-Me encanta esta fábula. ¡Es fantástico tener amigos!
-Tenéis razón, ¡Majestad!, respondió el viejo. Pero los amigos deben actuar con sabiduría, sino el resultado de su actitud bondadosa agradará a los enemigos, antes que a nadie. ¿Sabéis qué hizo el conejo de la fábula?
-¿Qué conejo?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Érase una vez un hombre que vivía en una hermosa granja. Plantaba flores, injertaba y cultivaba árboles frutales. Pero estaba totalmente solo, sin padre, ni madre, ni esposa, ni hijos. Un día decidió buscar algún amigo, y con ese objetivo se puso en camino hacia la colina. A mitad de camino, se encontró con un conejo que venía de las montañas.
¿A dónde vas, buen hombre?, preguntó el conejo.
Voy en busca de algún amigo, respondió el granjero.
El conejo se alegró muchísimo y le dijo:
Yo también estoy buscando algún amigo. Si no te importa, te acompañaré.
Al granjero le cayó bien el simpático conejo y le contestó:
-Ven conmigo.
A partir de aquel día, el granjero y el conejo vivieron juntos. Él trabajaba como antes y el conejo le ayudaba; el tiempo pasaba sin sobresaltos y con tranquilidad, a pesar de la falta de inteligencia y del poco cerebro del conejo, que quedaba compensada por la gran lealtad que sentía por su amigo.
Una soleada y calurosa tarde de verano, el granjero decidió descansar bajo un árbol para disfrutar de la brisa que pasaba entre sus verdes hojas. Su fiel amigo, el conejo, sentado a sus pies, ahuyentaba a las moscas con una ramita. Pero las moscas, lejos de asustarse, volvían de nuevo. El conejo, al ver su incapacidad de proteger a su amigo de las perversas moscas, se ponía cada vez más furioso.
Al final, el bondadoso conejo perdió los estribos y gritó:
¿Por qué no dejáis en paz a mi amigo?
Y cogiendo una gran piedra, la lanzó con todas sus fuerzas a la cabeza de una persistente mosca que estaba sentada en la mejilla del granjero.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
-Hay una advertencia muy importante en este relato. Y es que tener un tonto como amigo es como poner un cuchillo en las manos de un niño.
-Es cierto, Majestad, dijo el anciano. Sin duda es preferible un enemigo sabio a un amigo necio, como podéis ver en la fábula del gato y el ratón.
-¿Qué fábula es ésa?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
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Os deseo un feliz día, qué disfrutéis de los buenos momentos que nos regala el universo, gracias siempre por estar ahí y un abrazo para tod@s. Hasta muy pronto!.
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