Nim Hakim era un hombre sin ninguna distinción especial. Un día, pasaba caminando al lado de una casa cuando unas personas le llamaron.
-Por favor, entra -le dijeron- y examina a nuestra señora, pues se encuentra enferma.
-Por qué yo? -preguntó Nim Hakim.
-Porque hace mucho tiempo un hombre sabio vaticinó su enfermedad y dijo: "Cuando se encuentre enferma, soló podrá ser curada por el color blanco, a cinco pies del suelo". Mientras buscábamos algo así, te vimos con un sombrero blanco, y como mides aproximadamente cinco pies queremos utilizar tu sombrero.
"Qué extraño!", pensó Nim Hakim, pero entró en la casa y permaneció al pie del lecho de la dama.
Al poco tiempo y de modo inequívoco, la señora se incorporó. Se sentía bastante mejor. "Soy un doctor natural", pensó Nim Hakim. Se había olvidado de que él era tan sólo un instrumento. Esto desató una extraña serie de acontecimientos. Nim decidió que su vida como estudiante era una pérdida de tiempo. Saldría al mundo y dejaría su huella. Se dirigió al panadero y le pidió que le hornease una barra de pan para sus viajes. Después emprendió el camino.
Al poco tiempo llegó a un país donde nadie le conocía, y pronto descubrió que la gente tenía un problema. Cierto elefante solía devastar la zona regularmente y pisoteaba a la gente hasta matarla.
-Tengo una cura para todos los males- les dijo Nim Hakim.
Se quedó allí aguardando al elefante. Muy pronto, el paquidermo se acercó con gran estruendo atravesando las calles de la capital. Todo el mundo salió corriendo, y lo mismo hizo Nim Hakim al darse cuenta de que esto era muy diferente a estar al pie de la cama de un enfermo. Pero el elefante le alcanzó, le tumbó y empezó a comerse su pan.
Mientras Nim Hakim yacía en el suelo aturdido, el elefante empezó a tambalearse y la gente salió de sus casas para ver qué es lo que estaba ocurriendo a su adalid. Salieron justo a tiempo de ver cómo el elefante se desplomaba y moría. Entonces llevaron a Nim Hakim triunfalmente hasta su rey. Lo que no sabían es que el panadero, que odiaba a Nim Hakim por sus aires de superioridad y porque además le debía una gran suma de dinero, había puesto en el pan suficiente veneno para matar a un elefante.
El rey, lleno de alegría por la liberación de su gente, le dio a Nim Hakim el nombre de Nim Mullah. Hakim significa "doctor", pero Mullah significa "maestro", y sin duda lo que Nim había hecho era una proeza digna de tal título.
-Me podéis llamar maestro si queréis- dijo Nim de modo altanero-, pero lo que pido es ser recompensado con el mando de todas vuestras tropas.
De hecho, las tropas del rey se habían dado con frecuencia a la fuga ante el mismo elefante. En parte por temor, en parte por admiración, y también por el deseo de contar con un hombre tan formidable a su servicio, el rey lo nombró Mariscal de los ejércitos Nim Mullah, y éste fue su título completo.
Pasaron los años y Nim empleó su tiempo aireando su propia importancia, y asegurándose de que aquellos que conocían su hazaña la transmitiesen. Muchísimos intentaron emularlo, pero fracasaron cuando miraron a gente enferma o intentaron matar elefantes en estampida
-Seguid intentándolo- decía Nim.
Pero el fracaso de sus seguidores, así como su propio éxito.sólo servían para probar que de algún modo él era un hombre superior. Al menos eso es lo que pensaban todos los interesados. Al no haber nadie que mantuviese una opinión distinta respecto al asunto, Nim quedó firmemente asentado en su papel.
Un día, entró en el país un tigre devorador de hombres. Cada cierto tiempo entraba en las aldeas y se llevaba a sus víctimas, hasta que la gente llamó a su héroe, el gran Mariscal de los Ejércitos Nim Mullah, para que los salvase.
Al frente del mayor ejército que el país había visto nunca, el mariscal Nim marchó contra el tigre. Finalmente, los exploradores localizaron al devorador de hombres. Como era habitual, las tropas huyeron en todas direcciones dejando a su líder completamente solo para que se enfrentara a la amenaza. Después de todo, se dijeron unos a otros, él era una especie de superhombre y era su deber, y no el de ellos, hacer ese tipo de cosas.
Cuando vio al tigre con sus propios ojos, Nim quedó aterrorizado y trepó al árbol más alto. El tigre se plantó debajo, acechándole. El asedio se prolongó varios días. Todas las noches la fiera rugía y Nim temblaba, y ambos tenían cada vez más hambre.
Tras una semana, el tigre rugió más fuerte que nunca y Nim, debilitado por la fatiga y el hambre, tembló como un flan. Este movimiento hizo que la daga de Nim se escurriese de su cinturón. Y he aquí que cayó justo cuando el tigre abría su boca para rugir de nuevo, la daga se hundió en la garganta del animal, matándolo al instante.
Al cabo de un rato, Nim se dio cuenta de lo que había ocurrido, "Sin duda alguna, soy el instrumento especial del destino, y por tanto soy el ser humano más importante que existe sobre la faz de la tierra", pensó. Bajando de las ramas, volvió al palacio del rey con las orejas del tigre, e inmediatamente se le proclamó gran campeón del reino.
No había pasado mucho tiempo, cuando el gran campeón tuvo noticias de que el ejército de un país vecino estaba invadiendo su tierra adoptiva. A pesar de los milagros que le habían protegido en el pasado, esta vez Nim se asustó. Esa misma noche reunió toda la cubertería de oro y plata que pudo encontrar, montó un caballo veloz y se alejo cabalgando, tratando de poner entre el enemigo y él tanta distancia como fuera posible antes del alba.
Cuando aún estaba bastante cerca del campamento enemigo, su caballo tropezó en la oscuridad. La preciada cubertería cayó estrepitosamente sobre unas rocas. Los soldados enemigos pensaron que les estaban atacando, se lanzaron a las armas y comenzaron a luchar entre sí. La batalla fue tan feroz que todos murieron.
Nim estaba escondido detrás de unas rocas, demasiado paralizado por el miedo para huir, cuando los exploradores de ejército del rey le encontraron y le condujeron en triunfante regreso a la sala del trono.
No hubo más crisis durante el resto de su vida y vivió hasta una edad muy avanzada. Por esto se pueden escuchar tantas historias acerca de Gran Nim, que realizó milagros y nunca fue derrotado. Aunque lo ignoren, cada las naciones cuentan, en su lejano y romántico pasado, con su propio Nim, aunque tenga otro nombre.
FIN.
******
Desearos una muy buena semana, muchas gracias por estar ahí y nos vemos muy prontito, Un abrazo.
martes, 19 de julio de 2016
jueves, 14 de julio de 2016
FELICIDAD, ÚNICO DESEO. "Anthony de Mello".
"LA PERSONA CONSCIENTE VIVE EN UN MUNDO DE UNICIDAD Y VARIEDAD, DE RENOVACIÓN Y DEL AHORA".
Un hombre estaba siempre importunando a Dios con toda clase de pedidos. Un día, Dios lo miró y le dijo: -Ya estoy harto, tres pedidos y no más. Tres peticiones, y después de darte eso no te daré nada más. Di tus tres deseos!
El hombre quedó encantado y preguntó:
-Puedo pedir cualquier cosa?
Y Dios dijo: Sí! tres pedidos y nada más!
Y el hombre habló: El Señor sabe que tengo vergüenza de hablar, pero me gustaría librarme de mi mujer, porque es una aburrida y siempre está...el Señor sabe. Es insoportable! No logro vivir con ella. Podrías librarme de ella?
Está bien -dijo Dios-, tu deseo será satisfecho.
Y la mujer murió.
El hombre se sentía culpable por el alivio que sentía, pero estaba feliz y relajado, y pensó:
- Voy a casarme con una mujer más atractiva.
Cuando los parientes y amigos fueron al funeral y comenzaron a rezar por la difunta, el hombre volvió de pronto en sí y exclamó:
-Mi Dios, yo tenía esta mujer encantadora y no la apreciaba cuando estaba viva.
Entonces se sintió muy mal, fue corriendo al encuentro de Dios y le pidió: -Tráigala de vuelta a la vida, Señor.
Dios respondió: -Está bien, segundo deseo concedido.
Ahora le quedaba sólo un deseo. Pensó: Qué debo pedir? y fue a consultar a los amigos.
Algunos dijeron: Pide dinero, si tienes dinero, puedes tener lo que quieras.
Otros: De qué te servirá el dinero si no tienes salud?
El pobre hombre ya no sabía qué pedir, porque otros decían: De qué sirve la inmortalidad, si no tienes nadie a quien amar? Pide el amor.
Entonces pensó, pensó..., y no consiguió llegar a ninguna conclusión, no lograba saber lo que quería. Cinco, diez años...
Un día le dijo Dios: Cuándo vas a hacer tu tercer pedido?
Y el pobre hombre dijo: Señor, estoy muy confuso, no sé qué pedir!. Podría el Señor decirme qué pedir?
Dios se rió cuando oyó esto y dijo: Está bien, te digo lo que debes pedir. Pide ser feliz, no importa lo que te pase. Ahí está el secreto!
FIN.
******
Desearos unos bonitos días, qué seáis felices y muchas, muchas gracias por estar ahí. Hasta la próxima semana!
Un hombre estaba siempre importunando a Dios con toda clase de pedidos. Un día, Dios lo miró y le dijo: -Ya estoy harto, tres pedidos y no más. Tres peticiones, y después de darte eso no te daré nada más. Di tus tres deseos!
El hombre quedó encantado y preguntó:
-Puedo pedir cualquier cosa?
Y Dios dijo: Sí! tres pedidos y nada más!
Y el hombre habló: El Señor sabe que tengo vergüenza de hablar, pero me gustaría librarme de mi mujer, porque es una aburrida y siempre está...el Señor sabe. Es insoportable! No logro vivir con ella. Podrías librarme de ella?
Está bien -dijo Dios-, tu deseo será satisfecho.
Y la mujer murió.
El hombre se sentía culpable por el alivio que sentía, pero estaba feliz y relajado, y pensó:
- Voy a casarme con una mujer más atractiva.
Cuando los parientes y amigos fueron al funeral y comenzaron a rezar por la difunta, el hombre volvió de pronto en sí y exclamó:
-Mi Dios, yo tenía esta mujer encantadora y no la apreciaba cuando estaba viva.
Entonces se sintió muy mal, fue corriendo al encuentro de Dios y le pidió: -Tráigala de vuelta a la vida, Señor.
Dios respondió: -Está bien, segundo deseo concedido.
Ahora le quedaba sólo un deseo. Pensó: Qué debo pedir? y fue a consultar a los amigos.
Algunos dijeron: Pide dinero, si tienes dinero, puedes tener lo que quieras.
Otros: De qué te servirá el dinero si no tienes salud?
El pobre hombre ya no sabía qué pedir, porque otros decían: De qué sirve la inmortalidad, si no tienes nadie a quien amar? Pide el amor.
Entonces pensó, pensó..., y no consiguió llegar a ninguna conclusión, no lograba saber lo que quería. Cinco, diez años...
Un día le dijo Dios: Cuándo vas a hacer tu tercer pedido?
Y el pobre hombre dijo: Señor, estoy muy confuso, no sé qué pedir!. Podría el Señor decirme qué pedir?
Dios se rió cuando oyó esto y dijo: Está bien, te digo lo que debes pedir. Pide ser feliz, no importa lo que te pase. Ahí está el secreto!
FIN.
******
Desearos unos bonitos días, qué seáis felices y muchas, muchas gracias por estar ahí. Hasta la próxima semana!
LA RUEDA DE LA VIDA. "Elisabeth Kübler".
Dice Elisabeth: Vive de tal forma que al mirar hacia atrás "NO LAMENTES HABER DESPERDICIADO LA EXISTENCIA".
Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho, ni desees haber actuado de otra manera.
Vive con sinceridad y plenamente.
VIVE.
******
"EL RATÓN"
( La infancia)
Al ratón le gusta meterse por todas partes, es animado y juguetón,
y va siempre por delante de los demás.
"EL OSO"
( Edad madura, primeros años)
El oso es muy comodón y le encanta hibernar.
Al recordar su mocedad, se ríe de las correrías del ratón.
"EL BÚFALO"
( Edad madura, últimos años)
Al búfalo le gusta recorrer las praderas.
Confortablemente instalado, repasa su vida y anhela
desprenderse de su pesada carga
para convertirse en águila.
"EL ÁGUILA"
( Años finales)
Al águila le entusiasma sobrevolar el mundo desde las alturas,
no a fin de contemplar con desprecio a la gente,
sino para animarla
a que mire hacia lo alto.
FIN.
Buenos y feliz día para tod@s.
Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho, ni desees haber actuado de otra manera.
Vive con sinceridad y plenamente.
VIVE.
******
"EL RATÓN"
( La infancia)
Al ratón le gusta meterse por todas partes, es animado y juguetón,
y va siempre por delante de los demás.
"EL OSO"
( Edad madura, primeros años)
El oso es muy comodón y le encanta hibernar.
Al recordar su mocedad, se ríe de las correrías del ratón.
"EL BÚFALO"
( Edad madura, últimos años)
Al búfalo le gusta recorrer las praderas.
Confortablemente instalado, repasa su vida y anhela
desprenderse de su pesada carga
para convertirse en águila.
"EL ÁGUILA"
( Años finales)
Al águila le entusiasma sobrevolar el mundo desde las alturas,
no a fin de contemplar con desprecio a la gente,
sino para animarla
a que mire hacia lo alto.
FIN.
Buenos y feliz día para tod@s.
miércoles, 6 de julio de 2016
LA MUJER DEL AGUA. ( La Dona D'aigua ) "Juan García Atienza".
Esta leyenda, expandida por toda Cataluña y convertida en una de las tradiciones más arraigadas de esta tierra, parece que tuvo sus orígenes en la sierra del Montseny, donde todavía se levanta una corpulenta encina que da cuenta cabal de la realidad mágica de aquella narración, cuyo tema se remonta, lo mismo que buena parte de las aventuras legendarias que han llegado hasta nosotros, a los tiempos medievales.
Las distintas variantes que nos han llegado de la leyenda coinciden en que su protagonista fue el señor de la Casa Blanc, un noble que alternaba sus actividades guerreras con su afición por la caza, a la que dedicaba todos los momentos libres que le prestaban sus obligaciones como vasallo de los primeros condes de Barcelona. Su pasión eran las piezas de caza mayor, que en aquellos tiempos abundaba en la sierra del Montseny en la que se levantaba su castillo. Cada mañana, al aparecer el lucero del alba, se levantaba con renovado deseo de tomar su caballo y su jauría y lanzarse a los montes en pos de jabalíes, ciervos, osos y cabras montaraces, cuando estos animales no eran todavía especies en peligro de extinción y su caza constituía casi una colaboración al equilibrio ecológico, porque así impedía que aquellas bestias proliferaran en exceso por las espesuras de los bosques.
Un día, después de estar toda la mañana persiguiendo inútilmente piezas que parecían cada vez más hábiles cuando de esquivarle se trataba, le alcanzó la hora del refrigerio de mediodía a la sombra de esa encina que hoy lo recuerda. Llamó a los servidores con el potente sonido de su trompa de caza y ordenó que le sirvieran allí mismo las viandas que habían preparado para comer. Luego, cuando le hubieran dejado a mano los alimentos, les mandó alejarse, con la sana intención de reposar la comida en soledad debajo de aquel árbol tan frondoso. Así pues, comió abundantemente y luego se tumbó relajado bajo su sombra, y estaba casi a punto de entrar en el reino de los sueños, cuando le pareció que todos los sonidos del bosque quedaban súbitamente en silencio, para no dejar oír más que una hermosa melodía que partía de algún lugar no muy lejano, desgranada con infinita dulzura por una voz femenina. Según dicen, aquel canto le recordó su infancia y el coro de las monjas del monasterio que se levantaba cercano al castillo. Sólo que esta canción que ahora escuchaba era mucho más sensual que los piadosos motetes de las sores.
Asombrado ante la belleza de aquella voz, caminó un trecho hacia el lugar de donde provenía y de pronto, entre los arbustos, junto a un arroyo, alcanzó a ver a una muchacha bellísima que peinaba sus cabellos mirándose en el espejo del agua de un remanso. Apenas apareció el señor, la muchacha interrumpió su canción y se le quedó mirando casi con miedo, sin pronunciar una sola palabra.
De inmediato, el señor de Casa Blanc sintió el impacto de su presencia y supo que aquélla era la mujer con la que siempre había soñado, aun sin saberlo. Le confesó su súbito amor y, queriendo saber quién era, le preguntó su nombre y de dónde venía. Pero ella, en lugar de contestarle, sonrió tranquilizada y volvió a entonar su hermosa melodía, dejando sin respuesta las preguntas del caballero. No por ello quedó él desanimado. Estaba habituado a ser obedecido y, tomándola por el brazo, la llevó al lugar donde le esperaban sus servidores, presentándola a todos ellos como la "dona d'aigua" y diciéndoles que ella sería desde aquel mismo instante su nueva señora, porque había decidido hacerla su esposa inmediatamente. La muchacha miraba a todos atemorizada, y durante mucho tiempo continuó sin pronunciar palabra, aunque siguió mansamente a su enamorado y aguardó casi encogida, como un corderillo asustado, el tiempo que discurrió entre los preparativos del casorio y la ceremonia de la boda.
Antes de que ésta tuviera lugar, sin embargo, la mujer dejó por fin oír su voz en un instante en que se encontraba sola con el que iba a ser su esposo.
-Tienes que saber que he aceptado unirme a ti porque siento en lo más profundo de mi ser el mismo amor que yo he despertado en ti. Pero habrás de recordar que, cuando me encontraste junto a la fuente, guardé silencio al preguntarme por mi nombre y por mi origen. Ahora quiero advertirte algo muy importante: jamás vuelvas a hacerme esas preguntas si quieres que nuestro matrimonio sea feliz y duradero. Recuerda también que jamás deberás volver a llamarme "dona d'aigua", como me has nombrado desde que nos encontramos, sino esposa. Y tenlo siempre en cuenta si quieres que perviva nuestro amor.
El señor de Casa Blanc aceptó aquella condición he hizo la promesa que se le pedía. Se celebró la boda con todo el esplendor que su nobleza exigía y, durante algunos años, nada vino a enturbiar la felicidad de la pareja. incluso se acrecentó con la llegada de dos hijos, un niño y una niña, por los que la esposa sentía una especial predilección.
Sin embargo, poco a poco, el caballero comenzó a aburrirse al lado de aquella mujer que se sumía constantemente en largos silencios. Aquel no saber nada sobre ella ni sobre quién podría ser su familia y su entorno comenzó a desazonarlo. Dio entonces por echar de menos sus aventuras cinegéticas, que tenía abandonadas desde su matrimonio. Y, poco a poco, primero por unas horas algunos días y luego por largas jornadas a lo largo de toda la semana, regresó a los montes a perseguir a las bestias salvajes con su jauría, abandonando paulatinamente la compañía de aquella esposa a la que había unido su vida. Al cabo de algún tiempo de esta reincidencia, la separación entre los esposos y su falta de comunicación era total. Ella callaba y consentía siempre, y él la atendía cada vez menos, como también menos atendía a sus hijos, hasta que un día la mujer no pudo aguantar más y le reprochó tímidamente las prologadas ausencias a las que la sometía.
El carácter del caballero se había ido agriando con aquellos silencios y, al oírle aquellos reproches, no pudo aguantar más y la emprendió a gritos con ella.
-Cómo te atreves a reprocharme mis ausencias, cuando estar a tu lado es como permanecer junto a una roca, de tan silenciosa como te muestras! Y aún te quejas de mi actitud, cuando no sé absolutamente nada de ti pasados los años que hemos vivido juntos. Sólo sé que te recogí de la nada, cuando no eras más que una dona d'aigua, y eso sigues siendo!
Apenas pronunció estas palabras, la mujer cambió de expresión y, sin que sirvieran de nada los arrepentimientos del esposo pidiéndole perdón por haber roto su promesa, salió huyendo del castillo y, perseguida de lejos por él, se internó en la montaña y desapareció por los pinares entre los precipicios del Gorc Negre, como si se hubiera arrojado al vacío desde su orilla.
Desesperado por haber roto la promesa y por la desaparición de la esposa, a la que seguía amando sinceramente, el señor de Casa Blanc, no volvió a sonreír ni a cazar. Salía del castillo,sí, pero cuando lo hacía era para acercarse al remanso de aquel riachuelo donde había encontrado a su amada y quedarse horas enteras recordándola, lamentando con tristeza su pérdida y esperando inútilmente escuchar de nuevo su voz. Sólo recuperó la esperanza cuando un día se dio cuenta de que sus hijos aparecían todas las mañanas perfectamente arreglados y vestidos y, habiéndole preguntado al niño, que era el mayor, éste le confesó que todas las noches acudía su madre junto a sus camas y los acariciaba y permanecía a su lado hasta que amanecía, y que, al llegar el alba, los lavaba, los peinaba y los vestía como si siguiera viviendo con ellos. El padre abrigó la esperanza de recuperarla y, durante varias noches, veló escondido en las cercanías de los dormitorios de los niños con el deseo de volverla a ver. Pero, como si algo superior a sus deseos se interpusiera en aquel reencuentro imposible, jamás apareció la dama cuando el padre estaba presente, por muy discretamente que creyera haberse escondido.
FIN.
******
Vivid los momentos, disfrutad de ellos allí donde os encontréis, felices vacaciones y, gracias muchas gracias por estar ahí, un abrazo. Hasta la semana que viene!
Las distintas variantes que nos han llegado de la leyenda coinciden en que su protagonista fue el señor de la Casa Blanc, un noble que alternaba sus actividades guerreras con su afición por la caza, a la que dedicaba todos los momentos libres que le prestaban sus obligaciones como vasallo de los primeros condes de Barcelona. Su pasión eran las piezas de caza mayor, que en aquellos tiempos abundaba en la sierra del Montseny en la que se levantaba su castillo. Cada mañana, al aparecer el lucero del alba, se levantaba con renovado deseo de tomar su caballo y su jauría y lanzarse a los montes en pos de jabalíes, ciervos, osos y cabras montaraces, cuando estos animales no eran todavía especies en peligro de extinción y su caza constituía casi una colaboración al equilibrio ecológico, porque así impedía que aquellas bestias proliferaran en exceso por las espesuras de los bosques.
Un día, después de estar toda la mañana persiguiendo inútilmente piezas que parecían cada vez más hábiles cuando de esquivarle se trataba, le alcanzó la hora del refrigerio de mediodía a la sombra de esa encina que hoy lo recuerda. Llamó a los servidores con el potente sonido de su trompa de caza y ordenó que le sirvieran allí mismo las viandas que habían preparado para comer. Luego, cuando le hubieran dejado a mano los alimentos, les mandó alejarse, con la sana intención de reposar la comida en soledad debajo de aquel árbol tan frondoso. Así pues, comió abundantemente y luego se tumbó relajado bajo su sombra, y estaba casi a punto de entrar en el reino de los sueños, cuando le pareció que todos los sonidos del bosque quedaban súbitamente en silencio, para no dejar oír más que una hermosa melodía que partía de algún lugar no muy lejano, desgranada con infinita dulzura por una voz femenina. Según dicen, aquel canto le recordó su infancia y el coro de las monjas del monasterio que se levantaba cercano al castillo. Sólo que esta canción que ahora escuchaba era mucho más sensual que los piadosos motetes de las sores.
Asombrado ante la belleza de aquella voz, caminó un trecho hacia el lugar de donde provenía y de pronto, entre los arbustos, junto a un arroyo, alcanzó a ver a una muchacha bellísima que peinaba sus cabellos mirándose en el espejo del agua de un remanso. Apenas apareció el señor, la muchacha interrumpió su canción y se le quedó mirando casi con miedo, sin pronunciar una sola palabra.
De inmediato, el señor de Casa Blanc sintió el impacto de su presencia y supo que aquélla era la mujer con la que siempre había soñado, aun sin saberlo. Le confesó su súbito amor y, queriendo saber quién era, le preguntó su nombre y de dónde venía. Pero ella, en lugar de contestarle, sonrió tranquilizada y volvió a entonar su hermosa melodía, dejando sin respuesta las preguntas del caballero. No por ello quedó él desanimado. Estaba habituado a ser obedecido y, tomándola por el brazo, la llevó al lugar donde le esperaban sus servidores, presentándola a todos ellos como la "dona d'aigua" y diciéndoles que ella sería desde aquel mismo instante su nueva señora, porque había decidido hacerla su esposa inmediatamente. La muchacha miraba a todos atemorizada, y durante mucho tiempo continuó sin pronunciar palabra, aunque siguió mansamente a su enamorado y aguardó casi encogida, como un corderillo asustado, el tiempo que discurrió entre los preparativos del casorio y la ceremonia de la boda.
Antes de que ésta tuviera lugar, sin embargo, la mujer dejó por fin oír su voz en un instante en que se encontraba sola con el que iba a ser su esposo.
-Tienes que saber que he aceptado unirme a ti porque siento en lo más profundo de mi ser el mismo amor que yo he despertado en ti. Pero habrás de recordar que, cuando me encontraste junto a la fuente, guardé silencio al preguntarme por mi nombre y por mi origen. Ahora quiero advertirte algo muy importante: jamás vuelvas a hacerme esas preguntas si quieres que nuestro matrimonio sea feliz y duradero. Recuerda también que jamás deberás volver a llamarme "dona d'aigua", como me has nombrado desde que nos encontramos, sino esposa. Y tenlo siempre en cuenta si quieres que perviva nuestro amor.
El señor de Casa Blanc aceptó aquella condición he hizo la promesa que se le pedía. Se celebró la boda con todo el esplendor que su nobleza exigía y, durante algunos años, nada vino a enturbiar la felicidad de la pareja. incluso se acrecentó con la llegada de dos hijos, un niño y una niña, por los que la esposa sentía una especial predilección.
Sin embargo, poco a poco, el caballero comenzó a aburrirse al lado de aquella mujer que se sumía constantemente en largos silencios. Aquel no saber nada sobre ella ni sobre quién podría ser su familia y su entorno comenzó a desazonarlo. Dio entonces por echar de menos sus aventuras cinegéticas, que tenía abandonadas desde su matrimonio. Y, poco a poco, primero por unas horas algunos días y luego por largas jornadas a lo largo de toda la semana, regresó a los montes a perseguir a las bestias salvajes con su jauría, abandonando paulatinamente la compañía de aquella esposa a la que había unido su vida. Al cabo de algún tiempo de esta reincidencia, la separación entre los esposos y su falta de comunicación era total. Ella callaba y consentía siempre, y él la atendía cada vez menos, como también menos atendía a sus hijos, hasta que un día la mujer no pudo aguantar más y le reprochó tímidamente las prologadas ausencias a las que la sometía.
El carácter del caballero se había ido agriando con aquellos silencios y, al oírle aquellos reproches, no pudo aguantar más y la emprendió a gritos con ella.
-Cómo te atreves a reprocharme mis ausencias, cuando estar a tu lado es como permanecer junto a una roca, de tan silenciosa como te muestras! Y aún te quejas de mi actitud, cuando no sé absolutamente nada de ti pasados los años que hemos vivido juntos. Sólo sé que te recogí de la nada, cuando no eras más que una dona d'aigua, y eso sigues siendo!
Apenas pronunció estas palabras, la mujer cambió de expresión y, sin que sirvieran de nada los arrepentimientos del esposo pidiéndole perdón por haber roto su promesa, salió huyendo del castillo y, perseguida de lejos por él, se internó en la montaña y desapareció por los pinares entre los precipicios del Gorc Negre, como si se hubiera arrojado al vacío desde su orilla.
Desesperado por haber roto la promesa y por la desaparición de la esposa, a la que seguía amando sinceramente, el señor de Casa Blanc, no volvió a sonreír ni a cazar. Salía del castillo,sí, pero cuando lo hacía era para acercarse al remanso de aquel riachuelo donde había encontrado a su amada y quedarse horas enteras recordándola, lamentando con tristeza su pérdida y esperando inútilmente escuchar de nuevo su voz. Sólo recuperó la esperanza cuando un día se dio cuenta de que sus hijos aparecían todas las mañanas perfectamente arreglados y vestidos y, habiéndole preguntado al niño, que era el mayor, éste le confesó que todas las noches acudía su madre junto a sus camas y los acariciaba y permanecía a su lado hasta que amanecía, y que, al llegar el alba, los lavaba, los peinaba y los vestía como si siguiera viviendo con ellos. El padre abrigó la esperanza de recuperarla y, durante varias noches, veló escondido en las cercanías de los dormitorios de los niños con el deseo de volverla a ver. Pero, como si algo superior a sus deseos se interpusiera en aquel reencuentro imposible, jamás apareció la dama cuando el padre estaba presente, por muy discretamente que creyera haberse escondido.
FIN.
******
Vivid los momentos, disfrutad de ellos allí donde os encontréis, felices vacaciones y, gracias muchas gracias por estar ahí, un abrazo. Hasta la semana que viene!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)