hija.
El investigador partió e inspeccionó todas las nubes. Buscó largo tiempo, examinó de cerca cirros, cúmulos, estratos y nimbos, y finalmente se fijó en un joven apuesto y bien formado, completamente vestido de blanco con una franja gris, muy elegante. Cuando se disponía a comunicarle la alagüeña proposición de los padres de la muchacha sobrevino una ráfaga de viento que partió en dos al elegante, lo dispersó, lo desmenuzó y lo redujo a nada. El investigador regresó, desanimado, a la topera.
-Bien- admitieron los padres-, nos hemos dejado engañar por las apariencias, el viento es, pues, el yerno que necesitamos.
El viento, pero qué viento? El mistral, el siroco, el austro? El harmattan, el chinook, el céfiro, el chergui de las altiplanicies de Argelia, el bora que sopla en las islas afortunadas, el viento del oeste, que trae la lluvia, el sudeste, el foehn, la tramontana o el aquilón? Al detective ya le venía vértigo cuando observó a un viento del este, joven y afilado, que se encarnizaba con hermoso vigor contra un muro de tierra. Se acercó, interesado. El viento soplaba hasta quedarse sin aliento, soplaba y soplaba...
-Puedes desplomarte si quieres! -decía el muro, burlón- No me moverás, soy más fuerte que tú!
-Incleíble!- pensó el investigador-, este muro de tierra resiste, y el viento se agota en vano contra él. Tendré que revisar mi juicio, no es el viento el más poderoso. Es inútil que haga el viaje hasta la topera, sé muy bien lo que me dirán los padres: inicie negociaciones con ese muro inquebrantable que se burla del sol, de las nubes y del viento.
Empezaron las conversaciones. Iban por buen camino cuando el detective se dio cuenta de que su interlocutor se desmoronaba ante sus ojos. Se derrumbaba en lienzos enteros, se disgregaba, se agrietaba y finalmente se venía abajo, minado desde el interior por una monstruosa megápolis topina.
Qué creéis que sucedió?
Fue con un joven topo con quien la muchacha topo se casó.
FIN.
******
-Para qué sirve recorrer el mundo? - dice el maestro zen- Lo que perseguís con tanto ardor y celo ya está aquí. Es en vosotros donde se encuentra la naturaleza de Buddha.
Siempre desearos lo mejor, siempre gracias por estar ahí y sin prisa pero sin pausa siempre hacía adelante, aprendamos a escuchar nuestro interior, todo es más fácil de lo qué creemos.
Qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala la vida y de los menos buenos aprendamos. Un abrazo para tod@s.
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A quién elegir? Por consejo de un anciano señor topo, que había viajado mucho en su juventud, pensaron primero en el sol. Éste, aunque poco conocido entre los topos, era apreciado por algunos primos de la superficie, que hablaban muy bien de él. Pero no podían comprometerse a la ligera, el futuro de su amada hija estaba en juego. Por eso los padres se dirigieron a un investigador competente a fin de obtener una información más amplia sobre el personaje. Tras varias semanas de investigaciones, el detective presentó su informe:
-Es sin duda alguien muy brillante.
-Ah! -dijeron los padres, impresionados
-Pero hay un detalle que me preocupa -añadió el detective-. Una nube basta para apagarlo, para ocultarlo, e incluso para hacerlo desaparecer.
-Si las nubes son más poderosas que el sol -exclamaron los padres-. queremos por yerno a una nube. Vaya y descubra una nube de alta categoría para nuestra querida hija.
El investigador partió e inspeccionó todas las nubes. Buscó largo tiempo, examinó de cerca cirros, cúmulos, estratos y nimbos, y finalmente se fijó en un joven apuesto y bien formado, completamente vestido de blanco con una franja gris, muy elegante. Cuando se disponía a comunicarle la alagüeña proposición de los padres de la muchacha sobrevino una ráfaga de viento que partió en dos al elegante, lo dispersó, lo desmenuzó y lo redujo a nada. El investigador regresó, desanimado, a la topera.
-Bien- admitieron los padres-, nos hemos dejado engañar por las apariencias, el viento es, pues, el yerno que necesitamos.
El viento, pero qué viento? El mistral, el siroco, el austro? El harmattan, el chinook, el céfiro, el chergui de las altiplanicies de Argelia, el bora que sopla en las islas afortunadas, el viento del oeste, que trae la lluvia, el sudeste, el foehn, la tramontana o el aquilón? Al detective ya le venía vértigo cuando observó a un viento del este, joven y afilado, que se encarnizaba con hermoso vigor contra un muro de tierra. Se acercó, interesado. El viento soplaba hasta quedarse sin aliento, soplaba y soplaba...
-Puedes desplomarte si quieres! -decía el muro, burlón- No me moverás, soy más fuerte que tú!
-Incleíble!- pensó el investigador-, este muro de tierra resiste, y el viento se agota en vano contra él. Tendré que revisar mi juicio, no es el viento el más poderoso. Es inútil que haga el viaje hasta la topera, sé muy bien lo que me dirán los padres: inicie negociaciones con ese muro inquebrantable que se burla del sol, de las nubes y del viento.
Empezaron las conversaciones. Iban por buen camino cuando el detective se dio cuenta de que su interlocutor se desmoronaba ante sus ojos. Se derrumbaba en lienzos enteros, se disgregaba, se agrietaba y finalmente se venía abajo, minado desde el interior por una monstruosa megápolis topina.
Qué creéis que sucedió?
Fue con un joven topo con quien la muchacha topo se casó.
FIN.
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-Para qué sirve recorrer el mundo? - dice el maestro zen- Lo que perseguís con tanto ardor y celo ya está aquí. Es en vosotros donde se encuentra la naturaleza de Buddha.
Siempre desearos lo mejor, siempre gracias por estar ahí y sin prisa pero sin pausa siempre hacía adelante, aprendamos a escuchar nuestro interior, todo es más fácil de lo qué creemos.
Qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala la vida y de los menos buenos aprendamos. Un abrazo para tod@s.
miércoles, 10 de agosto de 2016
LA"PERLA DEL VIENTO". ( Henri Brunel) Cuento de origen chino.
Esta historia es ahora cosa del pasado. Hace muchísimos siglos, el rey de un minúsculo estado tenía un solo hijo. Ha-Xin era un príncipe hermoso y bien plantado, valiente, servicial y de carácter amable, pero tenía un grave defecto. Era lento, indolente, indeciso. Siempre era el último en las carreras, las justas, los torneos y las fiestas de la corte. Cuando el gran chambelán, el padre de la muchacha a la que amaba, organizaba todos los años el baile de la cosecha, dejaba que sus rivales se le adelantaran. Y la deliciosa Lin-Fang, de cabello negro de azabache, nuca de leche y ojos llenos de estrellas, danzaba toda la noche con otros
******
Todo esto a la larga entristeció tanto a Ha-Xin que éste decidió ir a pedir ayuda al dios de la montaña. Partió a caballo y viajó largo tiempo. Pasó por mil peligros y atravesó noventa y ocho montañas. Finalmente llegó ante la montaña que hacía noventa y nueve. Sus laderas eran tan escarpadas que tuvo que bajar del caballo y trepar asiéndolo de la brida. Al llegar a la cumbre descubrió a una anciana que hilaba bajo un inmenso pino:
-Qué buscas, extranjero? -le preguntó la anciana.
-Vengo de muy lejos, honorable abuela - dijo con su cortesía habitual-, para consultar al dios de la montaña y solicitar su ayuda.
-Ve hasta la cascada, grita tres veces el nombre de Yuta y el dios aparecerá.
Ha-Xin obedeció, se situó frente a la cascada y gritó tres veces:
-Yuta,Yuta,Yuta!
-Qué quieres de mí? -rugió una voz potente, y un anciano colosal se materializó delante de él, su cráneo tocaba las nubes y su barba blanca descendía hasta el fondo del valle. Ante esa visión, Ha-Xin tembló de espanto, pero habló con valor:
-Oh noble Yuta, me aflige un grave defecto: soy lento, indeciso e indolente. Y todos los años, en el baile de la cosecha, mis rivales se me adelantan. Mi amada, la incomparable Lin-Fang de cabello negro de azabache, de nuca de leche, de ojos llenos de estrellas...danza con otros.
-Príncipe Ha-Xin -dijo el dios de la montaña- veo que tu corazón es sincero, voy a concederte lo que pides, pero procura hacer buen uso de ello.
Diciendo estas palabras sacó de debajo de su vestido un grano muy pequeño, no más grande que un grano de arroz:
-Esto es la "perla del viento", bastará con que te la pongas en la boca y correrás tan rápido como el céfiro más veloz.
Y el dios de la montaña se disipó por los aires como una humareda.
******
El príncipe Ha-Xin regresó a su reino con el corazón lleno de esperanza. Guardaba celosamente la "perla del viento"en un saquito oculto en su pecho. Finalmente llegó el otoño, y con él el gran baile de la cosecha. El príncipe estaba preparado. En cuanto sonaron los primeros compases, se puso en la boca la "perla del viento" y se lanzó hacia el estrado en el que se encontraba la deliciosa Lin-Fang, al lado de su padre. Pero corrió tan rápido, tan rápido...que pasó de largo y no consiguió detenerse hasta llegar en medio de un campo, lejos de la fiesta. Entonces volvió sobre sus pasos, pero la deliciosa Lin-Fang ya estaba danzando con un rival. Se casó con él en la primavera siguiente. Ha-Xin cayó en la melancolía y sintió que ya no le quedaba ninguna razón para vivir. Un día, desesperado, fue a refugiarse junto a un monje zen que vivía en una cueva situada a varios metros del palacio.
-Oh monje -le dijo-, no podía acercarme a mi amada porque era demasiado indolente, demasiado lento, y siempre llegaba el último. Realicé un viaje peligroso, subí a noventa y nueve montañas y me enfrenté al dios Yuta. Éste me ofreció la "perla del viento", que me hacía más rápido que el céfiro, y tampoco pude acercarme a Lin-Fang, mi amada, de cabello negro como el azabache, nuca como la leche y ojos llenos de estrellas...
Tras decir estas palabras, el príncipe heredero del trono se puso a llorar...
-Noble príncipe -dijo el ermitaño-, el Zen nos enseña que no hay que comer demasiado ni demasiado poco, ni beber demasiado ni demasiado poco, ni dormir demasiado ni demasiado poco. En cada segundo de nuestras vidas hay que dar la respuesta Justa, todo el resto es ilusión.
El príncipe Ha-Xin accedió al trono y reinó durante largo tiempo. Fue el rey más sabio que el reino conoció durante milenios. Y todavía se habla de él, en las viejas leyendas, en el corazón secreto de la China.
FIN.
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Desearos qué sigáis disfrutando de éste mes de Agosto, muchas gracias por estar ahí y hasta la semana que viene, un abrazo .
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Todo esto a la larga entristeció tanto a Ha-Xin que éste decidió ir a pedir ayuda al dios de la montaña. Partió a caballo y viajó largo tiempo. Pasó por mil peligros y atravesó noventa y ocho montañas. Finalmente llegó ante la montaña que hacía noventa y nueve. Sus laderas eran tan escarpadas que tuvo que bajar del caballo y trepar asiéndolo de la brida. Al llegar a la cumbre descubrió a una anciana que hilaba bajo un inmenso pino:
-Qué buscas, extranjero? -le preguntó la anciana.
-Vengo de muy lejos, honorable abuela - dijo con su cortesía habitual-, para consultar al dios de la montaña y solicitar su ayuda.
-Ve hasta la cascada, grita tres veces el nombre de Yuta y el dios aparecerá.
Ha-Xin obedeció, se situó frente a la cascada y gritó tres veces:
-Yuta,Yuta,Yuta!
-Qué quieres de mí? -rugió una voz potente, y un anciano colosal se materializó delante de él, su cráneo tocaba las nubes y su barba blanca descendía hasta el fondo del valle. Ante esa visión, Ha-Xin tembló de espanto, pero habló con valor:
-Oh noble Yuta, me aflige un grave defecto: soy lento, indeciso e indolente. Y todos los años, en el baile de la cosecha, mis rivales se me adelantan. Mi amada, la incomparable Lin-Fang de cabello negro de azabache, de nuca de leche, de ojos llenos de estrellas...danza con otros.
-Príncipe Ha-Xin -dijo el dios de la montaña- veo que tu corazón es sincero, voy a concederte lo que pides, pero procura hacer buen uso de ello.
Diciendo estas palabras sacó de debajo de su vestido un grano muy pequeño, no más grande que un grano de arroz:
-Esto es la "perla del viento", bastará con que te la pongas en la boca y correrás tan rápido como el céfiro más veloz.
Y el dios de la montaña se disipó por los aires como una humareda.
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El príncipe Ha-Xin regresó a su reino con el corazón lleno de esperanza. Guardaba celosamente la "perla del viento"en un saquito oculto en su pecho. Finalmente llegó el otoño, y con él el gran baile de la cosecha. El príncipe estaba preparado. En cuanto sonaron los primeros compases, se puso en la boca la "perla del viento" y se lanzó hacia el estrado en el que se encontraba la deliciosa Lin-Fang, al lado de su padre. Pero corrió tan rápido, tan rápido...que pasó de largo y no consiguió detenerse hasta llegar en medio de un campo, lejos de la fiesta. Entonces volvió sobre sus pasos, pero la deliciosa Lin-Fang ya estaba danzando con un rival. Se casó con él en la primavera siguiente. Ha-Xin cayó en la melancolía y sintió que ya no le quedaba ninguna razón para vivir. Un día, desesperado, fue a refugiarse junto a un monje zen que vivía en una cueva situada a varios metros del palacio.
-Oh monje -le dijo-, no podía acercarme a mi amada porque era demasiado indolente, demasiado lento, y siempre llegaba el último. Realicé un viaje peligroso, subí a noventa y nueve montañas y me enfrenté al dios Yuta. Éste me ofreció la "perla del viento", que me hacía más rápido que el céfiro, y tampoco pude acercarme a Lin-Fang, mi amada, de cabello negro como el azabache, nuca como la leche y ojos llenos de estrellas...
Tras decir estas palabras, el príncipe heredero del trono se puso a llorar...
-Noble príncipe -dijo el ermitaño-, el Zen nos enseña que no hay que comer demasiado ni demasiado poco, ni beber demasiado ni demasiado poco, ni dormir demasiado ni demasiado poco. En cada segundo de nuestras vidas hay que dar la respuesta Justa, todo el resto es ilusión.
El príncipe Ha-Xin accedió al trono y reinó durante largo tiempo. Fue el rey más sabio que el reino conoció durante milenios. Y todavía se habla de él, en las viejas leyendas, en el corazón secreto de la China.
FIN.
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Desearos qué sigáis disfrutando de éste mes de Agosto, muchas gracias por estar ahí y hasta la semana que viene, un abrazo .
martes, 9 de agosto de 2016
MANZANAS. "Idries Shah".
Mulá Nasrudín estaba una vez trabajando como recogedor de manzanas. Después de todo un día de trabajo agotador, su jefe -que era un avaro- se negó a pagarle el salario acordado.
-No tengo dinero para darte, pero vuelve mañana a trabajar y puedes comer todas las manzanas que quieras.
El mulá volvió al otro día y siguió cogiendo diligentemente la fruta de los árboles. A la puesta de sol, trepó al árbol más alto y empezó a comer manzanas con tal deleite que el avaro se alarmó.
-Por qué no comes de las ramas inferiores? -le gritó desde el suelo.
-Empiezo desde arriba y voy bajando poco a poco -gritó Nasrudín-. Con casi todo un huerto de manzanas para comer, debo ser sistemático.
FIN.
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Muy buenos días, Para qué empecemos muy bien el día, Uno de Nasrudín. Un abrazo para tod@s.
-No tengo dinero para darte, pero vuelve mañana a trabajar y puedes comer todas las manzanas que quieras.
El mulá volvió al otro día y siguió cogiendo diligentemente la fruta de los árboles. A la puesta de sol, trepó al árbol más alto y empezó a comer manzanas con tal deleite que el avaro se alarmó.
-Por qué no comes de las ramas inferiores? -le gritó desde el suelo.
-Empiezo desde arriba y voy bajando poco a poco -gritó Nasrudín-. Con casi todo un huerto de manzanas para comer, debo ser sistemático.
FIN.
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Muy buenos días, Para qué empecemos muy bien el día, Uno de Nasrudín. Un abrazo para tod@s.
domingo, 7 de agosto de 2016
SENDAS DIFERENTES Y UN HOMBRE MÁS DÉBIL. "Autor, Idries Shah".
Tú eres un gran místico -le dijo a Nasrudín uno de sus pupilos-, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
-Sencillo- contestó su maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar, el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.
FIN.
******
UN HOMBRE MÁS DÉBIL.
Cuando pasaba por delante de un elegante palacete en el centro de Bagdad, Nasrudín se percató de que en su interior se estaba celebrando una fiesta. Atraído por el olor de la cabra asada, se metió en la casa pasando por entre los guardias y se sentó a la mesa. Después de la comilona, el anfitrión pidió silencio.
-Amigos- dijo-, os he invitado aquí para celebrar mis últimas y grandes victorias. Como sabéis, he sido el campeón de lucha de esta ciudad durante algún tiempo. Pero ahora, tras haber derrotado a mis competidores en otras ciudades, soy campeón de todo el país!
Los comensales aclamaron a su anfitrión. Sólo Nasrudín permaneció en silencio, lo que enfureció al luchador:
-No te impresiona que haya pulverizado a mis enemigos y tirado al suelo a los mejores luchadores que esta tierra puede ofrecer?
-preguntó.
-Depende- contestó el mulá-. Esos hombres, eran más débiles que tú?
-Por supuesto! -se jactó rimbombante el deportista-. Eran tan débiles como moscas...tan insignificantes como las más diminutas hormigas.
-Y qué mérito hay en derrotar a un hombre más débil?
FIN.
Qué empecéis muy bien la semana,disfrutad de éste mes de agosto y gracias por estar ahí, hasta dentro de unos días, Saludos.
-Sencillo- contestó su maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar, el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.
FIN.
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UN HOMBRE MÁS DÉBIL.
Cuando pasaba por delante de un elegante palacete en el centro de Bagdad, Nasrudín se percató de que en su interior se estaba celebrando una fiesta. Atraído por el olor de la cabra asada, se metió en la casa pasando por entre los guardias y se sentó a la mesa. Después de la comilona, el anfitrión pidió silencio.
-Amigos- dijo-, os he invitado aquí para celebrar mis últimas y grandes victorias. Como sabéis, he sido el campeón de lucha de esta ciudad durante algún tiempo. Pero ahora, tras haber derrotado a mis competidores en otras ciudades, soy campeón de todo el país!
Los comensales aclamaron a su anfitrión. Sólo Nasrudín permaneció en silencio, lo que enfureció al luchador:
-No te impresiona que haya pulverizado a mis enemigos y tirado al suelo a los mejores luchadores que esta tierra puede ofrecer?
-preguntó.
-Depende- contestó el mulá-. Esos hombres, eran más débiles que tú?
-Por supuesto! -se jactó rimbombante el deportista-. Eran tan débiles como moscas...tan insignificantes como las más diminutas hormigas.
-Y qué mérito hay en derrotar a un hombre más débil?
FIN.
Qué empecéis muy bien la semana,disfrutad de éste mes de agosto y gracias por estar ahí, hasta dentro de unos días, Saludos.
viernes, 5 de agosto de 2016
YAMAMBA. ( Henri Brunel)
Érase una vez...dos monjes que iban de regreso hacia su convento, cerca de Edo. Se habían retrasado a causa de una pareja de campesinos que les habían pedido que bendijeran a su hijo recién nacido, y también su casa y su rebaño. Por cortesía, y por caridad, habían bebido uno o dos vasos de sake. Ahora se encontraban en el lindero del bosque y ya caía la noche.
Uno de los dos monjes era ciego y su compañero lo guiaba:
-No temas nada, Djiro -dijo el monje guía-, tenemos que atravesar el bosque, donde viven, según las leyendas, monstruos y brujas, pero yo abro bien los ojos y te protegeré contra todos los peligros.
Y añadió, con una voz a la que daba firmeza:
-Cógete de mi brazo y avancemos intrépidamente!
Los dos monjes llegaron al corazón del bosque cuando, de pronto, una tarasca abominable salió de entre la espesura. Era Yamamba, la vieja bruja desdentada, la espantosa dama de los bosques. Era inmensa, con grandes ventanas de la nariz, una nariz monstruosa y unos ojos inyectados en sangre en los que parecían girar ruedas de fuego. Su lengua rojo escarlata le colgaba hasta la cintura. Sus cabellos grises y sucios flotaban en el viento. Tenía unos largos brazos de esqueleto terminados en unas garras de pesadilla, y sus pies peludos golpeaban el suelo con rabia. Todos los huesos del cuerpo del monje que servía de guía se pusieron a temblar.
-Qué tienes, hermano? Ya no oigo tu voz y siento que te tambaleas junto a mí. Háblame, te lo ruego!
El monje clarividente, paralizado de terror, no podía emitir ningún sonido. Y la horrible Yamamba seguía avanzando, tendiendo hacia los dos monjes sus garras aceradas, sus ojos se enrojecían y su boca se torcía en una risa espantosa.
-Noto que no estás bien -dijo el ciego-, no entiendo por qué, pero deja que te sostenga y te guíe yo ahora, apóyate en mí.
Y con paso firme el ciego arrastró a su compañero en dirección a Yamamba, a la que no veía.
El monstruo, estupefacto, vio como los dos monjes avanzaban directamente hacia él. No manifestaban ningún miedo y parecían indiferentes a su aspecto aterrador. Entonces Yamamba sacó su enorme lengua roja y viscosa desde el abismo de su boca hasta sus pies peludos. Fulminó a los monjes con su mirada incandescente, abrió y cerró sus garras amenazadoras. Todo fue en vano. Conducidos con mano firme por el ciego, los dos monjes seguían avanzando.
Yamamba, vencida, se desvaneció en el aire y desapareció.
FIN.
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Este relato da que pensar: de los dos, quién era el verdadero impedido?
Feliz días de verano, gracias por estar ahí y un abrazo para tod@s, Hasta pronto!.
Uno de los dos monjes era ciego y su compañero lo guiaba:
-No temas nada, Djiro -dijo el monje guía-, tenemos que atravesar el bosque, donde viven, según las leyendas, monstruos y brujas, pero yo abro bien los ojos y te protegeré contra todos los peligros.
Y añadió, con una voz a la que daba firmeza:
-Cógete de mi brazo y avancemos intrépidamente!
Los dos monjes llegaron al corazón del bosque cuando, de pronto, una tarasca abominable salió de entre la espesura. Era Yamamba, la vieja bruja desdentada, la espantosa dama de los bosques. Era inmensa, con grandes ventanas de la nariz, una nariz monstruosa y unos ojos inyectados en sangre en los que parecían girar ruedas de fuego. Su lengua rojo escarlata le colgaba hasta la cintura. Sus cabellos grises y sucios flotaban en el viento. Tenía unos largos brazos de esqueleto terminados en unas garras de pesadilla, y sus pies peludos golpeaban el suelo con rabia. Todos los huesos del cuerpo del monje que servía de guía se pusieron a temblar.
-Qué tienes, hermano? Ya no oigo tu voz y siento que te tambaleas junto a mí. Háblame, te lo ruego!
El monje clarividente, paralizado de terror, no podía emitir ningún sonido. Y la horrible Yamamba seguía avanzando, tendiendo hacia los dos monjes sus garras aceradas, sus ojos se enrojecían y su boca se torcía en una risa espantosa.
-Noto que no estás bien -dijo el ciego-, no entiendo por qué, pero deja que te sostenga y te guíe yo ahora, apóyate en mí.
Y con paso firme el ciego arrastró a su compañero en dirección a Yamamba, a la que no veía.
El monstruo, estupefacto, vio como los dos monjes avanzaban directamente hacia él. No manifestaban ningún miedo y parecían indiferentes a su aspecto aterrador. Entonces Yamamba sacó su enorme lengua roja y viscosa desde el abismo de su boca hasta sus pies peludos. Fulminó a los monjes con su mirada incandescente, abrió y cerró sus garras amenazadoras. Todo fue en vano. Conducidos con mano firme por el ciego, los dos monjes seguían avanzando.
Yamamba, vencida, se desvaneció en el aire y desapareció.
FIN.
******
Este relato da que pensar: de los dos, quién era el verdadero impedido?
Feliz días de verano, gracias por estar ahí y un abrazo para tod@s, Hasta pronto!.
lunes, 1 de agosto de 2016
EL ELEFANTITO CURIOSO.
Hubo un tiempo en que los elefantes no tenían trompa, sino un hocico negro y aplastado, como una bota. Cierto día nació un elefante distinto, un elefante pequeño y muy curioso, no hacía más que preguntar y preguntar. Vivía en África y llenaba África con sus preguntas.
Le preguntó a su tío, el avestruz patilargo, por qué tenía las plumas de la cola de aquel modo y no de otro, y su tío, el avestruz patilargo, le dio una patada con su pata larga y dura. Y el elefantito preguntó a su tía la jirafa por qué tenía la piel con lunares, y su altísima tía, la jirafa, le respondió con una patada. Pero el elefantito seguía siendo muy curioso, y preguntó a su tío el gordo hipopótamo por qué tenía los ojos tan colorados y el cuello tan corto, y no largo como el de la jirafa, y su gordísimo tío el hipopótamo le respondió dándole una patada.
Pero el elefantito seguía siendo muy curioso y preguntaba sobre todo aquello que veía, oía, olía, sentía o tocaba y llamaba su atención. El elefantito seguía haciendo preguntas y más preguntas.
Una hermosa mañana, el elefantito preguntó algo que no había preguntado nunca: Qué come el cocodrilo al mediodía?
Todos los animales le mandaron callar y le dieron muchas patadas como respuesta.
El elefantito, muy triste y con el trasero un poco dolorido después de tantas patadas, se retiró debajo de un frondoso árbol. En una de sus ramas estaba el pájaro Kolokolo, qué al ver al elefantito tan triste, le preguntó:
-Qué te pasa? Por qué estás tan triste?
-Mi madre me ha dado una patada y mi padre y todos mis tíos me dan patadas por preguntón, pero yo quiero saber qué come el cocodrilo al mediodía.
El pájaro Kolokolo le dijo:
-Eso es muy fácil de averiguar, vete a la orilla del gran río verde Limpopo, acércate a la ribera de los árboles de la fiebre y allí obtendrás la respuesta.
El elefantito se puso muy contento y a la mañana siguiente se levantó muy temprano, cogió provisiones para el viaje -plátanos, melones, caña de azúcar- y se despidió de sus padres diciéndoles que se iba hacia el río verde Limpopo, pues allí encontraría la respuesta y sabría qué come el cocodrilo al mediodía.
Se puso en camino. Atravesó ríos, valles, ciudades y montañas. De vez en cuando paraba para descansar y comer algo, dejándolo todo lleno de cáscaras y peladuras, porque no tenía forma de recogerlas. El elefantito iba muy contento y animado, pues se dirigía al lugar donde finalmente encontraría respuesta a su pregunta.
Al fin llegó a las orillas del gran río Limpopo, junto a los árboles de la fiebre, tal como le había dicho su amigo Kolokolo. Lo primero que se encontró fue una serpiente pitón enroscada en una roca. Y como el elefantito nunca había visto hasta entonces un cocodrilo ni sabía cómo era, se dirigió a ella lleno de curiosidad:
-Perdone que la moleste. Ha visto algo parecido a un cocodrilo en este lugar apartado? Acaso es usted un cocodrilo?
-Qué si he visto un cocodrilo? Que si yo soy un cocodrilo? Para hacerme esas preguntas estúpidas me despiertas de mi profunda siesta? Pero tú te has caído de un guindo? A ver si te enteras: yo soy una serpiente pitón, y mi veneno es extremadamente peligroso cuando me enfado y lo utilizo.
-Bueno, realmente la pregunta que yo le quería hacer no era ésa, sino qué come el cocodrilo al mediodía?
-Acaso te estás burlando de mí? -y muy deprisa la serpiente pitón se desenroscó y le dio un coletazo.
"Qué cosa tan rara: mi padre, mi madre, mis tíos, todos me han dado patadas por preguntón, esto debe ser lo mismo o muy parecido", se dijo el elefantito.
Así que se despidió de la señora serpiente, mientras la ayudaba a enroscarse de nuevo sobre la roca, y se marchó, eso sí, pidiéndole disculpas por haberla molestado.
Continuó caminando con el trasero un poco calentito por el coletazo que había recibido, hasta que llegó a la orilla del río verde Limpopo. Estaba llena de árboles de la fiebre y creyó ver en el agua un tronco muy grande flotando que le guiñaba un ojo.
-Hola, no habrá visto algún cocodrilo en estos apartados lugares?
Y el cocodrilo le guiñó el otro ojo, y levantó un poco la cola del barro. El elefantito se echó hacía atrás porque no quería que le dieran otro golpe.
-Acércate pequeño- dijo el cocodrilo-. Por qué preguntas esas cosas?
-Perdona si te he molestado. Sé que todos me dan patadas cuando hago alguna pregunta. Hasta la serpiente me dio un coletazo, y preferiría que no me dieran más golpes.
-Ven aquí pequeño, yo soy el cocodrilo que andas buscando. Y se puso a llorar lágrimas de cocodrilo para que viera que era verdad.
El elefantito se puso muy contento, porque finalmente podría tener la respuesta.
-Eres el que he estado buscando todo este tiempo. Quieres decirme qué comes al mediodía?
-Acércate, te lo diré al oído, pues se trata de un alto secreto y nadie debe oírlo.
El elefantito acercó su cabeza al hocico del cocodrilo y entonces el cocodrilo le dijo:
-Me parece que hoy comeré elefantito al mediodía. Y abriendo su enorme mandíbula el cocodrilo lo agarró por la nariz. El elefantito se asustó muchísimo y comenzó a suplicarle:
-Suéltame! Me haces daño!
Y entonces se acercó la serpiente pitón arrastrándose por la orilla.
-Amigo- le dijo-, si no tiras ahora mismo, pero ahora mismo, con todas tus fuerzas, todo lo fuerte que puedas, me temo que tu nuevo amigo, el del gabán de cuero, te va a meter en el río y te va a zampar.
En aquel momento, el elefante comenzó a tirar, y tiró y tiró, y el cocodrilo también tiraba y tiraba zambulléndose en el agua, y a medida que ambos tiraban, la nariz del elefantito se volvía más larga y le dolía una barbaridad.
El elefante sintió que las patas se le escurrían y, hablando por la nariz, que medía ya unos dos metros, chilló:
-Me duele muchísimo!
Al oírlo, la serpiente pitón bajó a la orilla, se enroscó con dos nudos en sus patas de atrás y al tronco de un árbol, y le dijo al elefantito:
-Tiremos con todas nuestras fuerzas.
La serpiente pitón y el elefantito tiraban, y el cocodrilo tiraba, y la nariz se alargaba, hasta que al final la serpiente y el elefantito tiraron con más fuerza y el cocodrilo soltó la nariz del elefante y se dio un golpe en el agua que se oyó por todo el río Limpopo.
El elefantito se quedó sentado con una enorme nariz entre las patas. Le dolía mucho y la tenía muy colorada, y decidió meterla en el agua para ver si se refrescaba, pero antes se aseguró de que el cocodrilo estaba ya lejos.
-Por qué haces eso? -le preguntó la serpiente.
-Es que la nariz se me ha estirado mucho y voy a ver si encoge -respondió el elefantito.
-Pues tendrás que esperar mucho tiempo -dijo la serpiente pitón bromeando-. Ante una situación difícil no hay que precipitarse actuando sin saber qué es lo que conviene.
El elefantito se quedó tres días esperando que le encogiera la nariz y hasta se ponía bizco de tanto mirársela. La serpiente se quedó con él todo el tiempo, y se hicieron muy buenos amigos. Al tercer día vino una mosca y se le posó en el lomo, el elefantito, sin pensar lo que hacía, levantó su trompa y espantó a la mosca.
-Ventaja número uno! -exclamó la serpiente-. No hubieras podido hacer eso con tu nariz de antes. Anda, prueba a comer un poco ahora.
Y el elefantito, sin pensar lo que hacía, estiró la trompa y cogió un puñado de hierba, lo limpió contra sus patas delanteras y se lo metió en la boca.
-Ventaja número dos! Con una nariz normal no hubieras podido hacer eso. Oye, no crees que hace mucha calor?
-Tienes razón- dijo el elefantito.
Y sin pensar lo que hacía, sorbió un poco de barro de las orillas del río y se lo echó por la cabeza. Se le quedó como un gorro fresco y húmedo que le goteaba por detrás de las orejas.
-Ventaja número tres! Con esa nariz podrás defenderte ahora de quien te quiera hacer daño.
El elefantito cada vez estaba más contento con aquella nueva nariz. Además ya no le dolía, y se había convertido en una trompa muy útil.
A la mañana siguiente, decidió volver a su casa. Se despidió de su amiga, la serpiente pitón, y se puso en camino. Todo el tiempo iba moviendo y levantando su trompa. Cuando quería comer fruta, en lugar de esperar a que cayera del árbol, como antes, la agarraba con su trompa. "Ventaja número cuatro!", pensaba el elefantito.
Cuando se sentía solo al caminar por África, se cantaba canciones con su trompa, que sonaba más fuerte que varias bandas de música. "Ventaja número cinco!".
Además se dedicó a recoger las cáscaras de melón y plátano que había dejado caer cuando fue hacía el río Limpopo, porque era un paquidermo muy ordenado.
Un día, con las primeras luces del alba llegó adonde estaban sus queridos parientes, levantó la trompa y dijo:
-Qué tal estáis?
Se alegraron mucho al verlo, pero sus padres enseguida le preguntaron:
-Qué le ha pasado a tu nariz?
Él respondió:
-Me la regaló el cocodrilo cuando le pregunté qué iba a comer al mediodía.
-Pues es una nariz feísima -dijo su tía la avestruz.
Los elefantes más pequeños no podían parar de reír:
-Que nariz tan ridícula!
-Será fea, pero es muy útil -contestó el elefantito.
Comenzó a mostrarles todas las ventajas de su nueva trompa. Las risas cesaron y se convirtieron en exclamaciones y miradas llenas de envidia. Llegó un momento en que sus queridos parientes no pudieron resistir más y se fueron marchando, uno por uno, a las orillas del río verde Limpopo para que el cocodrilo les regalara narices largas. Y desde entonces todos los elefantes tienen una trompa como la del elefantito preguntón.
FIN.
******
Un feliz verano para tod@s y siempre muchas gracias por estar ahí, Disfrutad cada momento, Hasta la semana que viene. Un fuerte abrazo.
Le preguntó a su tío, el avestruz patilargo, por qué tenía las plumas de la cola de aquel modo y no de otro, y su tío, el avestruz patilargo, le dio una patada con su pata larga y dura. Y el elefantito preguntó a su tía la jirafa por qué tenía la piel con lunares, y su altísima tía, la jirafa, le respondió con una patada. Pero el elefantito seguía siendo muy curioso, y preguntó a su tío el gordo hipopótamo por qué tenía los ojos tan colorados y el cuello tan corto, y no largo como el de la jirafa, y su gordísimo tío el hipopótamo le respondió dándole una patada.
Pero el elefantito seguía siendo muy curioso y preguntaba sobre todo aquello que veía, oía, olía, sentía o tocaba y llamaba su atención. El elefantito seguía haciendo preguntas y más preguntas.
Una hermosa mañana, el elefantito preguntó algo que no había preguntado nunca: Qué come el cocodrilo al mediodía?
Todos los animales le mandaron callar y le dieron muchas patadas como respuesta.
El elefantito, muy triste y con el trasero un poco dolorido después de tantas patadas, se retiró debajo de un frondoso árbol. En una de sus ramas estaba el pájaro Kolokolo, qué al ver al elefantito tan triste, le preguntó:
-Qué te pasa? Por qué estás tan triste?
-Mi madre me ha dado una patada y mi padre y todos mis tíos me dan patadas por preguntón, pero yo quiero saber qué come el cocodrilo al mediodía.
El pájaro Kolokolo le dijo:
-Eso es muy fácil de averiguar, vete a la orilla del gran río verde Limpopo, acércate a la ribera de los árboles de la fiebre y allí obtendrás la respuesta.
El elefantito se puso muy contento y a la mañana siguiente se levantó muy temprano, cogió provisiones para el viaje -plátanos, melones, caña de azúcar- y se despidió de sus padres diciéndoles que se iba hacia el río verde Limpopo, pues allí encontraría la respuesta y sabría qué come el cocodrilo al mediodía.
Se puso en camino. Atravesó ríos, valles, ciudades y montañas. De vez en cuando paraba para descansar y comer algo, dejándolo todo lleno de cáscaras y peladuras, porque no tenía forma de recogerlas. El elefantito iba muy contento y animado, pues se dirigía al lugar donde finalmente encontraría respuesta a su pregunta.
Al fin llegó a las orillas del gran río Limpopo, junto a los árboles de la fiebre, tal como le había dicho su amigo Kolokolo. Lo primero que se encontró fue una serpiente pitón enroscada en una roca. Y como el elefantito nunca había visto hasta entonces un cocodrilo ni sabía cómo era, se dirigió a ella lleno de curiosidad:
-Perdone que la moleste. Ha visto algo parecido a un cocodrilo en este lugar apartado? Acaso es usted un cocodrilo?
-Qué si he visto un cocodrilo? Que si yo soy un cocodrilo? Para hacerme esas preguntas estúpidas me despiertas de mi profunda siesta? Pero tú te has caído de un guindo? A ver si te enteras: yo soy una serpiente pitón, y mi veneno es extremadamente peligroso cuando me enfado y lo utilizo.
-Bueno, realmente la pregunta que yo le quería hacer no era ésa, sino qué come el cocodrilo al mediodía?
-Acaso te estás burlando de mí? -y muy deprisa la serpiente pitón se desenroscó y le dio un coletazo.
"Qué cosa tan rara: mi padre, mi madre, mis tíos, todos me han dado patadas por preguntón, esto debe ser lo mismo o muy parecido", se dijo el elefantito.
Así que se despidió de la señora serpiente, mientras la ayudaba a enroscarse de nuevo sobre la roca, y se marchó, eso sí, pidiéndole disculpas por haberla molestado.
Continuó caminando con el trasero un poco calentito por el coletazo que había recibido, hasta que llegó a la orilla del río verde Limpopo. Estaba llena de árboles de la fiebre y creyó ver en el agua un tronco muy grande flotando que le guiñaba un ojo.
-Hola, no habrá visto algún cocodrilo en estos apartados lugares?
Y el cocodrilo le guiñó el otro ojo, y levantó un poco la cola del barro. El elefantito se echó hacía atrás porque no quería que le dieran otro golpe.
-Acércate pequeño- dijo el cocodrilo-. Por qué preguntas esas cosas?
-Perdona si te he molestado. Sé que todos me dan patadas cuando hago alguna pregunta. Hasta la serpiente me dio un coletazo, y preferiría que no me dieran más golpes.
-Ven aquí pequeño, yo soy el cocodrilo que andas buscando. Y se puso a llorar lágrimas de cocodrilo para que viera que era verdad.
El elefantito se puso muy contento, porque finalmente podría tener la respuesta.
-Eres el que he estado buscando todo este tiempo. Quieres decirme qué comes al mediodía?
-Acércate, te lo diré al oído, pues se trata de un alto secreto y nadie debe oírlo.
El elefantito acercó su cabeza al hocico del cocodrilo y entonces el cocodrilo le dijo:
-Me parece que hoy comeré elefantito al mediodía. Y abriendo su enorme mandíbula el cocodrilo lo agarró por la nariz. El elefantito se asustó muchísimo y comenzó a suplicarle:
-Suéltame! Me haces daño!
Y entonces se acercó la serpiente pitón arrastrándose por la orilla.
-Amigo- le dijo-, si no tiras ahora mismo, pero ahora mismo, con todas tus fuerzas, todo lo fuerte que puedas, me temo que tu nuevo amigo, el del gabán de cuero, te va a meter en el río y te va a zampar.
En aquel momento, el elefante comenzó a tirar, y tiró y tiró, y el cocodrilo también tiraba y tiraba zambulléndose en el agua, y a medida que ambos tiraban, la nariz del elefantito se volvía más larga y le dolía una barbaridad.
El elefante sintió que las patas se le escurrían y, hablando por la nariz, que medía ya unos dos metros, chilló:
-Me duele muchísimo!
Al oírlo, la serpiente pitón bajó a la orilla, se enroscó con dos nudos en sus patas de atrás y al tronco de un árbol, y le dijo al elefantito:
-Tiremos con todas nuestras fuerzas.
La serpiente pitón y el elefantito tiraban, y el cocodrilo tiraba, y la nariz se alargaba, hasta que al final la serpiente y el elefantito tiraron con más fuerza y el cocodrilo soltó la nariz del elefante y se dio un golpe en el agua que se oyó por todo el río Limpopo.
El elefantito se quedó sentado con una enorme nariz entre las patas. Le dolía mucho y la tenía muy colorada, y decidió meterla en el agua para ver si se refrescaba, pero antes se aseguró de que el cocodrilo estaba ya lejos.
-Por qué haces eso? -le preguntó la serpiente.
-Es que la nariz se me ha estirado mucho y voy a ver si encoge -respondió el elefantito.
-Pues tendrás que esperar mucho tiempo -dijo la serpiente pitón bromeando-. Ante una situación difícil no hay que precipitarse actuando sin saber qué es lo que conviene.
El elefantito se quedó tres días esperando que le encogiera la nariz y hasta se ponía bizco de tanto mirársela. La serpiente se quedó con él todo el tiempo, y se hicieron muy buenos amigos. Al tercer día vino una mosca y se le posó en el lomo, el elefantito, sin pensar lo que hacía, levantó su trompa y espantó a la mosca.
-Ventaja número uno! -exclamó la serpiente-. No hubieras podido hacer eso con tu nariz de antes. Anda, prueba a comer un poco ahora.
Y el elefantito, sin pensar lo que hacía, estiró la trompa y cogió un puñado de hierba, lo limpió contra sus patas delanteras y se lo metió en la boca.
-Ventaja número dos! Con una nariz normal no hubieras podido hacer eso. Oye, no crees que hace mucha calor?
-Tienes razón- dijo el elefantito.
Y sin pensar lo que hacía, sorbió un poco de barro de las orillas del río y se lo echó por la cabeza. Se le quedó como un gorro fresco y húmedo que le goteaba por detrás de las orejas.
-Ventaja número tres! Con esa nariz podrás defenderte ahora de quien te quiera hacer daño.
El elefantito cada vez estaba más contento con aquella nueva nariz. Además ya no le dolía, y se había convertido en una trompa muy útil.
A la mañana siguiente, decidió volver a su casa. Se despidió de su amiga, la serpiente pitón, y se puso en camino. Todo el tiempo iba moviendo y levantando su trompa. Cuando quería comer fruta, en lugar de esperar a que cayera del árbol, como antes, la agarraba con su trompa. "Ventaja número cuatro!", pensaba el elefantito.
Cuando se sentía solo al caminar por África, se cantaba canciones con su trompa, que sonaba más fuerte que varias bandas de música. "Ventaja número cinco!".
Además se dedicó a recoger las cáscaras de melón y plátano que había dejado caer cuando fue hacía el río Limpopo, porque era un paquidermo muy ordenado.
Un día, con las primeras luces del alba llegó adonde estaban sus queridos parientes, levantó la trompa y dijo:
-Qué tal estáis?
Se alegraron mucho al verlo, pero sus padres enseguida le preguntaron:
-Qué le ha pasado a tu nariz?
Él respondió:
-Me la regaló el cocodrilo cuando le pregunté qué iba a comer al mediodía.
-Pues es una nariz feísima -dijo su tía la avestruz.
Los elefantes más pequeños no podían parar de reír:
-Que nariz tan ridícula!
-Será fea, pero es muy útil -contestó el elefantito.
Comenzó a mostrarles todas las ventajas de su nueva trompa. Las risas cesaron y se convirtieron en exclamaciones y miradas llenas de envidia. Llegó un momento en que sus queridos parientes no pudieron resistir más y se fueron marchando, uno por uno, a las orillas del río verde Limpopo para que el cocodrilo les regalara narices largas. Y desde entonces todos los elefantes tienen una trompa como la del elefantito preguntón.
FIN.
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Un feliz verano para tod@s y siempre muchas gracias por estar ahí, Disfrutad cada momento, Hasta la semana que viene. Un fuerte abrazo.
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