viernes, 7 de julio de 2017

EL BURRO QUE NO TENÍA SESO. por "Nazanin Amirian"

      La traición es un acto vil; pero, por su parte, la ingenuidad puede no tener límite. ¿Os acordáis de la fábula del burro sin seso?, contestó el anciano.
      -¿De qué burro habláis?, preguntó el joven rey.
      El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

      El gran león, rey de la selva, se había puesto enfermo y cada vez se sentía más debilitado hasta que un día perdió las fuerzas para cazar. Estaba hambriento y su parásito, el chacal, sufría con él. Éste, con angustia, preguntó a su amo:
      -Decidme, Majestad, ¿qué os puede curar?
      -El seso del burro, -contestó el león, con una voz muy débil- sólo el seso del burro.
      En este caso, yo os traeré un burro. Conozco uno que va al lago a beber agua cerca del corral, se alegró el chacal.
      Por la tarde, el chacal se dirigió hacia el corral donde normalmente el burro comía fresca hierba. El burro vio al chacal y éste le preguntó:
      -¿Cómo es que estás tan delgado y pareces tan fatigado, hermano?
      -Mi amo me da poco de comer y me golpea todo el tiempo, contestó el burro.
     -Y tú ¿aguantas ese trato?, fingió estar asombrado el chacal.
      -¿Qué otra cosa puedo hacer? No puedo huir de los seres humanos, dijo con tristeza el burro, moviendo la cabeza.
      El chacal empezó a seducirlo, diciéndole:
    -Si tú quieres, yo puedo enseñarte un lugar donde podrás disfrutar de una vida sin seres humanos. Allí, hay de todo, mucha hierba, abundante agua y además una burra muy hermosa.
      Las palabras del chacal sonaron como música a los oídos del burro.
     Entonces, sin pensarlo dos veces, el burro dijo:
     -Pues, ¿por qué estamos aquí hablando? Tú ve delante y yo seguiré detrás tuyo.
   El chacal corrió hacia el paraje donde el león le esperaba. Cuando el burro estuvo a su alcance, el león hizo un temible rugido y se lanzó sobre él. La enfermedad hizo al león mucho más débil de lo que se había imaginado. Sus garras fallaron. El burro le dio una patada y huyó.
      El chacal preguntó con sorpresa:
     -¿Por qué lo habéis dejado marchar, Majestad?
     El león que se encontraba en un aprieto, pensó: "Si le digo que lo he hecho a propósito, pensará que soy un imbécil. Y si le digo que no tenía fuerzas para matarlo, pensará que estoy muy enfermo y que no valgo para nada". Entonces le contestó:
      -Todo lo que hace un león siempre es correcto. No me hagas ninguna pregunta, pero anda a traérmelo otra vez.
      -Como vos mandéis, Majestad. Volveré enseguida, contestó el chacal y se puso en marcha.
      El burro estaba tan enfadado que cuando vio nuevamente al chacal, le gritó:
     -¡Fuera de mi vista, traidor! Me prometiste la libertad, pero me has tendido una trampa para matarme.
     -Qué estúpido eres, hermano, contestó el chacal. ¿No te había dicho que allí había una burra? En el momento en que te vio, corrió hacia ti para abrazarte, y tú huiste de ella. ¿Es que nunca has visto una burra?
      En realidad, el burro nunca había visto una burra en su vida. Escuchó con resignación los reproches del chacal y dijo:
      -¿De veras que era una burra?, entonces, ¿por qué estamos aquí hablando, hermano? Ve delante y yo te seguiré.
      Y no huyó. Esta vez el león, mejor preparado, se lanzó sobre él y lo mató de un solo zarpazo. Luego, ordenó al chacal:
     -Quédate aquí y cuídamelo. Me voy a lavar en el río y en unos minutos vendré a comerme el seso.
    El hambriento chacal se quedó a solas con la víctima. Miró el cráneo del burro y pensó: "¿ Por qué debo dejarle el seso al león, que sin duda es la mejor parte del burro? Debe ser una delicia. Voy a probarlo".
      Y así, el chacal empezó a probar el seso del burro, y le gustó tanto que se lo comió todo. Cuando el león volvió no había quedado nada del seso.
      -Te lo has comido todo, miserable!, gruñó el león.
      -No me atrevería a hacer algo así, ¡Majestad!, protestó el chacal.
      Entonces, ¿dónde está su seso? O ¿intentas decirme que el burro no tenía seso?, gruñó una vez más el león.
      -Justo esto es lo que intento deciros. Estoy seguro de que no tenía, Señor. Sino, ¿cómo pensáis que el burro iba a creer dos veces el mismo cuento? Evidentemente, el burro no tenía seso.

      Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
      -Sin duda es una fábula para recordar. Sólo una bestia sin sentido común puede ser tan estúpida.
     -Permitidme, Majestad, contradeciros, contestó el anciano. Pensad en la fábula de la mujer que fue devorada por un león.
      ¿De qué fábula se trata?, preguntó el rey.
    El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.

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      Muchas gracias por estar ahí y desearos un muy buen fin de semana, disfrutad de los buenos momentos que el universo nos regala. gracias y un abrazo. ¡Hasta muy pronto!

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