Cuando el verano de la buena fortuna calienta el árbol de mi vida, éste se cubre fácilmente de fragantes flores de gratitud. Permite, ¡oh Señor!, que en los meses invernales del infortunio, de mis desnudas ramas emane invariablemente una secreta fragancia de gratitud que llegue flotando hasta Ti.
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Muy buenos y feliz día, deseo para tod@s vosotr@s, gracias siempre por estar ahí, un fuerte abrazo.....
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